¿Compensar o no compensar?
¿Comes bien entre semana, pero llega el viernes y…?
Si te encuentras a ti mismo pensando que el fin de semana deshiciste todos tus esfuerzos que venías construyendo en los días previos, no estás solo.
El fin de semana puede ser el gran obstáculo entre tus metas del peso ideal, incluso de una mejor digestión, más energía y más salud en general.
Pero… ¿realmente tenemos que olvidarnos del postre del viernes o el asado del domingo?
Hay una mejor solución y no, no es “compensar” pasando hambre ni con 4 horas de gym.
Te cuento como “compensar” de verdad, para seguir disfrutando tus favoritos y que tu cuerpo no necesite pasarte factura.
Que nuestra salud depende en gran medida de nuestras costumbres a la hora de elegir nuestra alimentación, movimiento, descanso ya hace mucho que no es novedad. No por conocido es un tema resuelto, todo lo contrario, las estadísticas muestran que al tiempo que las enfermedades crónicas no trasmisibles, infartos, diabetes, accidentes vasculares, tumores aumentan, los hábitos que las promueven y sostienen no mejoran.
Sabemos lo que tenemos que hacer, pero a la hora de actuar se nos complica y esa sensación de “estar en falta” nos va carcomiendo, nos sopla al oído que necesitamos cambiar.
Empezamos una dieta o un programa de ejercicio o de prácticas de meditación con fuerza y ganas, pero casi sin darnos cuenta se nos va deshilachando la resolución.
¡Es que cambiar, lo que se dice cambiar “de fondo”, cuesta y mucho; toma una energía que en el momento de la inspiración del “Esta vez sí voy a mantener la dieta!”, sentimos que tenemos.
En ese momento nos gana el entusiasmo, que por cierto es sumamente importante para ayudarnos a salir de la inercia, pero con eso no alcanza para seguir adelante y formar y consolidar las rutinas que buscamos. Una de las claves para llegar al éxito en el cambio de hábitos es aceptar que ese entusiasmo inicial va a decaer y estar preparados para la inevitable tentación de “comerse esto o aquello” o saltearse la clase de gym, o lo que fuera que nos habíamos puesto en nuestro plan de acción.
Parte de la magia de mantener ese entusiasmo y motivación inicial es acordarnos de reactivarla.
En vez de asumir que va a estar ahí de mañana cuando abrimos los ojos, asumimos que no va a estar y encontramos estrategias que la traen de vuelta, tal vez escribís tus objetivos cada mañana o escuchas ese podcast que te sube la energía. Aun con todo eso, puede ser que tu plan falle por un sinnúmero de motivos totalmente válidos.
En esos momentos necesitamos un Plan B
La clave está en tenerlo elaborado de ante mano y la mejor forma de elaborar un buen Plan B infalible y a prueba de excusas es… fallar. La vida es imprevisible hasta para los más organizados y si insistimos en pensar que cada desvío de nuestro plan es un fracaso, corremos el riesgo de desanimarnos. Por el contrario, cada dificultad es una posible fuente de información para ajustar el plan.
Esta actitud flexible es tan importante como tener un buen plan de acción y revisarlo con regularidad para ir adaptándolo a nuestra realidad.
En alimentación el Plan de Acción se parece mucho al Plan de Menú Semanal: si sabes lo que vas a comer en tu próxima comida y lo tienes prontito y a mano lograr una buena alimentación se vuelve mucho más posible. Acá es donde esto de “compensar o no compensar” se vuelve importante.
En este caso, cuando hablo de compensar no es el clásico matarse en el gym o no comer nada porque me “porté mal”, sino saber planificar de una manera realista que tenga en cuenta cómo es tu semana real, cuáles son tus momentos de más tentación y aceptando que sí, es muy probable que el fin de semana cedas a alguna más de lo debido.
Teniendo esto en cuenta es una buena costumbre prever que por ejemplo el lunes sea un día de comidas livianas con mucho verde, que nos ayude a compensar de forma sana y sin extremos (ni culpas), además de empezar la semana con energía y claridad mental.
En casa le llamamos el “Lunes Súper Detox”.
Eso sí, que una comida sea liviana no implica que no sea completa así que a poner atención en cómo armo ese plato. Quizás para ti el finde no es un tema, pero ese día que visitas a tu abuela que no sabe servirte un solo plato te saca del todo de tu ruta de moderación (aunque si la abuela hace comida casera tienes un punto a favor).
Tenlo presente en tu planificación de menú y que la cena sea una sopa liviana (pero completa y cargada de micronutrientes y fibra). Si vas integrando las cosas que te dan satisfacción en el menú, te va a ser más fácil mantener tu constancia, incorporar nuevas rutinas y ver que estás logrando ese “cambio a fondo”.