El Septimo Pecado, HIM (El Mejor): La Sangre Sagrada y la Maldición del Legado

HIM (El Mejor): La Sangre Sagrada y la Maldición del Legado

El Cuerpo como Mercancía: La Superficialidad de la Imagen Deportiva

HIM de Justin Tipping construye un retrato devastador sobre la cosificación del cuerpo atlético en la maquinaria del fútbol americano de secundaria, ese microcosmos brutal donde se forjan las futuras estrellas de la NFL. La película sigue a Cameron la joven promesa  e Isaia el consagrado atleta que ya está quemando las últimas velas de su presencia y busca a quien dejar su legado cuyas identidades se disuelven bajo el peso de las expectativas y la mirada voraz de una industria que devora talento como materia prima. Tipping expone cómo el deporte profesional opera bajo la misma lógica que la moda o el entretenimiento: 

la imagen es todo, la sustancia es prescindible.

Sus cuerpos no les pertenecen; son propiedad especulativa de scouts, entrenadores y la comunidad entera que proyecta sus fantasías sobre ellos. La cámara de Tipping captura sesiones de entrenamiento con una estética casi publicitaria, pero inmediatamente la deconstruye al revelar la ansiedad, el dolor y la fragilidad que se ocultan detrás de cada músculo esculpido a paralelamente un amor al sadismo a sus fans.

His Imperial Majesty: La Corona que Aplasta

El título HIM resuena poderosamente con la expresión «His Imperial Majesty» del hip-hop, particularmente asociada con figuras como Prodigy de Mobb Deep. En el rap, H.I.M. representa la auto-coronación, la construcción de una persona que proyecta invencibilidad en un contexto de vulnerabilidad extrema. Es la armadura psicológica del gueto, la máscara de grandeza que oculta el trauma.

Cameron encarna esta dinámica trágica. Su talento lo convierte en «Su Majestad Imperial» del equipo, pero esa corona es una jaula de oro. La película explora cómo la cultura de la hipercompetitividad masculina (Tanto en el deporte como en el rap) exige una performance constante de invulnerabilidad. Cameron no puede mostrar debilidad, miedo o deseo fuera de los parámetros heteronormativos establecidos. Su «majestad» es una sentencia de aislamiento. Como en el rap, donde H.I.M. a menudo precede a confesiones de paranoia y soledad, la película muestra que la corona pesa más de lo que brilla.

La Sangre Sagrada: Esteroides como Eucaristía Profana

Aquí reside una de las metáforas más potentes y perturbadoras de HIM. Los esteroides no son presentados simplemente como dopaje o trampa, sino como sacramento oscuro, como transubstanciación de la sangre ancestral en poder presente. Cuando Cam es consagrado a la sangre (metáfora a los esteroides), Tipping filma estas escenas con una solemnidad casi religiosa: la inyección se convierte en ritual, en comunión con un linaje de atletas que sacrificaron sus cuerpos en el altar del rendimiento y la tolerancia al dolor con la herencia divina de los ancestros.

Esta «sangre sagrada» funciona también como crítica a la mitología del «atleta natural», esa fantasía de que la grandeza deportiva es puramente genética, don divino. HIM revela la verdad incómoda: el sistema requiere la modificación química del cuerpo. Los esteroides son el secreto a voces, la eucaristía que todos toman pero nadie admite.

El Legado Devorador: El paralelismo de Maradona a Messi, de Padre a Hijo

La película habla poderosamente sobre la tiranía del legado en el deporte. En el fútbol, esta dinámica es brutal: cada generación argentina carga con el peso de Maradona; cada número 10 es medido contra esa sombra imposible. Messi vivió décadas bajo esa comparación hasta finalmente «completar» su legado con el Mundial 2022, como si su genio no fuera suficiente sin ese trofeo específico que Maradona había ganado.

En HIM, Isaia y Cameron están atrapados en esta misma estructura. No basta con ser excelente; debes ser mejor que tu predecesor. El deporte funciona como monarquía: cada rey es juzgado contra el anterior, y el destronamiento es inevitable porque siempre viene alguien más joven, más rápido, más hambriento. La película muestra cómo esta lógica de sucesión genera relaciones tóxicas entre generaciones: los veteranos ven a los novatos como amenazas existenciales, los jóvenes ven a las leyendas como obstáculos a derribar.

Tipping filma esta dinámica con tensión constante. Cada mirada entre Cameron e Isaia está cargada de competencia no verbalizada. ¿Quién será «HIM»? ¿Quién heredará el trono? La tragedia es que la pregunta no admite dos respuestas. El sistema deportivo, como el rap o como el fútbol de Maradona y Messi, funciona bajo la lógica del highlander: solo puede haber uno.

