El Septimo Pecado

Eddington: Anatomía de la Manipulación en el Espejo Fracturado de América

La Sátira como Bisturí Social

La nueva película de Ari Aster, ambientada en mayo de 2020 durante la pandemia de COVID-19, presenta el enfrentamiento entre el sheriff y el alcalde de Eddington, Nuevo México, como catalizador de una reflexión mordaz sobre la polarización social. Lo que en principio podría parecer una disputa local se convierte en un microcosmos perfecto para diseccionar los mecanismos de manipulación mediática y la fragilidad del tejido social contemporáneo.

Aster no ha elegido aleatoriamente el contexto pandémico como escenario. Esta «sátira sociopolítica salvaje y desquiciada» utiliza un momento de crisis global para examinar cómo las sociedades, cuando se encuentran bajo presión, recurren a los instintos más primitivos de supervivencia tribal. El pequeño pueblo de Eddington se convierte así en un laboratorio donde observar la metamorfosis del miedo colectivo en odio dirigido.

La Manipulación como Arte de la Supervivencia Política

La genialidad de «Eddington» radica en su capacidad para mostrar cómo la manipulación mediática no necesita de grandes aparatos propagandísticos para ser efectiva. En una comunidad pequeña, donde todos se conocen, la distorsión de la realidad opera a través de susurros, rumores y la amplificación selectiva de verdades parciales. Aster construye una narrativa donde los personajes no son víctimas pasivas de la desinformación, sino participantes activos en la construcción de su propia realidad distorsionada.

El enfrentamiento entre el sheriff (Joaquín Phoenix) y el alcalde funciona como metáfora de la polarización que caracteriza el discurso político actual. No se trata solo de diferencias ideológicas legítimas, sino de la instrumentalización del conflicto como herramienta de poder. Cada bando necesita del otro como enemigo para justificar su existencia y movilizar a sus seguidores. En este juego de espejos deformantes, la verdad objetiva se convierte en una víctima colateral.

La película demuestra con precisión quirúrgica cómo los discursos polarizados afectan a nivel cognitivo a las personas. Los habitantes de Eddington no toman decisiones basadas en análisis racionales de la situación, sino en la necesidad emocional de pertenencia. La adhesión a uno u otro bando no surge de convicciones profundas, sino del miedo al aislamiento social y la búsqueda desesperada de identidad grupal.

La Psicología de la Pertenencia y el Coste de la Diferencia

Uno de los aciertos más brillantes de Aster es su comprensión de que la polarización no se alimenta tanto de ideología como de psicología social básica. Los personajes de «Eddington» toman partido no por convicción, sino por supervivencia social. La película expone crudamente cómo la necesidad humana de pertenencia puede ser weaponizada, convirtiéndose en herramienta de manipulación masiva.

Esta dinámica es especialmente visible en personajes secundarios que oscilan entre bandos, no por oportunismo político, sino por una búsqueda desesperada de aceptación social. Sus decisiones impulsivas revelan la fragilidad de las convicciones cuando se enfrentan al ostracismo comunitario. Aster muestra cómo la presión social puede transformar a personas ordinarias en fanáticos, no a través de la persuasión ideológica, sino mediante la manipulación de sus inseguridades más profundas.

La película también aborda la cuestión de la autoestima como factor determinante en la susceptibilidad a la manipulación. Los personajes con menor estabilidad emocional se convierten en los más fervorosos defensores de posiciones extremas, buscando en la radicalización la validación personal que no encuentran en otros aspectos de sus vidas. Esta observación psicológica convierte a «Eddington» en un estudio de caso sobre la vulnerabilidad humana en contextos de crisis.

La Estructura del Odio: Anatomía Cinematográfica del Resentimiento

La construcción narrativa de «Eddington» funciona como una masterclass sobre cómo alimentar la estructura del odio sin recurrir al panfleto político explícito. Aster «estimula cerebros y retinas al unísono» creando una experiencia «sorprendente, original, divertidísima, incómoda y desafiante» que obliga al espectador a confrontar sus propios prejuicios y mecanismos de defensa ideológica.

