El Septimo Pecado «Sketch. Cuidado con lo que dibujas»

El Septimo Pecado «Sketch. Cuidado con lo que dibujas»: 

 

Una metáfora filosófica sobre la muerte, el duelo y la liberación de nuestros monstruos interiores

Cuando el arte se convierte en exorcismo

«Sketch. Cuidado con lo que dibujas» (2024), la ópera prima de Seth Worley, trasciende su aparente simplicidad narrativa para convertirse en una profunda reflexión filosófica sobre el proceso de duelo y la confrontación con la muerte. La película, que narra la historia de una niña en duelo cuyos dibujos cobran vida tras caer su cuaderno en un estanque misterioso, funciona como una alegoría contemporánea sobre los mecanismos psicológicos que empleamos para procesar el trauma y la pérdida.

La premisa fantástica —dibujos que se materializan y siembran el caos— no es meramente un recurso narrativo, sino una metáfora sofisticada sobre cómo nuestras emociones reprimidas, especialmente aquellas relacionadas con la muerte y el abandono, pueden manifestarse de formas destructivas cuando no las procesamos adecuadamente.

La muerte como tabú social: El silencio que alimenta monstruos

En «Sketch», la muerte opera como el gran no-dicho, el tema que la familia evita abordar directamente. Esta evasión, característica de las sociedades occidentales que han medicalizado la muerte hasta convertirla en tabú, se manifiesta a través del comportamiento de los adultos que rodean a la protagonista. La muerte se convierte en aquello de lo que no se habla, pero que precisamente por su silenciamiento adquiere un poder devastador.

Desde la perspectiva de Michel Foucault sobre la «muerte domesticada» de las sociedades modernas, la película muestra cómo la muerte ha sido relegada al espacio privado y silenciado. Esta privatización del duelo genera un vacío emocional que se llena con las proyecciones artísticas de la niña. Los dibujos que cobran vida representan todo aquello que no puede ser verbalizado sobre la experiencia de la pérdida, sugiriendo que lo reprimido tiende a retornar con mayor intensidad y destructividad.

El arte como liberación de monstruos: La sublimación del trauma

Los «monstruos» que dibuja la protagonista no son criaturas arbitrarias, sino proyecciones de sus miedos, frustraciones y dolor no procesado. El hecho de que estos dibujos cobren vida sugiere que el arte posee un poder transformador que va más allá de la mera representación: tiene la capacidad de materializar lo invisible, de dar forma a lo que carece de forma.

Esta dimensión del arte como exorcismo personal conecta con las teorías de Carl Jung sobre la función trascendente del arte. Los dibujos funcionan como mandalas junguianos que permiten a la protagonista establecer un diálogo con sus propios demonios internos. Sin embargo, la película también advierte sobre los peligros de una expresión artística no mediada: los monstruos que escapan del control representan el riesgo de que la sublimación artística se convierta en acting out destructivo si no se enmarca dentro de un acompañamiento terapéutico.

La orfandad como condición existencial

La película aborda la orfandad no meramente como la pérdida concreta de progenitores, sino como una condición existencial más amplia que implica el enfrentamiento prematuro con la vulnerabilidad fundamental de la existencia humana. La protagonista no solo ha perdido a un ser querido; ha perdido la ilusión de seguridad y permanencia que caracteriza la infancia.

Desde una perspectiva existencialista, la orfandad representada funciona como metáfora del *Geworfenheit* (estado de arrojamiento) heideggeriano. El niño huérfano es forzado a confrontar prematuramente la contingencia de la existencia y la inevitable soledad del ser humano frente a su propia mortalidad.

La orfandad no es solo la ausencia de figuras parentales, sino la pérdida del mundo simbólico que éstas proporcionaban. Es la caída del paraíso de la infancia donde los adultos ofrecían la ilusión de control sobre el caos. Los dibujos de la protagonista pueden interpretarse como intentos de reconstruir un mundo simbólico propio, de crear nuevas narrativas que den sentido a una experiencia que ha quedado fuera del marco interpretativo convencional.

El duelo como proceso creativo: Entre destrucción y reconstrucción

«Sketch» presenta el duelo no como un proceso lineal de aceptación, sino como un complejo trabajo creativo de elaboración y transformación. Los dibujos constituyen un laboratorio emocional donde la protagonista puede experimentar con diferentes formas de relacionarse con la pérdida, la rabia y la confusión.

El caos que generan los dibujos materializados cumple una función terapéutica esencial: obliga a la familia a confrontar la realidad del duelo que habían estado evitando. La destrucción que causan los monstruos funciona como una crisis necesaria que rompe la falsa estabilidad construida evitando hablar de la muerte.

Esta dimensión destructiva-reconstructiva conecta con las ideas de Donald Winnicott sobre la «destrucción del objeto» como parte necesaria del desarrollo psicológico. Los monstruos representan la necesidad de destruir simbólicamente el orden establecido para reconstruirlo sobre bases más auténticas. La resolución, donde la familia debe unirse para enfrentar las criaturas, sugiere que el duelo individual requiere acompañamiento comunitario.

La materialización del inconsciente: Lo real y lo simbólico

El elemento fantástico central —la materialización de los dibujos— representa el proceso mediante el cual los contenidos inconscientes buscan manifestarse en la realidad. Esta materialización sugiere que existe una continuidad entre el mundo interno y el externo que las concepciones racionalistas tienden a negar.

Desde una perspectiva fenomenológica, esta materialización puede entenderse como representación del poder constitutivo de la conciencia. Nuestras representaciones no solo reflejan la realidad, sino que participan activamente en su construcción. Los dibujos no solo expresan el mundo interno de la niña, sino que lo proyectan hacia el exterior y lo convierten en parte de la realidad compartida.

El arte como puente entre la muerte y la vida

«Sketch. Cuidado con lo que dibujas» propone una comprensión del arte no como escape de la realidad, sino como herramienta fundamental para la elaboración de las experiencias más difíciles de la existencia humana. La película sugiere que el arte posee una capacidad única para crear puentes entre el mundo interno y el externo, para hacer visible lo invisible.

La orfandad representada no es solo la pérdida de figuras parentales específicas, sino la confrontación prematura con la condición fundamental de vulnerabilidad que caracteriza la existencia humana. En este sentido, todos somos huérfanos potenciales enfrentados a la incertidumbre y la mortalidad.

La película propone que la muerte no debe ser ocultada sino integrada creativamente en el proceso vital. Los «monstruos» que todos llevamos dentro no deben ser reprimidos sino expresados, confrontados y transformados a través del proceso creativo. El arte auténtico se revela como el espacio donde podemos experimentar con nuestras emociones más difíciles y encontrar nuevas maneras de habitar el mundo después de las pérdidas inevitables.

En última instancia, «Sketch» se convierte en una defensa de la creatividad como forma de resistencia ante el trauma y como vía privilegiada para la transformación personal y colectiva. La muerte, lejos de ser el final de la historia, se revela como el motor de la creación más auténtica: aquella que surge de la necesidad vital de dar sentido a lo que parece carecer de él y de construir puentes de significado sobre los abismos de la pérdida.

Dialoguemos, debatamos, compartamos.

«Porque el mejor cine siempre es una conversación tras los créditos, una copa de vino o un café con qué pecado sigues el diálogo”

Miquel Claudì-Lopez

Cominicador Audiovisual

Periodista

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