El miedo a abandonar nuestra zona de confort.
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La tendencia a permanecer en un lugar que nos resulte seguro y sin riesgos es algo ancestral, que se remonta a la época de las cavernas, cuando salir de la cueva estaba determinado por las necesidades e implicaba siempre una amenaza.
En la actualidad, muchos de esos temores ya no tienen fundamento, pero, aun así, mantenemos la sensación de que, permanecer en un lugar conocido, nos evitará enfrentar peligros, aunque este lugar conocido nos genere malestar emocional.
Para poder crecer, debemos aprender y adquirir experiencia y eso requiere incursionar por lugares novedosos, transitar situaciones en las que debamos arriesgarnos a tomar decisiones, a elegir, a renunciar.
La zona de confort nos mantiene en lugar previsible, de poco riesgo, donde tenemos la ilusión de tener el control y donde consideramos que es difícil cometer errores.
La zona de confort se vive por un lado como un lugar agradable, cómodo, pero por otro, puede llegar a sentirse como una tranca, un estancamiento, una parálisis. Una zona donde todo es previsible y no ofrece resoluciones novedosas, no nos permite crecer y se convierte en un lugar donde no hay sueños que cumplir, ni metas qué lograr.

Cuando hemos decidido cambiar el rumbo, la primera pregunta que aparece es: ¿Y ahora qué hago?
Salir de la zona de confort es incómodo, porque vamos a tener que manejarnos y pensar de forma diferente, una forma a la que no estamos habituados y enfrentarnos a la incertidumbre.
Aquí, es donde nuestra historia la usaremos como herramienta y no como un ancla que nos haga mirar el camino desde un costado de la ruta.
Quizás surjan enojos con uno mismo, frustraciones, por malas decisiones, no importa, es aprendizaje y es mejor que la sensación de no haber hecho nada.
¿Cómo salir de nuestra zona de confort?
Lo primero que aparece es la sensación de estar viviendo a medias, de no ser capaces de enfrentar lo nuevo. Entonces, qué tal si nos preguntamos:
¿Qué queremos cambiar y cómo ya no nos queremos sentir?
¿Para qué vamos a salir de la zona de confort?
¿Para qué queremos cambiar? Respondernos estas preguntas nos generará una motivación y un sentido a nuestra vida.
¿Hacia dónde queremos ir?
Tener claro esto, nos da la certeza de que ya estamos preparados para avanzar.
Es importante Introducir pensamientos positivos.
Dejar de predecir todo lo malo que puede pasarnos. Centremos la atención en lo que puede salir bien y en que quizás tengamos que enfrentar obstáculos y sentimientos desagradables y eso podremos hacerlo con una actitud positiva.
Establecer las prioridades, nos permitirá organizarnos y planificar cómo lo vamos a lograr.
En este camino, empezaremos a descubrir nuestras virtudes y talentos.
Que tenemos todo controlado es una ilusión. Aceptar eso, nos ayudará a salir de nuestra zona de confort.
Aceptar lo injusto e imperfecto de la vida. Por lo tanto, nos enfrentaremos a algo real y no ideal.
¿Y si fracaso? No importa. Le buscaremos la vuelta y elegiremos otro camino.