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¿Rechazo, tolero? El toliamor…

Cuando era muy niña mi mamá semanalmente tomaba el té con amigas y jugaban a la canasta. Yo disimuladamente quedaba cerca, a veces hasta organizaba un supuesto hogar bajo la mesa y aprovechando el largo mantel que oscurecía ponía a dormir a mis muñecas.

Estás mujeres contaban intimidades que incluían infidelidades propias, detectives puestos a averiguar en qué ocupaban el tiempo sus maridos. Era un verdadero valle de pasiones que por mi corta edad no podía dimensionar.

Más esas conversaciones complejas quedaron grabadas “a fuego” en mi memoria.

En un encuentro hubo llantos, acusaciones al infiel y traidor marido y a poco de comenzar mi mamá pidió a la señora que servía me llevara a mi cuarto a dormir una siesta.

Intuyo eso influyó mucho en la decisión que tomé a los seis años y comuniqué decidida “yo nunca me casaré “ante una audiencia que reía de tamaña afirmación. Carl Roger aseguraba que la propia experiencia es nuestra máxima autoridad.

Por eso digo que no hay nada nuevo bajo el sol y que el novedoso “toliamor” existía desde mi temprana infancia. El «toliamor” es un concepto que no aparece en la literatura psicológica formal ni en las teorías académicas tradicionales.

Sin embargo, podría ser un neologismo que surge de la combinación de términos que sugieren una relación ambivalente o contradictoria, similar a lo que se podría entender como un amor conflictivo o paradójico.

El término “Tolyamor”, acuñado por Dan Savage, un conocido columnista sexual y podcaster norteamericano, combina “tolerar” con “poliamor”, y hace referencia a una dinámica en la que uno o ambos miembros de la pareja toleran las relaciones sexuales o románticas del otro por fuera de la relación sin haberlo discutido abiertamente.

Es un estilo de relación en el que uno o ambos miembros de una pareja monógama socialmente aceptada aceptan en silencio que su pareja tiene sexo con otra persona.

El toliamor es probablemente —y desgraciadamente— la forma más común de no monogamia.

No obstante, es una dinámica que requiere una terminología clara para diferenciarse de otras formas similarmente complejas de relaciones no monógamas como el poliamor bajo coacción (poly under duress, PUD) y el “no preguntes, no cuentes” (Don’t ask, don’t tell, DADT).

Es el alto costo emocional resignando amor propio que un integrante de una relación de compromiso y larga data paga por hacer la vista gorda a infidelidades de su pareja para mantener una apariencia de monogamia y así conservar lo construido juntos.

La gente muchas veces se ve obligada a hacer sacrificios personales significativos para mantener la seguridad emocional y económica. En relaciones caracterizadas por el “toliamor”, también podemos observar dinámicas de poder complejas. Estas dinámicas pueden estar basadas en la manipulación, la dependencia emocional, o el control. En estos casos, el amor no es solo una fuente de afecto y seguridad, sino también de poder sobre el otro.

La ambivalencia surge cuando el amor se convierte en un medio para ejercer control, y el miedo a perder ese control lleva a comportamientos destructivos. Por ejemplo, una persona podría alternar entre el amor y el rechazo hacia su pareja como una manera de mantener la relación bajo su control, creando una especie de adicción emocional en ambos miembros de la pareja.

Esta dinámica puede ser extremadamente dañina, perpetuando un ciclo de abuso emocional y dependencia. Por eso en consulta siempre afirmo que el real y verdadero trabajo de pareja es con uno y que la imagen del esfuerzo y la decisión seguir cavando en el mismo pozo para llegar más profundo tiene valiosas recompensas.

Para resolver el “toliamor” y las emociones ambivalentes que lo acompañan, es fundamental un trabajo profundo de autoconocimiento y terapia. Este proceso terapéutico puede implicar la exploración de experiencias pasadas, la identificación de patrones de apego y la confrontación de miedos y deseos reprimidos.

El objetivo es integrar estas experiencias de manera que permita a la persona experimentar el amor más plenamente y sin la carga de contradicciones internas no resueltas. Además, es crucial el desarrollo de una capacidad para la auto-reflexión y la autocompasión, que permita lidiar con los propios sentimientos de ambivalencia sin juzgarse ni castigarse por ellos.

Esto puede incluir el aprendizaje de nuevas formas de relacionarse con los demás, basadas en el respeto mutuo y la autenticidad emocional, en lugar de en dinámicas de poder o dependencia.

Enamórate profundamente de ti mismo para establecerte en relaciones de pares respetuosas y plenificantes.

¡A brillar y amar!

Nos reencontramos en octubre

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