Ya no puedo vivir sin él
Muchos nos unimos a ellos como una pareja indisoluble en pandemia. Solos y aislados por el confinamiento estaban cerca de nuestras necesidades y nos permitían algún tipo de conexión con otros humanos.
Cuando la tragedia pasó quedaron ocupando un lugar central en nuestras vidas, nos esclavizaron sin patalear.
Y en la actualidad nos dividimos entre aquellos que conscientes de la atadura no consiguen apartarlos de su cotidianeidad y ansiosamente controlan si hay alguna novedad y aquellos que cedieron a aceptar lo malsano de esta dependencia. Y un grupo de los que están a cargo y deciden con libertad cuando usarlos.
La nomofobia , término acuñado a partir de la expresión inglesa no-mobile-phone-phobia, describe el miedo irracional a estar sin el celular o a no poder acceder a él. Más que un simple hábito tecnológico, se trata de un fenómeno psicológico contemporáneo que revela profundas conexiones con nuestra identidad, nuestras relaciones y nuestra espiritualidad.

Es generador de ansiedad ante la ausencia del dispositivo, produce preocupación constante por los mensajes, llamadas o notificaciones no atendidas, con dependencia digital, incapacidad de concentración en tareas sin acceso al móvil, y una necesidad constante de validación social.
Hay un patrón de apego similar al que observamos en las relaciones humanas, pero trasladado a la tecnología. La atención se centra en el exterior y se manifiesta una incapacidad de permanecer solos con nosotros mismos, o sea nos desconecta con nuestro interior que es fuente de autoconocimiento y paz.
La nomofobia es un espejo de nuestra época que nos recuerda cómo los avances tecnológicos son poderosos y también pueden desconectarnos de nuestra esencia.
Superarla no es rechazar la tecnología sino transformar nuestra relación con ella. Y saber que la incomodidad inicial es parte del proceso que nos liberará. Fijarnos períodos de abstinencia, cuestionar creencias de urgencia y dependencia, priorizar los encuentros cara a cara, reconectar con la experiencia interna personal colaboran a transformar esta relación en una herramienta de crecimiento en lugar de una fuente de ansiedad.
La clave es aprender a estar con nosotros mismos y ser felices de convivir con el proyecto de vida elegido.

Estar hyper conectados en forma permanente nos desconecta. Por eso los invito a un uso inteligente de la potente y valiosa herramienta que tener un Smartphone implica.
Gracias porque sin la tecnología reinante no podría alcanzarte. Ahora un abrazo es para mí un nivel más buscado de encuentro.
Nos reencontramos en el próximo número. Hasta entonces la propuesta es seguir brillando tanto como disfrutemos!