Relaciones de pareja sanas: Amar desde la Libertad
Dos no se juntan porque sí. Dos se juntan porque “a priori” se gustan. Comparten actividades, se atraen física o intelectualmente o simplemente la química hace con ellos un embrujo que les lleva a querer formar un tándem.
Dos siguen juntos- hablando de parejas cerradas y convencionales- porque se acompañan en sus respectivos viajes, porque uno ayuda a crecer al otro y viceversa, porque suman sus ya alcanzadas FELICIDADES y deciden entonces seguir el mismo vuelo. El mismo rumbo. Juntos.
No en todos los idiomas, como sí pasa con el castellano, se puede diferenciar entre los conceptos amar y querer, que bajo mi punto de vista, encierran diferentes acepciones. Querer tiene implícita una connotación de “necesitar”, así como se quieren las cosas materiales, se persiguen objetivos y se lucha por conseguir los sueños. Cuando se ama a alguien, no hay esfuerzo detrás, es una fuente de energía que sale directa del alma, o como cada cuál desee llamarlo, donde no ha lugar nada más que DAR, porque es así como a uno le nace. El vocablo AMAR, no entiende de luchas, sino que va más allá, lo transciende.
Pero en una relación de pareja puede haber la necesidad imperiosa de sentirse “amado”, de que el otro cumpla las exigencias de uno para así uno sentirse pleno. Huecos que se arrastran quizá desde la infancia, desde un sistema familiar disfuncional, o donde la educación emocional era pobre e impregnó los “constructos” que aquel niño o niña formó de la realidad (por nombrar a George A. Kelly y su teoría de los constructos personales, la cual comparto). Constructos que aún de mayor siguen gobernando su vida y su modo de hacer, sin darse cuenta, de que no son funcionales y no le llevan a una manera exitosa de relacionarse con los demás. Algunos vienen a terapia psicológica. Los que no, siguen poniendo en práctica aquellas estrategias que de pequeños les resolvían las situaciones.

Se habla de la dependencia emocional, cuando dos adultos forman un binomio donde no existe una relación de igualdad, donde uno de ellos se haya en situación de dependencia del otro, y el otro tiene el “poder” der ser el dueño de la relación, en términos de jerarquía emocional. Un apego enfermizo. Quizá por una relación simbiótica con una madre, quizá un vínculo que no se resolvió correctamente en su época…. no hay pareja que no se avenga y permanezca unida en un tipo de relación de dependencia, si ambos no ven cubiertas sus propias necesidades, que suelen ser las opuestas.
Ni la Victima puede jugar su rol (como señalaría E. Berne desde la perspectiva del análisis transaccional) sin un Perseguidor o un Salvador que entre al tablero del juego psicológico, ni quien juega el papel de Salvador puede actúar si no hay Víctima a la que salvar, por poner un ejemplo.
El pasado no se cambia,
pero sí se puede ver
con otros ojos
Quien más o quien menos carga en su mochila muchos enseres de tiempos pasados, la cuestión es llevar la mochila vacía a una nueva relación, con la intención de llenarla de nuevas vivencias, nuevas experiencias. Las del pasado no podemos corregirlas. SÍ podemos reestructarlas, reorganizarlas, para que hoy nos lleven a relacionarnos con el mundo y con nosotros mismos de una manera más amable.
Por ello cuando leo que del pasado no se puede cambiar nada, o frases del estilo, me siento algo en desacuerdo. Lo sucedido no se puede borrar, pero las herramientas que hoy tenemos, junto con el DARNOS CUENTA, de que si actúo hoy así, es por cómo construí la realidad ayer, me llevan a ver que sólo tengo que redefinir aquello, para liberarme y poder así reconstruir la realidad de un modo más funcional. Lo que E. Berne llamaría cambiar el “Guión de vida”.
Hay parejas que aguantan por los hijos, hay parejas que tienen vidas paralelas, hay parejas que están juntos desde la adolescencia y siguen amándose, hay parejas que se dejan a la primera de cambio, hay parejas que nunca llegan a ser pareja……No hay parejas MODELO.
En principio se nos presupone con la edad una inteligencia cristalizada, que no la poseen aún los jóvenes, pues no han tenido el tiempo para vivir todo lo que los mayores ya lo han hecho. De esas experiencias vividas son capaces de abstraer otra idea de la realidad y el mundo que les rodea.

En cualquier caso, la edad es un plus, y el AMOR y las relaciones de pareja, no se entienden en la madurez como antes. No quiero decir por ello, que no existan las mariposas en el estómago revoloteando cuando uno se enamora, porque si eso fuera así estaría faltando a la realidad de muchos y muchas.
Pero la calma, el sosiego, la paz y la libertad que muchos – QUE NO TODOS– han conseguido en su proceso de autorrealización, así como el autoconcepto y la autoestima que a uno le envuelve a estas alturas, el saber qué se desea, qué no, qué sentido le da uno a la vida y cuál no, le hace relativizar los acontecimientos en muchas ocasiones y hacer más sencillo el estar en pareja, querer encontrarla o seguir con ella. Los “dramas” que vivíamos a los 20 años, cuando entendíamos que si no se sufría no se amaba, pasaron a otro plano. El amor romántico de las novelas adquiere hoy otro tono.
Paradójicamente las cosas se presentan difíciles: primero porque no todos han vaciado sus mochilas, segundo porque no todos se han dado cuenta aún que tienen mochilas que vaciar. Y tercero porque, como apuntaba antes, ya deseamos cosas sencillas que nos hagan la vida apacible.
Normalizar el ir al psicólogo para resolver, para trabajar con mi vida, para reparar, para construir, para crecer, para satisfacer necesidades que van más allá de lo físico, sería una situación ideal.
Y si dos llegan a unirse en ese punto casi perfecto de sus respectivas vidas, no se me ocurre fuerza alguna que pueda romper ese LAZO.
FIN
2 comentarios en «Relaciones de pareja sanas: Amar desde la Libertad»
Qué bonito artículo May! Comparto contigo la diferencia entre querer y amar. Y creo que quién ama y es amado descubre esa diferencia.
Hay tipos de parejas como parejas existen lo que importa es el respeto y la equidad.
Un abrazo
Gracias Laura❤️