¿Aportas, o apartas?
Los que odian, los que culpan, los que avergüenzan y los que se quejan…
El otro día me topé con un post de una persona a quien aprecio mucho.
Me gusta leer sus publicaciones, compartir su perspectiva y admirar su actitud, pero esta vez, al leerlo, me sentí «terriblemente mal».
Algo era diferente.
Noté un cambio en su lenguaje y en el contenido de su mensaje.
No podía creer que fuera esa persona quien escribiera ese post.
De repente, empecé a sentir tristeza, aunque al mismo tiempo frustración e incluso enfado.
Estuve a punto de responder reconociendo sus palabras y convirtiéndome en algo que rechazo y me niego deliberadamente a ser.

Así que decidí no «reaccionar», sino sentarme a leer todos los comentarios de las personas que participaron en la conversación, todas ellas buena gente, sí, pero todas divagando, odiando, culpando, avergonzando a los odiadores, culpables, avergonzados.
Estoy muy agradecido por haber podido reprimir mi reacción inicial de apoyo (acción positiva) y de queja de «los demás» (consecuencia negativa de mi acción inicialmente bien intencionada).
Si no puedo aportar, prefiero apartar.
Recuerdo muy bien, después de haber pasado por mis propios pequeños infiernos, lo importante que me parecía hacer brillar la luz o poner el punto de mira en ciertas cuestiones que sabía y sentía que estaban mal, intentando hacer lo correcto y «ayudar» a los demás.
Después, tras reflexionar profundamente y aprender mucho sobre la naturaleza humana, reconsideré muchas de mis propias convicciones sobre nuestro comportamiento.
Realmente acepto la «teoría del eco», así como el poder de la proyección.
He tenido muchas publicaciones, o mejor dicho, comentarios así (de los que odian, culpan, avergüenzan y los que se quejan, o cómo prefieras “etiquetarlos”) en los que pretendía tener un buen impacto, incluso salvar vidas, pero me “explotaron en la cara”.
Y sí, esa es quizá la razón por la que tanta «buena gente» abandona y deja de preocuparse, compartir y participar…
Renuncian, no por falta de conocimientos, experiencia o convicción, sino porque centrarse en los que no están de acuerdo con nosotros nos desgasta y nos quema en lugar de hacernos pensar y mejorar en cómo llegar a ellos también.

Descubrí que algunas de esas personas sólo esperaban que me señalara a mí mismo en lugar de a ellos, y que abriera mi corazón y mi mente, dándoles la bienvenida para que me alcanzaran y escucharan lo que tenía que decir.
Señalar con el dedo puede parecer algo justo, pero la mayoría de las veces, las personas a las que señalamos con el dedo solo intentan protegerse y abrazarse a sí mismas.
Avergonzarlos solo me convertía a mí también en un avergonzado. Un hombre sabio dijo una vez que no hay que discutir con personas enfadadas, heridas y que sufren, ya que te arrastrarán o te llevarán a su nivel. Y todos sabemos lo peligroso, dañino, arriesgado y doloroso que puede ser esto.
La conciencia no se impone, se inspira.
Como bien sabes, no podemos traer o tomar ni dar conciencia a otra persona. Solo podemos ganarla para nosotros mismos y tal vez, solo tal vez, atraer o dirigir la atención de los inconscientes hacia el tema del que queremos que tomen conciencia, en lugar de alejarlos.
¿No es así?
Al igual que en la publicidad, diferentes anuncios funcionan para diferentes personas, y por lo tanto, elegimos nuestra forma de comunicar y nuestro mensaje. Debemos aprender a respetar que a los demás puede no gustarles o no responder (reaccionar) a nuestro mensaje o a nuestra forma de comunicar.
A veces la gente simplemente no está preparada o no puede aceptar la ayuda y el apoyo que ofrecemos. Y eso también es algo que debemos aceptar y respetar.
Duele, sí, pero es su vida y su responsabilidad.
Nadie cambia nunca a menos que esté dispuesto o se vea obligado a hacerlo. Y yo no estoy en condiciones de obligar a nadie a hacer nada en contra de su propia voluntad.

Entre cierres y nuevos comienzos
En estas fechas, recién estrenado un nuevo año, es un buen momento para reflexionar sobre nuestras acciones y nuestras palabras.
¿Estamos realmente aportando o, sin darnos cuenta, estamos apartando?
¿Elegimos construir puentes o levantar barreras?
Este es un llamado a mirar hacia dentro, a cuestionarnos y a mejorar nuestra forma de comunicarnos, de relacionarnos y de liderar. La empatía, el respeto y la paciencia son herramientas poderosas para inspirar el cambio, pero no podemos olvidarnos de aplicarlas primero con nosotros mismos.
Gracias por tu tiempo y atención.
Espero con interés leer tus reflexiones y comentarios. ¿Qué opinas tú?
Semper Fidelis, Ber
Será un honor acompañarte en tu camino hacia una comunicación más auténtica, una vida más consciente y un liderazgo más inspirador. Si quieres reflexionar juntos o necesitas apoyo en este proceso, no dudes en contactarme. Te espero en mis encuentros grupales o programas individuales.
Más información por mensaje privado.
Un fuerte abrazo y mis mejores deseos para este nuevo año.
Nos vemos «dentro»…