Queer As Cinema + «After the Hunt» (Caza de Brujas): 

«After the Hunt» (Caza de Brujas): 

El performance del discurso progresista en la élite burguesa académica

Cuando el discurso se convierte en espectáculo

«After the Hunt» (2025) de Luca Guadagnino representa un ejercicio cinematográfico inquietante sobre cómo la élite académica burguesa convierte los discursos de justicia social —incluidos los LGTBIQ+— en performances vacías que protegen sus privilegios mientras aparentan cuestionarlos. La película, protagonizada por Julia Roberts como Alma Imhoff, profesora de filosofía de Yale, Andrew Garfield como su colega Hank Gibson, y Ayo Edebiri como Maggie Price, estudiante doctoral, se desarrolla en los pasillos de una universidad de la Ivy League donde citar a Kierkegaard es tan común como navegar acusaciones de agresión sexual.

Lo que Guadagnino propone no es una toma de posición clara sobre la «cultura de la cancelación», sino algo más perturbador: una disección de cómo personas con privilegios económicos, sociales y culturales utilizan el lenguaje de la crítica progresista como herramienta de distinción de clase. La película sugiere que en ciertos espacios de la élite intelectual, el análisis filosófico y psicológico de las opresiones se ha convertido en capital cultural que permite «mancharse» discursivamente sin nunca tocar la suciedad de la injusticia material.

El performance del escándalo y la identidad LGTBIQ+ como capital cultural

La estructura narrativa gira alrededor de una acusación de agresión sexual lanzada por Maggie contra Hank. Sin embargo, Guadagnino no está interesado en resolver la veracidad de la acusación, sino en revelar cómo cada personaje performa su posición ante el escándalo. La acusación desencadena movimientos estratégicos donde lo que se dice públicamente está siempre calculado en términos de reputación académica, “tenure” y capital social.

Maggie es presentada como «mujer gay en una relación con una pareja no binaria», detalle absolutamente central para el análisis de la película. En los espacios de la élite académica progresista, la identidad LGTBIQ+ —especialmente cuando se articula con el vocabulario correcto— funciona como forma de capital cultural que otorga autoridad moral y epistémica particular. La identidad queer de Maggie le permite posicionarse como doblemente marginalizada: como mujer y como lesbiana, otorgándole autoridad específica para lanzar acusaciones e interpretar situaciones ambiguas como violencia patriarcal.

Sin embargo, Guadagnino complica esta lectura al revelar que Maggie también habita posiciones de enorme privilegio: es estudiante doctoral en una universidad de élite, tiene acceso a redes culturales y económicas poderosas, y puede movilizar recursos institucionales significativos. La relación con su pareja no binaria/trans masculino es mencionada pero nunca desarrollada profundamente, funcionando más como marcador de identidad que como relación vivida. Esta es la crítica precisa: en ciertos espacios burgueses, la diversidad de identidades se convierte en colección de marcadores que señalan sofisticación cultural más que experiencias generadoras de solidaridades políticas transformadoras.

La racialización: Complejidad de las opresiones interseccionales en espacios de privilegio

Ayo Edebiri, actriz negra que interpreta a Maggie, añade otra capa crucial. La decisión de casting no es accidental: una mujer negra, lesbiana, en una institución académica históricamente blanca y heteronormativa enfrenta formas de marginalización que no experimentan personas blancas queer o personas negras heterosexuales.

Sin embargo, Guadagnino nuevamente complica la lectura directa al situar a Maggie firmemente dentro de los espacios de privilegio de clase. Su acceso a la universidad de élite, su familiaridad con los códigos culturales de la burguesía académica y su capacidad de movilizar recursos institucionales la posicionan de formas que muchas mujeres negras lesbianas de clases trabajadoras nunca podrían acceder.

La película plantea una pregunta incómoda: 

¿Puede la interseccionalidad ser instrumentalizada por personas que, a pesar de enfrentar marginalizaciones reales, también habitan posiciones de privilegio significativo? 

La respuesta de Guadagnino parece ser que no hay respuesta sencilla, y que la insistencia de la élite intelectual en encontrar posiciones morales claras es precisamente parte del problema.

