El japonés Hirokazu Koreeda sigue preguntándose en su nuevo film, Monstruo ¿Qué es una familia?.
Su filmografía, salvo rara excepción, tiene a la familia como eje central de sus dudas, de sus miedos y por extensión, la de todos nosotros. Familia para bien y para mal, con momentos dulces, divertidos, pero también amargos, duros y de roces entre generaciones.
En este nuevo trabajo, vuelve a tener la precisión de la mirada infantil desde que lo hiciera en su primer trabajo de hace casi 20 años, “Nadie sabe”.
Monstruo es una historia fragmentada, como un puzle que el espectador debe montar desde dentro del film, con su propia mirada.

A lo Rashomon, el film juega a componer versiones distintas de un mismo hecho, sin saber que es falso o que es verdad, sino que lo único que muestra es lo humano.
El resultado es una película precisa y prodigiosa, llena de virtuosismo y perfección, pero sobre todo lleno de realidad, con sentimientos escondidos, en frustraciones disimuladas con conflictos actuales, con juicios previos mucha veces equivocados.
La historia comienza cuando una madre (Sakura Ando), descubre que su hijo preadolescente (Soya Kurokawa), ha cambiado el carácter y se encierra en si mismo. Empieza a hacerse preguntas y a preguntar en el colegio, cuando el niño le confiesa que todo es culpa de un profesor (Eita), al que le arruinan la vida.
Pero en realidad él ha cambiado por culpa de un alumno que sufre bulling (Hiragi Hinata), y que le promete que será su amigo. Esta amistad a escondidas es en realidad lo que cambia el carácter del niño.
Esta historia, nos la cuenta en sus 126 minutos desde el punto de vista de todos los implicados, niños, familiares, profesor y colegio.

Hay críticos que dicen que no es la mejor película del gran director japonés, pero es una gran obra.