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Cuando comprendí que la vida no se trataba de ver la puesta de sol, ni estar a un paso de las estrellas, ni tocar el agua del mar, tampoco de observar los árboles, se trataba de sentir todas estas maravillas. En ese instante entendí que era lo que hacías tú, hacerme sentir mucho solo con escuchar, hacer sonar el perfume de tu voz, haciendo que nuestra conexión fuera in crescendo sin parar. 

Me hace sentir mejor, el saber que echar de menos es el privilegio de quien se atrevió a estar vivo, a sentir, a tirarse de cabeza. Aun sabiendo que todo el presente no sería más que un libro lleno de recuerdos. 

Ya no sé qué pensar, a estas alturas del partido, si cada intento de olvidarte me acerca más al recuerdo. Si desde que desapareciste sigo hacia delante, encubriendo que siempre miro de reojo si apareces por casualidad, así es el reencuentro en las novelas. 

Lo que no sabía era que, en la realidad, intentar tenerte siempre tendría un precio. Porque ahora la esquina donde nos despedimos al conocernos lleva tu nombre y recordar el concierto al que estuvimos juntos es mi nuevo cuento para dormir. Porque no sé si la actuación de que ya no te importo es solo una máscara o es a lo que me tendré que acostumbrar, siempre te encargas de no dejarlo claro. 

Ya no sé si entiendo el idioma de nuestras miradas. Y no comprendo el porqué, el porqué del océano de miedo que supone querernos de verdad, si está claro que podemos hacernos felices. Que solo volveremos a estar juntos cuando nos rindamos ante el milagro de dejarnos sentir. Cuando dejemos de infravalorar la indiferencia, que es la culpable de que los hechos hayan sucedido en este orden, que nos ha dejado lo más alejados posible. 

Cuando decidamos abrir los ojos por qué no sabemos que estamos al alcance de un último verso, el que defina si habrá algún poema más, dedicado a nosotros. Meditar sobre si es mejor así ya es mi rutina, y me preocupa pensar en la posibilidad de que simplemente estamos hechos de esta madera, sin más, y que nunca nos cansaremos de complicar las cosas. 

El terror de que puede que esta sea la respuesta a todas mis esperanzas de volverte a encontrar no se irá hasta que lo descubra, y para ello habrá que volver a ser valiente. 

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