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UN DÍA EN UNA PELUQUERÍA CANINA

O tal vez debería decir: 

¡Un día en la profesión más bonita que puede existir! 

Para mí es lo más normal del mundo trabajar e interactuar todos los días y a todas horas con perritos; pero la mayoría de las personas se asombran cuando les digo a lo que me dedico. 

¡Soy estilista canino! 

Les digo a voz en grito y con todo mi corazón en la mano. 

¡Me encanta lo que hago! Los perritos se merecen todo el amor posible siempre y por eso yo los pongo guapísimos dándoles muchísimo cariño y respeto. 

Cada mañana, al despertar, me levanto de un salto, miro mi agenda de ese día y automáticamente se dibuja una sonrisa en mi cara, 

Medito y visualizo mi jornada. Una jornada llena de risas, lametones, amor y gratitud; donde los perritos se sienten cómodos y tranquilos, mimados y seguros, amados y respetados siempre, siempre, siempre. 

¡Ya estoy feliz! 

Y es que esa es una de mis premisas en la vida AMOR Y RESPETO. 

Es obligatorio amar y respetar a todo ser vivo y todos y cada uno de nosotros debería hacerlo a todas horas. Los perritos van llegando a la pelu y vuestras caritas al dejarlos lo dicen todo… 

¡Los amáis tanto! 

Es uno más de la familia y os dejáis un trocito de vuestro corazón con él. 

Yo cuido de vuestro trocito de corazón y de vuestro perrito como si fueran míos y es que así lo siento, una vez que cruzáis la puerta ya sois mi responsabilidad. La responsabilidad que siento por todos es tan grande que las horas que estoy en la peluquería soy de vosotros, no tengo ojos para nadie más, toda mi atención y todo mi corazón está en vosotros. 

Os adoro tanto, tanto, tanto que me duele que os vayáis y dejéis a vuestro perrito con la más mínima duda de que vaya a estar bien. Nunca dudéis porque ¡está en las mejores manos del mundo mundial! Que no os quepa la menor duda. 

Ya mencioné en alguna ocasión que trabajo haciendo peluquería en positivo, 

¿verdad? Pues no me canso de explicar de que se trata porque es súper importante para mí, mis clientes perrunos y humanos. Nada de amarres, nada de horcas, nada de someter al animal en ningún momento, sin jaulas… 

Una peluquería, sin prisas, un trabajo bien hecho, con amor y tomándome el tiempo que haga falta para que cada perrito se sienta genial en todo momento. Y cierto es que no sé hacerlo de otra manera porque disfruto tantísimo trabajando, así que cuando llega la hora de recogerlos siento que han estado poquísimo rato, que aún quiero quedármelos más conmigo. 

No soy consciente del tiempo que transcurre. Lo siento, las horas se pasan volando cuando te diviertes, disfrutas y te dedicas a lo que verdaderamente amas. Tengo la profesión más bonita y gratificante del mundo y cada día doy las gracias por poder vivir y compartir mi vida con vosotros y vuestros perritos. 

¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!

Pd: En otra ocasión os contaré el proceso de poner guapo a un perrito porque hoy estas líneas se me han quedado cortas je, je, je 

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