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¡BRILLA!

A veces, nos sentimos inferiores a los demás, no apreciamos nuestras virtudes, nos pasan desapercibidas totalmente y eso nos crea inseguridad, desconfianza, y hace que nuestra Luz disminuya su intensidad. Todxs tenemos un “don”, una virtud que nos hace especial, basta en creer en unx mismx para que la Luz Brille Intensamente.

                         LA PIEDRA LUNA

Era una piedra redonda y Blanca, fina como la seda. Su redondez era perfecta y su blancura inmaculada.

Ella, junto a otras piedras, formaba parte de la decoración de un precioso pequeño jarrón de cristal, tallado a mano.

Sus compañeras eran también redondas, pero de diferentes colores. Estaba la Negra Azabache Brillante, que resaltaba a través del bello cristal. También había una Gris de tacto áspero, que al rozar a las demás les producía un cosquilleo especial. Otra era Bermellón Intenso, llamaba mucho la atención, pues parecía una brasa encendida. Por último estaba la Verde Esmeralda, ¡esta sí que era bonita! Era tal cual una joya.

 Cada noche, cuando las luces se apagaban y la casa quedaba en silencio, las piedras hablaban entre sí, contando los hermosos elogios que habían recibido de las visitas. La única que no hablaba era la Blanca, ella no recibía ningún elogio, era simplemente vulgar. Nada la hacía destacar. Estaba en el jarrón por rellenar algún hueco vacío. O eso era lo que ella pensaba….

 Una noche alguien movió el jarrón de lugar, y lo colocó en una mesa, bajo la ventana. Aquella noche había Luna Llena y brillaba con gran intensidad. Cuando la Luna se reflejó en el cristal tallado del bello jarrón, dio una Luz Resplandeciente y Mágica a la piedra Blanca. Ésta se vio reflejada en el jarrón, ¡parecía una piedra de Plata! En aquel momento se sintió dichosa, pues ninguna de las demás tenía tanta belleza, como la que poseía ella en aquel instante.

Reflexionó toda la noche mientras estaba iluminada. Ya no se sentiría nunca más triste, había comprendido que todas eran únicas y tenían su belleza, unas lucían de día y otras como ella, de noche, a la Luz de la Luna.

Al día siguiente sorprendentemente, las visitas, elogiaron a la piedra Blanca. La veían diferente, más bonita, más viva, más real.

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 Por la noche, cuando la Luna aparecía, la piedra Blanca sonreía  y hablaba con sus compañeras. Aprendió que lo importante no eran los elogios, lo importante era aceptarse y amarse uno mismo. Ella lo entendió gracias a la Luna y eso es lo que transmitió a las visitas, esa fue la verdadera razón de que la vieran diferente y empezaran a elogiar.

Todos tenemos algo bello, es cuestión de aceptarnos tal y como somos para podérselo mostrar al mundo, sólo así nos valorarán.

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