FENG SHUI Y LA ENERGÍA DEL AMOR…
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En el Feng Shui, la energía del amor es una energía de tierra, tremendamente femenina, que tiene un toque de mamá muy marcado, porque es una energía cobijadora, abrazadora, receptiva, muy proveedora y preocupada de que todo sea abundante y generoso en nuestras vidas, con una extremada y delicada dulzura.
Esta condición abrazadora de la tierra es lo que veo que en muchas casas hace falta, me resulta muy habitual visitar casas en donde la energía de hogar dulce hogar simplemente no se siente, no se percibe el amor en el aire y mucho menos en el espacio.
Hablo de espacios en donde la «soltería» reina, y no lo digo en forma despectiva, ya que la soltería bien llevada me parece una maravillosa forma de vivir la vida cuando uno consigo mismo es feliz y te sientes completo, sino que me refiero a las casas en donde no hay cariño, donde la soledad se pegó en los muros y en los muebles como una costra dura y difícil de sacar, que seguramente si removemos un poco hará aflorar un dolor oculto en el corazón de la casa y del alma de quien ahí habita, las casas tristes, dejadas, solitarias, donde la ropa se tira en un rincón y los platos pueden pasar días sin lavarse, en donde solo es necesario un asiento y la TV para pasar los días sin dialogar con tu propio espacio.
El amor en Feng Shui es una energía dulce, tal como una madre con sus pequeños, se preocupa de cada uno de los detalles, una mesa bien puesta (no sentarte a tomar el té con el pan directo de la bolsa del supermercado sino con una linda panera, con la belleza de un mantel que abrigue nuestros sueños y le dé vida a nuestra casa), una cálida iluminación, asientos cómodos, limpios y ordenados.
Una cama bien hecha, levantarte por la mañana y ponerte tus pantuflas favoritas, sentir tu casa con un aroma rico y acogedor, que te haga sentir que es tu lugar en el mundo. Abrigarte cuando hace frío, refrescarte cuando hace calor, vestir tus ventanas con lindas cortinas que puedan abrir o cerrar sus ojos según las horas del día, tal como una madre hace con sus amados hijos, debes tú velar por tu casa, quien, sin duda, si está fría, abandonada o triste, poco puede hacer por llenar tu corazón de amor.
Si la endulzas, le cantas canciones, la llena de la magia de un aroma amoroso y creas el espacio más bello que puedes imaginar, sin duda, tu corazón sanará de cada herida dejada por un antiguo amor o por la soledad y se fortalecerá tu alma, esta vez, bajo la premisa del amor propio, lo cual incluye el respeto por tu hábitat, lo que significa que tu espacio refleja quien eres y como tú si te amas, mereces vivir en un espacio sano, lleno de vida y sin estancamientos.
Por el amor que te tienes ti mismo, ten tu despensa y refrigerador con abundante comida para que tu espacio se sienta alimentado. Por el amor que tienes a ti mismo, esparce aguas sanadoras para que el Chi se eleve y entrégale palabras de amor.
Por el amor que tienes a ti mismo, viste a tu espacio de gala, tal como si fueras a ir a una cita a encontrarte con tu amor, o pensando que tarde o temprano alguien vendrá a visitar tu hogar con el solo fin de verte a ti.
¡Por el amor que tienes a ti mismo, pon imágenes de felicidad y amor por toda tu casa, aunque seas soltero, declara al universo lo entretenido que sería pasar la vida con alguien a pesar de que únicamente ya lo tienes todo!
Por el amor que te tienes a ti mismo, ten cuidado con tus palabras, que tu espacio no escuche palabras de tristeza, rabia o cualquier cosa que la haga sentir que no te das cuenta de que está ahí.
Agradece, dile que la amas, vístela con colores, ilumínala, abre sus ventanas al mundo, dale regalos y verás como tu casa comienza a brillar.
Y luego, con mucho amor, abrázate a ti mismo, acógete, arrúllate, envuélvete en una rica mantita de lana para que tu alma también sienta que es amada, protegida y abrazada.
Únicamente con energía podemos sanar a otra energía y solo con amor, podemos atraer a un amor.
¡Y el primer amor es para ti: tu hogar, tu cobijo, tu mundo!