Ellos pueden, yo no
La indefensión adquirida
“Mi experiencia es mi única autoridad” proclamaba Carl Rogers.
Desde mi reemigración hasta el 2012 aproximadamente padecí este fenómeno psicológico que tan a maltraer pone a quienes lo transitan.
Les “spoileo” el final: Es sencillo salir de esa insufrible prisión, no fácil. Requiere gran autodeterminación y espíritu resiliente.
Un poco de historia.
Durante los años ‘70, Martín Seligman observó
qué los animales de sus investigaciones sufrían depresión ante determinadas situaciones y decidió llevar a cabo un experimento. Los enjaulaba y les aplicaba descargas eléctricas en tiempos aleatorios y variables para evitar que fueran capaces de determinar un patrón.
Al principio intentaban escapar, más pronto se dieron cuenta que no podrían evitar una repentina descarga. Así que cuando les dejaron las jaulas abiertas no escaparon. ¿Por qué? Ya no tenían una respuesta evasiva, habían aprendido a sentirse indefensos y a no luchar.
Este efecto se llamó indefensión aprendida, que en extremos llega a la obediencia ciega.
Humanos con experiencias previas de fracasos o traumas infantiles, pueden transitar la misma condición psicológica.
El marco es un cuadro de resignación, desesperanza e impotencia tras soportar reiteradamente estímulos aversivos que escapan a su control.
Entonces se enquista disfuncionalmente en una invalidez y pérdida de autimotivación. Producto de haberse expuesto repetidamente a sucesos negativos y estresantes que se conciben como inevitables e incontrolables.
Así van modelando su existencia dentro de una actitud pasiva, sin proactividad.
En lo personal el disparador fue la imposibilidad de reinsertarme profesionalmente en el mercado laboral. Busqué un tiempo denodadamente sin éxito. Me “rendí” al tener un impensado traspié; tras seis meses de entrevistas y ser seleccionada entre 60 candidatos en una corporate y con los análisis de ingreso aprobados me comunicaron que la Dirección había dado instrucciones de frenar los ingresos por tiempo indeterminado.
Sentí que ya poco podía hacer. Desarrollé comportamientos evitativos y me sumí en pasividad y depresión.
El trabajo en terapia se centró en proveerme de nuevas miradas y redescubrir habilidades para ser capaz de reinventarme, encontrando otros lugares y adquirir nuevos recursos o reutilizar existentes de nuevas maneras.
Revalorizarse, remotivarse para salir nuevamente a la vida plena y llena de posibilidades fue la salida en mi caso.
Es un problema realmente grave para quienes lo vivencian más, como todo comportamiento adquirido, puede modificarse y corregirse.
El proceso terapéutico es una valiosa herramienta que ayuda a la persona a “desprogramar” la indefensión adquirida, ya que provoca una serie de desórdenes conductuales, ansiedad, depresión. Hasta el punto que el afectado es incapaz de ver soluciones al problema que lo atormenta(déficit cognitivo).
La terapia vuelve a estructurar sus pensamientos y emociones, restableciendo el amor propio y la real valía personal.
El entorno social y familiar normalmente no comprende porqué la persona no hace nada para salir de esa situación (pareja tóxica, desempleo, fracaso estudiantil,etcs.).
La imposibilidad radica en que se ven afectados no sólo los ámbitos emocionales, motivacionales y cognitivos, sino también el nivel psicológico. Los ámbitos psíquicos y somáticos también se suman en indefensión adquirida.
Hay que desaprender la forma en que se está procesando la situación dolorosa y romper con el círculo repetitivo de la negatividad.
Signos que se ha caído en este síndrome:
- Pesimismo, se focaliza en lo negativo
- Depresión y pensamientos desesperantes y autodespreciativos
- Ansiedad ante la situación
- Bajísimo nivel de amor propio y motivación, bloqueo y pasividad/inacción
- Victimización y sentir “es el destino quien me condena”
Normalmente tiene raíz en abusos emocionales recibidos en la infancia.
No es un asunto meramente individual. La violencia familiar, el bullying, el mobbing, son ejemplos que demuestran la presencia de este fenómeno también en nuestra sociedad.
La salida implica buscar salida profesional con estos objetivos:
- Reaprender a evaluar situaciones
- Ampliar la propia conciencia
- Reforzar autoestima
- Poner a prueba supuestos y falsas creencias desadaptativas para activar comportamientos diferentes.
- Reinventarse personal y profesionalmente
Moraleja: Sí, se puede! Tantísimos otros y yo misma somos prueba viviente que trabajandolo se sale indemne de este profundo y anestesiante dolor hacia estadios de brillo y logros.
Ser felices es toda nuestra tarea vital y una decisión estrictamente personal.
Gratitud inmensa por las brillantes sensaciones que llegan a quienes trabajan esperanzadamente para vivir con plena energía
Nos leemos en agosto. Abrazo tu alma luminosa