LA MUERTE DEL VERANO
Olivier Assayas es uno de los grandes directores del cine francés. Aún hoy en día nos sigue dando grandes trabajos que reflexionan sobre la vida, el amor y todo lo sustancial que rodea al ser humano.
Sus últimas películas “Dobles vidas” (2018), “Personal Shopper” (2016) o “Viaje a Sils María” (2014) son memorables, pero yo quiero realizar este artículo sobre una película muy anterior, que nos habla del final del verano, del final de la vida. Me estoy refiriendo a la película del año 1998 “Finales de agosto, principios de septiembre”, una radiografía sobre la dificultad de vivir. Una película humilde, magistral, bella…en definitiva, cine con mayúsculas.
Una historia redonda, abierta y clara. Escrita con una excelente belleza, que narra la vida de Adrien (François Cluzet), cuando ya no puede ocultar más su enfermedad y confiesa que le queda poco de vida. Esto afecta a su círculo más íntimo, pero en especial a Gabriel (Mathieu Amalric), su mejor amigo.
Capitulada en seis episodios que abarcan un año entero, los que van de finales de agosto a principios de septiembre del siguiente año, redefinirá las relaciones que se establecen entre amigos y compañeros a partir de conversaciones mundanas o transcendentales con los diversos personajes del film, con un fluir de las existencias de las personas del cuadro a pesar de las pérdidas, logros y renuncias que nos proporciona la propia vida en sí.
La película no abusa del dramatismo, sino que acompaña al espectador en ese viaje que es la vida, la madurez y la amistad, con una naturalidad inexorable.
“Finales de agosto, principios de septiembre” se presentó en la 46ª edición del festival de cine de San Sebastián que se celebró en 1998, obteniendo la concha de plata a la mejor actriz para Jeanne Balibar.
Una película a recuperar en alguna de las plataformas actuales.