La rebelión de los sentidos

Hay un momento en la vida de muchas mujeres en el que el cuerpo nos suelta “hasta aquí, basta”. Basta de besos que no saben a nada, basta de abrazos por compromiso, basta de encuentros que parecen una tarea más de la lista. Ese día, el cuerpo se convierte en una especie de rebelde silencioso que, aunque siga funcionando, ya no obedece sin más. En ese instante, si sabes escucharlo, es que empieza a reclamar lo que merece: presencia, atención, placer. Y al igual que cuando pasamos de una fase a otra con los consiguientes cambios hormonales; ahora al reclamar, al decir “hasta aquí” también estás iniciando otra revolución.

Lo curioso es que esta rebelión no siempre empieza en la cama. A veces comienza en un gesto cotidiano o un detalle mínimo: morder una mandarina y darte cuenta de que hacía meses que no saboreabas la fruta de verdad o ponerte una blusa y descubrir que la tela, al rozarte la piel, puede sentirse mejor que cualquier piropo. Es como si el cuerpo nos dijera: “Eh, los sentidos no son decoración, son la manera de volver a estar viva”.

El problema es que nos hemos acostumbrado a usar el cuerpo como un vehículo: lo llevamos al trabajo, al súper, a reuniones familiares… y rara vez nos detenemos a habitarlo. Lo cargamos con pesos, lo vestimos con las últimas adquisiciones de moda, lo mostramos, pero ¿lo sentimos?

El tantra tiene una visión que me gusta recordar: el cuerpo es un templo y los sentidos son sus puertas”. No son simples herramientas para percibir el mundo, sino caminos para conectar con el placer, la conciencia y, sí, también con la espiritualidad. Cuando abrimos estas puertas, de verdad, el placer deja de ser un objetivo y se convierte en un estado.

En mis talleres suelo proponer un ejercicio que parece muy simple, se trata de elegir un solo sentido y dedicarle toda la atención durante cinco minutos completos. Nada más. Si es el tacto, invito durante esos minutos a acariciar diferentes texturas o elementos: seda, madera, piel, agua… Muchas se sorprenden, ríen e incluso se emocionan. Más de una descubre que el roce de su propio cabello puede ser más erótico que una escena de Netflix. 

Todo esto sucede porque la mente empieza a callar y el cuerpo es el que toma el protagonismo; porque cuando bajamos la velocidad, el placer se encuentra sin necesidad de buscarlo; o sea, deja de ser un objetivo al que dirigirnos y no obstante se convierte en una experiencia totalmente presente. Y eso, aunque parezca fácil, es lo que más nos cuesta: disfrutar del camino sin obsesionarnos con llegar al destino ( clímax).

Octubre es un mes ideal para esta rebelión sensorial. Esa luz dorada de las tardes de otoño, el sol que no quema, el aire que ya refresca, los olores que cambian en la calle… todo invita a hacer una pausa y escuchar lo que el cuerpo intenta decirnos desde hace tiempo (pues en realidad, lo escuchemos o no, siempre nos habla).

Muchas mujeres me dicen: “Siento que mi deseo se apagó y no sé cómo volver a encenderlo”. Y yo les pregunto: “¿Cuándo fue la última vez que bailaste sola en la sala, sin seguir un tutorial, solo por moverte? ¿O que comiste algo sin mirar el móvil?”…La chispa del deseo, a veces, se enciende en esos momentos simples donde volvemos a sentirnos vivas.

Suelo leer y anotar frases que me gustan e inspiran como la de Alan Watts que dice: “No estamos en el mundo, somos el mundo”. Yo añadiría: también somos el placer con el que lo percibimos y experimentamos. Tus sentidos no son accesorios ni herramientas ajenas, son extensiones del alma explorando la materia, o sea, es tu manera de abrazar la vida.

Por eso, este mes te propongo un reto sencillo: cada semana, regálale protagonismo a un sentido.

  • Gusto: cocina algo que te encante y cómelo despacio. Cierra los ojos y deja que los sabores te inunden
  • Oído: acuéstate en la cama o en algún sitio donde puedas permanecer cómoda por un tiempo, pon tu música favorita y escucha sin hacer nada más.
  • Vista: observa colores, miradas, detalles que normalmente pasas por alto.
  • Olfato: huele tu piel recién bañada/perfumada/encremada, flores, especias, esencias.
  • Tacto: acaricia lo que tengas cerca, desde una piedra lisa hasta el lóbulo de tu oreja.

Estas son breves propuestas; por supuesto tú añade todas las que se te ocurran. No olvides : “Pequeños gestos, grandes despertares”.

No se trata solo de “mejorar tu vida sexual” (aunque créeme, pasa). Se trata de reconciliarte con tu cuerpo, de volver a sentirlo como tuyo, de regalarte placer en las cosas más simples.

Me encantará saber que este octubre te atreves a escuchar esa rebelión interna que pide más vida, más presencia, más placer. Ojalá descubras en tu vivencia que cada sentido es una llave y que tú eres no eres la guardiana de las llaves sino la dueña de todo el manojo.

Querida mujer, revoluciona tu vida con amor propio y con conciencia

Abhaya Fdez. de Castro 

@laviadeltantra.abhaya

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