QUE NO SE PIERDAN LAS CANCIONES DE CUNA Y LOS JUEGOS DE FALDA.
Hace un tiempo empecé una formación sobre literatura en la primera infancia. Una de las formadoras nos invitó a cerrar los ojos, hacernos tan pequeñas como nos fuese posible e intentar recordar quién nos cantaba y acunaba y abandonándonos en el momento de aquellos brazos y aquella voz, teníamos que intentar buscar recuerdos y las emociones que nos evocaban dichos recuerdos.
Ya sabemos que una persona no recuerda para nombrar y narrar su recuerdo hasta los 4 años aproximadamente, pero también está estudiado y demostrado que las experiencias y vivencias en los primeros años son las que marcarán y definirán gran parte de nuestra personalidad.

No podemos tener recuerdos a nivel cognitivo de cuando éramos bebés, de esa etapa en la que nos acunaban, arropaban, mecían y acariciaban para calmarnos, dormirnos o para “simplemente” transmitirnos ese amor y vínculo tan fuerte e importante que se va creando desde el primer momento. Pero sí lo llevamos impreso en nuestra alma y en nuestra esencia como personas. Desde el nacimiento y con nuestras personas de apego, de vínculo (y más tarde, de nuestro entorno más cercano) empieza nuestro itinerario personal y gracias a estas primeras canciones comienza nuestro itinerario literario o lector.
Volviendo a los recuerdos de niña, intentando trasladarme al momento más lejano que me permitían mis recuerdos, pude verme en la falda de mi madre cantándome Aserrín, aserrán; El señor Don Gato; Cucú, cantaba la rana…, así como la infinidad de cuentos que siempre me explicaba estirada conmigo en la cama… se me dibujó una sonrisa y se me iluminó la mirada, son recuerdos maravillosos con los que todos tendríamos que contar y que nunca deberíamos olvidar.
Recordé también las noches en vela cantándoles a mis hijas mientras les daba el pecho y nos mecíamos juntas en la mecedora que tantos momentos compartimos. Me inventaba nanas con sus nombres, canciones sencillas, en tono suave y tranquilo para intentar calmarlas y ayudarles a conciliar el sueño, les explicaba cuentos que no entendían y les contaba lo feliz que me hacían y también lo cansada que estaba. Recuerdo bastantes noches acabarme el repertorio de nanas y canciones infantiles que recordaba, y siendo maestra de infantil no cabe decir que conozco bastantes. Esas canciones, esas primeras palabras y esos cuentos, a veces conocidos, en ocasiones inventadas, nos ayudaban a ellas y a mí a encontrar la calma (a veces la necesitaba yo más que ellas), a conectar, a vivir el aquí y el ahora que con el tiempo tanto se echa de menos.

Esta primera literatura es la más emocional y directa, es un acto de gratuito de amor que acompaña y alimenta más allá de lo físico. Envuelve acciones cotidianas como el alimentarse o dormir arropándolas desde el vínculo y el afecto. En esta relación no hay intermediarios, esta primera literatura emana del cuerpo del adulto para escribirse sobre el cuerpo del/de la bebé.
Es en la mirada al adulto, a su rostro, sus movimientos, sus expresiones, voz y sonidos que el/la bebé empieza a interpretar el mundo. A través de estas canciones y primeros juegos, con esta literatura de tradición oral, se le abre la puerta a la literatura y al mundo. Además, es común a todas las culturas, existen en todo el mundo. Creo que no haría falta más para ver cuán necesarias y beneficiosas son las nanas, canciones de cuna y de falda y primeros juegos cantados y rimados, pero vamos a enumerar y concretar algunos de estos beneficios:
- Fortalecen el vínculo
- Acompañan la rutina
- Ayudan a encontrar la calma, a conciliar el sueño y también a activar el ritmo.
- Son una herramienta para acompañar el proceso de separación.
- Aportan seguridad y confianza.
- Facilitan el descubrimiento de las partes del cuerpo, así como sus límites y la consciencia corporal.
- Permiten descubrir sensaciones placenteras y mejoran el estado de ánimo.
- Ayudan a ampliar el vocabulario y la comprensión del lenguaje
- Ayudan al desarrollo de la motricidad
- Acompañan y fomentan la imaginación.
- Son un regalo de tiempo y relación exclusiva entre el bebé y el adulto.
Y ahora que ya conocemos tantos beneficios de esta primera literatura es justo ponerla en valor y darle la importancia que merece. Intentemos entre todos que no se pierda esta potente literatura de tradición oral ni en casa ni en la escuela. No importa tanto el que se dice sino como se dice y lo que transmitimos al/ a la bebé no solo con las palabras sino con los gestos, la mirada y las expresiones. Así que cantemos y recitemos sin miedos, sin vergüenza, desde la mirada y con una sonrisa, desde la calma y el afecto. ¡Que se pierdan las canciones de cuna y los juegos de falda!
Laura González López
@lecturas_paraelalma_kids