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¡ABORDO!! QUE INICIAMOS LA TRAVESIA 2024

En esta época materialista comparto un recuerdo casi romántico a lo Vito Dumas. 

Apuntes de mi curso de verano de timonel Yacht club Buenos Aires. 

San Fernando 1987 En náutica toca a veces navegar en tiempos realmente duros. 

Un Pampero o una Sudestada yendo a Uruguay, por ejemplo, requiere estar bien preparado para enfrentarlos. 

Hay dos peligros realmente graves en mal tiempo para barcos pequeños: ser lanzado a la costa de sotavento, sin posibilidad de remontar o ser destrozado por las olas rompientes. 

La defensa es evitarlo y se dispone de muchas herramientas. 

En náutica, como en la vida, no hay fórmulas únicas y rígidas para hacer frente a condiciones adversas. La mejor táctica es NO dejarse sorprender por el temporal. Se puede optar por “ponerse a la capa” donde el barco enfrenta con la proa al viento. 

Se pueden utilizar las velas “tormentín” y “mayor de capa”, cuidando que el barco no tenga demasiada arrancada hacia adelante, ni demasiado abatimiento. Así será capaz de cortar las olas con la proa. O “capear a palo seco”, arriando todas las velas y permitiendo que él adopte su propia posición de equilibrio natural, cediendo y no resistiendo las olas. 

Otra posibilidad es “correr” el temporal, navegar con él por la popa, es decir, hacia donde este va. 

Y aquí el centro vélico es vital que esté a proa, así el barco tendrá mucha estabilidad de rumbo. Lo más importante en esta elección es llevar la velocidad correcta, pues si el barco va demasiado rápido podría “pinchar” la ola e “irse por el ojo” y si va lento la velocidad relativa de las olas será grande y el barco tendrá mucha dificultad de gobierno cada vez que sea alcanzado por una. 

También se puede optar por “correr libre”, es decir, no frenando al barco (la preferida de Vito Dumas), o “correr con estrechas” qué consiste en largar por la popa cabos con peso (es como si algo nos tirará de atrás). 

Por último, se puede usar en caso de portarla un “ancla de mar” que puede ser una solución para casos desesperados. Será un tiempo mundial para capear temporales. Y en la vida, como en el mundo náutico, se pone a estar alertas, atentos, conscientes. 

Este mi deseo para el 2024: que cada momento sea de conciencia plena. 

Nos leemos en febrero, a anclar sensaciones brillantes que es nuestro derecho muy genuino.

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