MI VIDA ES MI RESPONSABILIDAD
Ernest, no te puedo hacer responsable de mi felicidad, no puedo, ni quiero, ni tengo derecho a cargar en ti el peso de mi responsabilidad. La vida, mi vida, es mía. Si no puedo llegar a ser feliz, si me cuesta dejar atrás el dolor, el sufrimiento, el miedo, es mi responsabilidad, mi elección. Puedo pensar que es porque tú te has ido, pero no es cierto. Si estuvieras aquí, si hubieras ido haciendo tu vida, si te hubieras ido a estudiar lejos o hubieras construido tu vida cerca de nosotros… ¿qué hubiera hecho yo con la mía de vida? ¿Continuaría colgando mi felicidad de tus éxitos, de tu alegría, de tu proyección? ¿Continuaría viviendo y sintiéndome orgullosa de tus logros y con esto tendría suficiente para sentir que mi vida ya está completa? ¿Cuáles son tus éxitos? ¿Qué tu felicidad me pertenece?…
La felicidad de los padres es ver a sus hijos felices construyendo su vida adelante… Pero… ¿Qué pasa cuando esta función ya no es necesaria? ¿Sabemos dejar atrás, reconocer el camino que han hecho nuestros hijos e hijas y permitir que ahora lo continúen a su manera y volver a enfocar de nuevo la nuestra, de vida?
Si tú no hubieras trascendido… ¿Me hubiera mirado a mí misma en algún momento y hubiera sabido ver mi vida latente, en la espera de ser reconocida y aprovechada para construir de nuevo la mía, la personal, de felicidad? ¿La felicidad del proyecto que me trajo aquí?
Cuando los hijos se van de casa y viven su vida…
Cuando los padres ancianos a quienes hemos cuidado quizá durante muchos años se van…
Cuando aquel trabajo al que has dedicado toda tu vida se acaba…

Cuando te vas dando cuenta que el cuerpo te responde cada vez menos y que empiezas una nueva etapa…
Cuando la persona en la que confiabas y amabas se vuelve ajena y se va…
Cuando aquel proyecto y aquellas expectativas que habías imaginado se derrumban de golpe…
Cuando la enfermedad entra a formar parte de tu vida…
¿Somos capaces de reinventarnos, de mirar dentro de nosotros y forjar un nuevo futuro? ¿Reconocer el aprendizaje y la oportunidad que se presenta ante nosotros con cada cambio? ¿Dónde nos colocamos cuando la adversidad entra en nuestra vida?
“MAMÁ, estoy dentro de ti, estoy en tus pensamientos, en tus sentimientos, en tus recuerdos, en tus anhelos, en los días de duda y en los días de magia. Estoy impregnado en ti, en tu piel, en tus ojos, en tus cabellos, en tu cuerpo, en toda tu vida. No hay nada que hagas en que yo no esté presente. Aprende a sentirme, a escucharme, no te cuestiones si soy yo o eres tú, porque los dos somos lo mismo. Solo siente lo que estas palabras crean en tu cuerpo, en tu corazón, en tu mente. Separa mente de corazón, mamá, sé consciente siempre en donde tienes puesta la atención cuando te vienen pensamientos. La mente es una y el corazón es otro.

Permítete escribir y permítete no escribir, sentir y no sentir, mirar y cerrar los ojos, estar bien y no estar bien… Permítete sentir todas las emociones sabiendo que son creadas por pensamientos, por prejuicios, por costumbres, por novedades… Todo el bullicio, todo el ruido que existe, todo el sufrimiento, toda la desesperación, todo el griterío, todo, está afuera. Por esto lo escuchas con tus oídos, lo percibes con tus sentidos físicos, pero todo está afuera. Tú estás dentro. Tu alma, tu ser divino y yo estamos dentro. Afuera gritos, adentro silencio. Afuera distorsión, dentro gozo. Afuera sufrimiento, adentro paz. Vives en los dos mundos, reconócelos, acéptalos y convive con los dos, pero recuerda que tu verdadero Yo está dentro. Y yo contigo, afuera y adentro.
Mamá, la vida es esto y sería exactamente esto si yo estuviera aquí. No cambiaría, cambiaría tu sentir, sería más fácil por un lado y quizá más difícil por otro, pero no tiene importancia, lo que tiene importancia está adentro, es aquello que continúa, que no muere. Lo que importa es quien somos, no lo que pensamos que somos. La vida es esto porque somos nosotros la vida y la llevamos con nosotros allí donde vamos, donde estamos, en todo aquello que hacemos, qué decimos, que proyectamos, que esperamos, que destruimos, que cortamos… La vida somos nosotros, por esto siempre es aquí, siempre es ahora.
Tienes muchas ganas de volverme a ver, mamá, de volverme a abrazar desde tus sentidos físicos, desde lo que recuerdas, cómo me recuerdas, cómo me has vivido. Pero cuando salgas de este cuerpo, mamá, ya no te harán falta ninguno de estos sentidos para verme, para saberme, para integrarte en mí. ¡Te parecerán tan limitados estos sentidos terrenales cuando vengas! No tienen nada que ver con nuestra esencia de amor, vida y libertad que en realidad somos. Quedarás maravillada y dirás: “¿Cómo no lo recordaba?” Pero es así, la aventura de la vida consiste precisamente en no recordar nada de lo que somos. Así que, mamá, vívelo todo, no rechaces ninguna emoción, ni la juzgues, no te obligues a ser nada más de lo que ya eres porque todo lo tenemos dentro. Cree en tu luz, sonríe, mira con alegría, no te compares con nadie, no tienes que hacer nada más que lo que haces. Respira cada día, cada momento, cada encuentro, cada caricia, cada palabra, cada sonido, cada melodía, cada emoción. No juzgues, abraza. Has venido a vivirlo y todo forma parte del escenario de tu vida.
Te amo, mamá, estoy escribiendo aquí a tu lado, te hago tocar las teclas que dibujan mis palabras y escriben mi amor por ti.”
Maria Dolors Beltran Boixadera
mamaestoyaqui.com