“Era mi vida”, canciones que escuchaba mi abuelita, cuando todo en su vida estaba en calma, en paz.
Su nieto ayer me decía, “ahora hacía tiempo que no escuchaba nada”.
¡¡Como os amó!! A ti, a tu esposa, a tus hijos y amigos; sin embargo, una parte de ella se fue con su alma gemela, su querido esposo.
Mucho la retenía aquí y mucho la estiraba hacia aquel rincón del universo donde su amado permanece desde hace año y medio. “Cómo el viento se lleva las hojas, el amor por ti se me ha llevado la vida, ningún miedo a la muerte, si estoy contigo, los que permanecen aquí, me saben feliz si quedo con tu compañía»
Queridos hijitos míos, la abuela os ha amado más que a su vida, aquellos gritos de alegría en la escalera de su casa cada vez que iba a verla, eran la señal de un amor infinito, no hacían falta demasiadas palabras para entender que era pura pasión. Si os pudieseis sentar ante la abuelita, seguro os explicaría un cuento, posiblemente su último cuento, y si la escucháis con atención, seguro que os contaría:

“Había una vez una chica callada, introvertida, tímida, que vivía en Huelva y se llamaba Soledad.
Sí, era yo, la abuela. Yo también tuve a unos padres, como vosotros, José y María, unos padres que murieron y ahora me hacen compañía, me esperaban para abrazarme y decirme que me habían añorado. Yo también fui pequeña como vosotros, no recuerdo muy bien si me contaban cuentos o con quien jugaba, la memoria me falla, ya estoy mayor, lo que Sí recuerdo como si fuera ayer, fue cuando conocí a vuestro abuelo, el rey de los trenes.
Además, yo trabajaba en un bar, el bar de la Renfe, y sabéis queridos míos, vuestro abuelo venía cada día a tomarse una bebida y así poder verme.
Suerte de esas visitas, conocí al hombre mejor que se ha podido cruzar en mi vida, vuestro abuelo.

Sin pensármelo dos veces, fuimos a vivir juntos, a nuestra casa, la casa que nos arreglamos y fortalecimos, una casa que desde 1981 reescribía historias de compañerismo y mucho cuidado, como la que tuvimos por vuestro tío Tom, hombre valiente y fuerte hasta el último suspiro. Queridos nietos, nos amamos desde el primer día, un amor tan puro del cual no podía salir nadie mayor que vuestro padre, mi querido hijo. Y quien mejor que él para llevarnos el día de nuestra boda, los anillos, unos anillos que representaban una unión de por vida hasta que la muerte nos separó.
Hace año y medio vuestro abuelo murió, pero la muerte no separó nada, le he seguido amando el resto de mi vida hasta hoy que vuelvo a estar con él para decirle muy fuerte y susurrándole a la oreja, querido soy yo, vuelvo a estar aquí contigo, para quererte y cuidarte
“Ahora recordaremos juntos cómo nos gustaba visitar todos los mercados los domingos, nuestros desayunos”
Vuestro abuelo me conocía, y sabía el delirio que tenía para estrenar ropa y cómo me gustaba llegar del mercado con dos plantas cada domingo. Mi devoción, las flores, las plantas, la vida en colores, sin palabras, ni explicaciones, ni juicios, ni rencor. Queridos nietos, la abuela del cuento, vuestra abuela, tiene un mensaje muy especial para vuestro padre, mi querido hijo. Decidle que le he querido con locura, que recordaré cada mediodía yendo a recogerle y así aprovechar aquella media horita para poder ver a su padre llegando del trabajo, mi querido esposo…
Decidle que infinitas vidas le velaría en el hospital orando por su vida, secándole las lágrimas. De pequeño iba detrás de él todo el día, no le dejaba vivir. Decidle que era por amor, no podía vivir pensando que nada le pudiera pasar. Decidle que me perdone, no he sido una madre demasiado surtidora, animosa, mi corazón necesitaba calma y con mis juegos de letras, la casa y todos vosotros, tenía suficiente. Le amaré y velaré desde aquí donde estoy, el resto de su vida.
Queridos nietos, os he amado con locura, habéis sido la razón de mi existir y este último año y medio me habéis hecho feliz, habéis sido mi aliento. Os velaré y amaré desde aquí donde estoy el resto de vuestras vidas.

Decidle a vuestra mamá que cuide de mi hijo, vuestro padre, y de vosotros, como yo os cuidaría, y que la velaré y amaré desde aquí donde descanso, el resto de su vida.
La abuela del cuento se despediría de sus amigos con calma y serenidad, dándoles las gracias por todo lo que han hecho por ella a lo largo de su vida y agradeciéndoles su respeto hacia su persona.
Quedaros tranquilos, estoy bien, descanso en paz y con la conciencia tranquila que he hecho en esta vida lo que volvería a hacer si empezara en otra.
HASTA SIEMPRE