BULLYING. ACOSO ESCOLAR.
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La convivencia pacífica en los centros educativos, no implica ausencia de conflictos, dado que estos son inherentes a la condición humana. Lo que la define como tal, es que los mismos se resuelvan de una forma no violenta. Apunta a la construcción de ciudadanía en niños y adolescentes – futuros adultos, o sea, a la promoción de valores democráticos, de aceptación de la diversidad, de tolerancia y respeto, reconocimiento de deberes y derechos humanos, tomando como base la participación activa de todos los actores implicados.
Este artículo intenta mostrar este fenómeno del Bullying, como un hecho de violencia y la importancia de su prevención. Asimismo, intenta reflexionar sobre este fenómeno y sus formas de prevención, identificar factores de protección y de riesgo.
La violencia es un fenómeno muy complejo, ya que cada sociedad o cultura le atribuye a los comportamientos de sus integrantes el valor de aceptable o inaceptable, de lo que es un daño o no lo es. Según la Organización Mundial de la Salud:
“La violencia es el uso deliberado de la fuerza física o el poder,
ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o grupo o comunidad,
que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte,
daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.
El comportamiento de los niños está determinado por múltiples factores: su personalidad, su predisposición biológica, las relaciones dentro de la familia, centro educativo, barrio, así como por valores, costumbres y tradiciones predominantes del momento histórico en el que transcurre su existencia.
Con respecto al centro educativo, el mismo ha construido una identidad propia, producto de su historia, contexto socioeconómico-cultural, actores que la conforman e infraestructura edilicia. Esta identidad determina estilos propios referidos a: modelos de enseñanza-aprendizaje, qué conocimientos serán valorados en desmedro de otros, formas de disciplina, metodologías, vinculación con padres, otras instituciones, etc.
El Bullying es un comportamiento violento que se mantiene en el tiempo que puede implicar insulto verbal, rechazo y aislamiento social, intimidación, discriminación, agresividad física, de unos niños hacia otros y que se convierten, de esta forma, en víctimas de sus compañeros.
Es un daño causado intencionalmente, el cual puede ser físico o psicológico, que se da en forma sistemática (no una sola vez), del más fuerte al más débil, en el cual se observa un desequilibrio de poder.
A nivel internacional se manejan tres criterios diagnósticos para definir el bullying:
- La existencia de una o más conductas de hostigamiento reconocidas como tales: Burlas, aislamiento, insultos, golpes, robo, etc.
- La repetición de la conducta que ha de ser evaluada por quien la padece como no, meramente accidental, sino como parte de algo que le espera sistemáticamente en el entorno escolar en la relación con aquellos que lo acosan.
- La duración en el tiempo, con el establecimiento de un proceso que va a ir minando la
resistencia del niño y afectando significativamente a todos los órdenes de la vida:
académico, afectivo, emocional y familiar.
El Bullying implica una dinámica de funcionamiento entre los diversos protagonistas que participan, cada uno jugando un rol distinto.
Básicamente se distinguen tres protagonistas:
el hostigador o agresor, la víctima y los expectadores que presencian los hechos sin tomar generalmente ninguna acción al respecto.
Los niños o jóvenes que están siendo víctimas de bullying suelen silenciar lo que les sucede, sin embargo, pueden presentar algunas de estas señales o comportamientos: no quieren ir a la escuela/liceo o quieren ir acompañados o realizan cambios en el camino habitual al centro, pueden hacerse la “rata”, bajar el rendimiento académico, volver de clases con ropas o útiles dañados, comenzar a tartamudear, a tener pesadillas o a llorar en las noches, presentar inexplicables heridas o moretones, mostrarse agresivos con sus hermanos, a faltarle el apetito, malestares físicos como dolores de cabeza, de estómago, amenazas de huir de la casa y en casos extremos suicidarse o dañar a otros compañeros.
Es fundamental que los docentes, maestros y personal en general de los centros educativos, así como los padres aprendan a discriminar y entender el funcionamiento del Bullying, le presten atención, sepan los daños que genera, cómo afecta el aprendizaje curricular, el clima institucional y asuman que las estrategias que tomen para prevenir el abuso, la prepotencia y el maltrato tienen que formar parte de sus finalidades educativas.
La no tolerancia de la violencia entre iguales, no considerarla como un problema individual y trivial de un chico concreto (tanto agresor, víctima o espectador), sino el asumir que es un problema de toda la comunidad educativa porque tiene efectos destructivos para todos los miembros que en ella participan y conviven: a nivel los procesos de enseñanza – aprendizaje, sean estos curriculares, vinculares, psicológicos.
Pero más allá de los efectos a nivel de los centros educativos, todo tipo de violencia se retroalimenta y reproduce a nivel de los distintos contextos que involucran a las personas. Estos niños y jóvenes que crecen entre comportamientos de maltrato e impunidad, serán los futuros adultos que probablemente replicarán este estilo de relacionamiento en su ámbito familiar, laboral y social.