El director emplea la ironía como bisturí para diseccionar las contradicciones de sus personajes sin caer en el maniqueísmo. Cada bando presenta argumentos aparentemente razonables que, examinados en contexto, revelan su naturaleza manipulativa. Esta ambigüedad moral obliga al espectador a mantener una distancia crítica, impidiendo la identificación fácil con cualquiera de las facciones en conflicto.

El montaje y la producción contribuyen a esta sensación de desorientación controlada. Las escenas se suceden con una lógica que parece natural pero que, retrospectivamente, revela su carácter construido. Esta técnica espeja los mecanismos de manipulación que la película critica: la realidad se presenta como evidente y natural cuando en realidad está cuidadosamente orquestada para producir reacciones específicas.

Los «zascas» que menciona la reflexión inicial funcionan como momentos de revelación que obligan al espectador a reconsiderar todo lo visto anteriormente. Estos giros narrativos no son meros efectos dramáticos, sino herramientas pedagógicas que ilustran cómo la información puede ser recontextualizada para modificar completamente su significado.

El Espejo de la Educación: Reflexiones sobre la Vulnerabilidad Intelectual

«Eddington» plantea implícitamente una pregunta fundamental sobre el papel de la educación en la resistencia a la manipulación. Los personajes más susceptibles a los discursos extremos no son necesariamente los menos inteligentes, sino aquellos cuya educación no les ha proporcionado herramientas para el pensamiento crítico y la diversidad de perspectivas.

La película sugiere que la educación «de base abierta, diversa e inclusiva» no es solo un ideal progresista, sino una necesidad de supervivencia democrática. Los personajes que sucumben más fácilmente a la manipulación son aquellos que han sido educados en ambientes homogéneos, donde la diferencia se percibe como amenaza rather than riqueza.

Esta reflexión adquiere particular relevancia en el contexto actual, donde la polarización política amenaza los fundamentos del diálogo democrático. «Eddington» funciona como advertencia sobre las consecuencias de una sociedad que privilegia la conformidad tribal sobre el pensamiento independiente.

La Inteligencia de la Incomodidad

Ari Aster ofrece «una lectura satírica y brutal de la crisis de valores que azota al pueblo yanqui» con una película que trasciende el entretenimiento para convertirse en herramienta de reflexión social. «Eddington» no pretende ofrecer respuestas fáciles ni soluciones prefabricadas, sino generar la incomodidad necesaria para el cuestionamiento personal.

La genialidad de la película radica en su capacidad para hacer que el espectador se reconozca en los mecanismos de manipulación que critica. Nadie sale indemne de la experiencia de ver «Eddington» porque todos, en mayor o menor medida, participamos de las dinámicas sociales que la película disecciona.

En un contexto donde el cine a menudo se refugia en la comodidad de las verdades preestablecidas, «Eddington» se atreve a cuestionar los fundamentos mismos del consenso social. Es una película que no solo entretiene, sino que educa a través de la provocación intelectual, recordándonos que el pensamiento crítico no es un lujo cultural, sino una herramienta de supervivencia democrática.

La película de Aster funciona, en última instancia, como espejo fracturado de una sociedad en crisis, donde cada fragmento refleja una verdad parcial que, sumada a las demás, compone un retrato demoledor pero necesario de nuestras contradicciones colectivas. «Eddington» es el tipo de cine que una democracia saludable necesita: incómodo, inteligente y profundamente humano en su crueldad analítica.

Dialoguemos, debatamos, compartamos.

«Porque el mejor cine siempre es una conversación tras los créditos, una copa de vino o un café con que pecado sigues el diálogo”

Miquel Claudì-Lopez

Cominicador Audiovisual

Periodista

@miquelclaudilopez

@enlaaceradeenfrete

@queerascinema

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3 comentarios en «El Septimo Pecado»

  1. sin duda iba peli a tener en cuenta, dado este análisis, que más parece un retrato de la sociedad actual, polarizada y manipulada, para sentirse parte de un todo, un todo que en muchos casos es un caos… como siempre, un placer leerte.

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  2. Me encanta todo lo que cuentas acerca de la película. Diría que tod@s nos sentiríamos identificado con algún personaje de la película, tanto por su personalidad como por el bando que escogiese y sus ideologías.

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