QUERIDO SILENCO
Anhelo la caricia que rozaba del silencio suave,
Tan sutil que encontrar la paz era clave.
El tumulto de mi mente resuena tan grave,
Que de cualquier modo necesito hallar la llave.
Sobre pensar no es divertido, es costumbre.
Solo quiero no deliberar y saltar de la cumbre.
Lo que me atormenta, lo que me impide es la incertidumbre,
Si la silencio, habrá una tregua sublime.
El abismo me ha encontrado,
Y veo el sosiego encarcelado,
Mi espíritu dorado,
En un estado viciado,
Mi equilibrio se encuentra quebrado,
Busco un refugio anhelado.
El silencio ya no está oculto, directo y concreto,
Al fin da crédito, en todo está implícito.
Le profeso, un amor etéreo, contenta; por fin, lo contemplo.
Resguardado en un cofre de acero, no permitiré que escape mi deseo.