La élite burguesa: Privilegio económico disfrazado de sofisticación intelectual

La ambientación es absolutamente central para la crítica de la película. La fiesta inicial en la casa de Alma y su esposo psiquiatra Frederik (Michael Stuhlbarg) funciona como exhibición obscena de privilegio de clase disfrazado como cultivo intelectual. Guadagnino se demora en los detalles: libros curados, obras de arte, muebles históricos, iluminación perfecta que convierte el espacio doméstico en museo del buen gusto burgués.

Estos profesores que citan a Kierkegaard y debaten sobre la condición humana lo hacen desde posiciones de confort material absoluto que hacen sus discursos sobre el sufrimiento y la opresión profundamente abstractos. El análisis filosófico y psicológico de las estructuras de poder se ha convertido en forma de entretenimiento intelectual y distinción de clase. Debatir sobre el patriarcado mientras se bebe vino caro en una casa millonaria no es simple hipocresía: es la conversión del sufrimiento ajeno en capital cultural que refuerza las jerarquías de clase que producen ese sufrimiento.

El «sobre uso de cierta cultura y análisis filosófico/psicológico sin mancharse las manos» que la película expone no es meramente performativo en el sentido de ser falso; es performativo en el sentido de que la performance misma se ha convertido en el objetivo, desplazando cualquier compromiso real con la transformación de las condiciones materiales que generan opresión.

Habitando el patriarcado mientras lo critican: La contradicción central

Una de las ironías más agudas que «After the Hunt» expone es cómo estos personajes —especialmente Alma— pueden articular críticas sofisticadas del patriarcado mientras reproducen sus estructuras en sus propias vidas. Alma es profesora de filosofía que presumiblemente enseña sobre sistemas de dominación, pero su carrera ha sido construida navegando y colaborando con esos mismos sistemas.

Hank articula directamente esta contradicción cuando ataca a la Generación Z: «Toda tu generación tiene miedo de decir lo incorrecto. ¿Cuándo ofender a alguien se convirtió en el pecado cardinal?» Esta crítica señala algo real: la conversión de la política en gestión del lenguaje y de las ofensas. Alma, por su parte, ha construido su carrera adaptándose a reglas patriarcales mientras las criticaba abstractamente. Su relación con el secreto oscuro de su pasado apunta hacia compromisos éticos ambiguos que le permitieron ascender.

La película sugiere que el problema no es la hipocresía individual sino la estructura misma de la academia burguesa, que permite —requiere— que las personas articulen críticas radicales mientras sus condiciones materiales dependen de la perpetuación de ese status quo. El “tenure” que Alma busca es recompensa por haber aprendido a jugar el juego correctamente: criticar lo suficiente para parecer progresista, pero no tanto como para amenazar las estructuras de poder.

Los padres de la filosofía y psicología: Genealogía burguesa del pensamiento crítico

«After the Hunt» incluye una crítica implícita pero devastadora: los «padres fundadores» de la filosofía y psicología también vinieron de la burguesía y construyeron sistemas de pensamiento que, aunque aparentemente universales, reflejaban y reforzaban sus posiciones de clase.

Kierkegaard, citado en la película, era hijo de una familia danesa próspera. Freud practicaba en Viena atendiendo a la burguesía neurótica. Marx era hijo de un abogado y pasó su vida en bibliotecas sostenido por Engels, heredero de una fortuna industrial. Los instrumentos intelectuales que la élite académica contemporánea utiliza para analizar la opresión fueron forjados por hombres burgueses cuyo acceso al ocio contemplativo dependía de las estructuras de clase que criticaban.

Esta genealogía no invalida el pensamiento crítico, pero sí complica la idea de que el análisis filosófico por sí mismo es políticamente transformador. La película sugiere que en ausencia de compromiso material con el cambio —redistribución real de recursos, desmantelamiento de jerarquías institucionales— el análisis crítico puede funcionar como legitimación sofisticada del status quo.

Referencias cinematográficas: Kubrick, Hitchcock, Allen y la estética de la ambigüedad moral

Guadagnino sitúa «After the Hunt» deliberadamente dentro de una tradición cinematográfica que incluye a Stanley Kubrick, Alfred Hitchcock y Woody Allen.