Invictus: La Publicidad como Profecía Tóxica

La conexión con la campaña publicitaria de Invictus de Paco Rabanne es inquietantemente precisa. Esos anuncios venden una masculinidad «invicta»: inquebrantable, dominante, sin fisuras. El poema de William Ernest Henley que da nombre a la fragancia proclama: «Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma».

HIM deconstruye brutalmente esta fantasía. Cameron quiere ser invicto, pero la película revela que esta aspiración es precisamente lo que lo destruye. La cultura deportiva le vende la misma mentira que Invictus: que la verdadera masculinidad es impenetrable, que el verdadero campeón nunca se quiebra. Pero Cameron está quebrado, e Isaia también, y la prohibición cultural de admitirlo los empuja hacia comportamientos autodestructivos.

Tipping filma los cuerpos masculinos con una mirada que oscila entre lo erótico y lo clínico, similar a cómo la publicidad de fragancias masculinas cosifica al hombre para venderlo como objeto de deseo y envidia. Los vestuarios, las duchas, los entrenamientos: espacios de homosocialidad cargada donde el cuerpo masculino es simultáneamente admirado y vigilado, deseado y temido.

La Fragilidad del Ego: El Vidrio Bajo el Músculo

Cameron e Isaia existen en un ecosistema donde su valor como personas es indistinguible de su rendimiento en el campo. Un mal partido no es simplemente una derrota deportiva; es una aniquilación existencial. Tipping muestra cómo esta ecuación tóxica 

Identidad = Performance

crea egos que son simultáneamente inflados y cristalinos.

La competencia no es solo contra otros equipos, sino contra los propios compañeros, contra versiones hipotéticas de sí mismos, contra el inevitable declive del cuerpo, contra el legado familiar. Esta hipervigilancia es agotadora, pero la cultura deportiva la glorifica como «mentalidad de ganador» o «hambre competitiva». La película revela que detrás del swagger y la confianza hay terror: terror a no ser suficiente, a decepcionar, a ser reemplazado.

Titane: Linajes del Cuerpo Máquina

El paralelismo con Titane de Julia Ducournau es profundamente revelador. Ambas películas exploran la relación violenta entre cuerpo e identidad en contextos dominados por máquinas: coches en Titane, el sistema deportivo como maquinaria industrial en HIM. Ducournau lleva la fusión literal entre carne y metal al extremo surrealista, pero ambos directores comparten una obsesión: 

¿Qué ocurre cuando el cuerpo humano es tratado como un objeto modificable, optimizable, desechable?

En Titane, Alexia lleva placas de titanio en el cráneo y desarrolla una relación erótico-violenta con automóviles que culmina en un embarazo imposible. En HIM, Cameron e Isaia son igualmente «modificados» —mediante entrenamiento brutal, dietas controladas, “sangre”— para funcionar como máquinas de rendimiento. El titanio de Ducournau encuentra su equivalente en la sangre de Tipping: ambos son materiales extraños inyectados en el cuerpo para hacerlo más fuerte, más resistente, menos humano.

Ambas películas presentan cuerpos que no pueden expresar vulnerabilidad sin enfrentar consecuencias catastróficas. Ducournau y Tipping comparten también una estética que fusiona la belleza con el horror: cuerpos hermosos sometidos a situaciones violentas, la tensión erótica entrelazada con el miedo. La diferencia es que mientras Titane abraza lo fantástico y lo extremo, HIM permanece en un realismo brutal que hace su horror más reconocible, más cotidiano, más imperdonable.

El Costo de la Corona

HIM es una película sobre el precio de la gloria en una cultura que consume a sus héroes. Justin Tipping no ofrece soluciones fáciles ni finales reconfortantes. La metáfora de los esteroides como sangre ancestral es particularmente devastadora: sugiere que el sistema deportivo no solo exige tu cuerpo presente, sino que coloniza tu linaje entero, convirtiendo la herencia y sueños del padre en presión insoportable.

La conexión entre el título HIM, «His Imperial Majesty» del rap, la masculinidad tóxica de Invictus, el legado imposible de figuras como Maradona, y el body horror de Titane revela un continuo cultural inquietante: vivimos en una sociedad obsesionada con fabricar iconos, con convertir cuerpos en símbolos, pero incapaz de sostener la humanidad de quienes coronamos.

Cameron e Isaia descubren que ser «el mejor» no es un logro sino una condena, que la majestad es una forma sofisticada de soledad, y que la sangre sagrada de los ancestros “literal o química”puede ser tanto don como veneno. La película de Tipping es un réquiem por todos los que fueron aplastados por coronas que nunca pidieron llevar  y una venganza al sistema de mercado.

«Porque el mejor cine siempre es una conversación tras los créditos, una copa de vino o un café con qué pecado sigues el diálogo”

Miquel Claudì-Lopez

Cominicador Audiovisual

Periodista

@miquelclaudilopez

@enlaaceradeenfrete

@queerascinema

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