UN CAMINO DE SABIDURÍA

<< Cualquiera que conserve la capacidad de ver la belleza no envejecerá nunca >> Franz Kafka

Wabi-sabi,  es un término que procede de la estética y filosofía Zen japonesa. Consiste en apreciar la belleza de la imperfección, aceptar el valor de lo impermanente y cultivar la simplicidad.

El  profesor del Instituto de Estética de la Universidad de Tokio, Tenehisa Otabe, sugiere que el antiguo arte de Ceremonia del Té establecido por los maestros del Té de finales del siglo XV, es una buena introducción al Wabi-Sabi. Ellos eligieron la cerámica japonesa común,  sin colores brillantes, ni diseños ornamentales en los que basarse para seguir los cánones establecidos,  en vez de los famosos(y técnicamente perfectos) ejemplares importados de China. Estos hombres desafiaron las reglas de la belleza del momento.   

A los invitados a la ceremonia,  se les alentaba a estudiar los colores y texturas sutiles que antes habían pasado desapercibidas y a sumergirse en el alma del  objeto para  tomar

conciencia de las fuerzas naturales involucradas en su creación.

Hoy día podemos  observar  cómo poco a poco  estamos cediendo a la presión social  impulsada por las  industrias, donde se premia la *perfección, incidiendo de forma salvaje en nuestro cerebro,  a través de una serie de cánones de belleza  engañosos y destructivos. Nos están vendiendo la falsedad  del  control de lo incontrolable del  paso del tiempo. Dando un valor  irracional a la apariencia,  obviando  una verdad absoluta, esa verdad es que somos seres físicamente caducos. La materia frente a nuestra auténtica realidad, el Alma. 

 El Alma,  donde habita el Karma, la creatividad, la inspiración y  la historia que libremente vamos creando y tejiendo de nosotros mismos. La cual  deberíamos cultivar desde el amor.

  Wabi-Sabi,  acerca a una visión intuitiva del mundo, relativa y por su variabilidad, única. También aboga por lo imperfecto y lo incompleto de todo, desde una obra de arte  hasta  cualquier expresión artística, cuando estas son  libres manifestaciones del espíritu. Romper con la rigidez de la racionalidad mental.

 Aceptar e integrar lo transitivo es lo que nos aportará coherencia, integridad y armonía a nuestra existencia, a nuestro paso por esta vida. Respirar cada instante, apreciando su  belleza efímera pero única e irrepetible. Nos lo muestra la propia  naturaleza con toda su espontánea e inevitable  belleza.

WABI-SABI EN LA EXPRESIÓN ARTÍSTICA

En el arte Wabi-Sabi y filosofía Zen, tendremos la sensación que en las diferentes disciplinas artísticas siempre hay  algo sin terminar o incompleto, para así estimular y despertar  la  imaginación del observador,  o del lector si nos referimos a  los poemas Haiku.

Yo, no podría aunque quisiera,  repetir ninguna de mis fotografías porque es totalmente imposible controlar la naturaleza, impermanente,  cambiable y en constante movimiento. Tan solo puedo capturar ese instante fugaz, que al volver a observar ya ha variado,sin simetrías ni repeticiones.  Para mí es como capturar piezas únicas, y maravillarme con una visión intuitiva de lo que es el mundo.  Apreciando a través de mi observación, la perfección de lo   imperfecto. 

Otra forma de expresión Zen, la encontramos en los poemas de origen japonés, llamados Haiku. Es la composición poética más corta del mundo, cargada de asombro,  emoción y quizás también,  un homenaje a la humildad .

 En ellos se percibe  una enriquecedora forma de meditación, la observación del momento presente, de lo cotidiano y ordinario para darle el valor que le corresponde,  a ese instante único.  Un instante no vive dos veces. Es único, espontáneo y genuino en su momento, ni antes ni después, ni en pasado ni en futuro. 

“Todo  silencio

el sonido de un búho

me lo confirma”

Haiku “Verano”  Lú

“Sin apresurar

las hojas desprendidas

deleitandose”

Haiku “Otoño” Lú

El Arte del Wabi-Sabi y su filosofía, es como el antídoto a la belleza pulida, edulcorada, perfeccionista y en muchas ocasiones sin alma, de una sociedad que poco a poco va insensibilizando, rechazando  la obviedad de la impermanencia.  

Comprender lo efímero e imperfecto  de las cosas y de nosotros mismos es una invitación a vivir plenamente,  un camino de crecimiento donde tenemos  mucho por hacer y un tiempo para cada cosa.  Un impulso inspirador para actuar desde la presencia. Cada instante vivido es único, no existen dos instantes iguales y es justamente lo que le da valor. 

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