Kubrick : La referencia es evidente en la composición meticulosa de los espacios y la mirada casi antropológica hacia los rituales de la élite. Como en «Eyes Wide Shut», Guadagnino presenta espacios de privilegio donde performances elaborados ocultan vacíos éticos. La iluminación dorada evoca «Barry Lyndon», donde la belleza visual contrasta con la corrupción moral.

Hitchcock : La estructura narrativa evoca películas donde la verdad permanece fundamentalmente inaccesible. Como en «Vértigo», la película construye suspenso no alrededor de acción física sino de inestabilidad epistemológica: ¿qué podemos realmente saber sobre lo que sucedió? El «oscuro secreto del pasado» de Alma funciona como MacGuffin hitchcockiano.

Allen : La referencia a Woody Allen es la más problemática y reveladora. Allen construyó su carrera explorando la neurosis de la intelectualidad burguesa. «After the Hunt» adopta esta estética pero la despoja de celebración. Lo que en Allen era encantadoramente neurótico se revela en Guadagnino como narcisismo de clase. La referencia es punzante dadas las acusaciones de abuso sexual contra Allen, añadiendo otra capa de ambigüedad moral.

Generaciones en conflicto: ¿Quién tiene derecho a la indignación?

El conflicto central es generacional: Alma representa una generación que «tuvo que trabajar por cada derecho, a menudo en ambientes dominados por hombres», mientras Maggie representa una generación con «una mentalidad diferente que Alma detesta (y quizás envidia)».

Alma, que navegó espacios patriarcales haciendo compromisos estratégicos, ve en la generación de Maggie una exigencia de pureza ética que considera ingenua. Maggie puede interpretar los compromisos de Alma como colaboración con el patriarcado. Ninguna perspectiva es completamente válida o inválida. 

La película sugiere que este conflicto generacional es en parte fabricado: ambas generaciones habitan fundamentalmente los mismos espacios de privilegio de clase y reproducen estructuras similares, solo con vocabularios diferentes. El verdadero conflicto no es entre generaciones sino entre aquellos que tienen acceso a estos espacios de élite y aquellos excluidos completamente.

El teatro de la virtud

«After the Hunt» es profundamente incómoda porque rehúsa ofrecer resoluciones morales claras. Esta ambigüedad puede entenderse como crítica a la demanda misma de posiciones claras en situaciones de complejidad irreducible.

Lo que Guadagnino expone no es que las acusaciones sean falsas o que #MeToo haya «ido demasiado lejos», sino que en espacios de élite burguesa, estos movimientos pueden ser cooptados y convertidos en performances que refuerzan jerarquías de clase. Las identidades LGTBIQ+, las críticas del patriarcado y el análisis filosófico se convierten en formas de capital cultural que distinguen a la élite ilustrada.

El problema no es que estas personas sean hipócritas sino que habitan una contradicción estructural: su subsistencia depende de instituciones que simultáneamente critican y perpetúan. No pueden desmantelar el patriarcado o el clasismo sin desmantelar las bases de su propio privilegio, y por tanto su crítica permanece fundamentalmente teatral.

El título español «Caza de Brujas» sugiere víctimas inocentes perseguidas injustamente. Pero la película complica esta lectura mostrando que todos los personajes son simultáneamente cazadores y presas, acusadores y acusados.

En última instancia, «After the Hunt» es sobre cómo la élite burguesa ha aprendido a hablar el lenguaje de la justicia social con fluidez perfecta mientras nunca se «mancha las manos» con la práctica real de desmantelar las jerarquías de las que se beneficia. Es película sobre el performance de la virtud en una era donde todos somos actores y audiencia en un teatro interminable de indignación y absolución.

Dialoguemos, debatamos, compartamos.

QUEER AS CINEMA +:  

«Donde cada película cuenta una revolución.»

Miquel Claudí-López

Comunicador Audiovisual  

Periodista  

@miquelclaudilopez  

@enlaaceradeenfrente  

@queerascinema

Facebook
Twitter
LinkedIn

Deja un comentario