Cogito ergo sum – ¿Pienso luego existo, o pienso, por consiguiente, soy lo que pienso?
En el siglo XVII, René Descartes formuló una de las frases más icónicas de la filosofía occidental: ‘Cogito ergo sum’, o ‘Pienso, luego existo’. Este enunciado, que surgió en su obra Meditaciones Metafísicas (1641), representó un punto de inflexión en el pensamiento filosófico. Al poner la duda en el centro de su exploración, Descartes buscaba una verdad indubitable, una base sólida sobre la cual construir todo el conocimiento.
En un mundo donde todo podía ser una ilusión o un engaño, la certeza de que uno está pensando, y por ende existiendo, se erige como el pilar de la autoconciencia y la racionalidad.
“Si el que ve siente que ve, y el que oye, el que anda, y en los demás actos por semejante manera hay una facultad por la que somos conscientes de nuestros actos, de suerte que cuando percibimos, percibimos que percibimos, y cuando pensamos, que pensamos; si por el hecho que percibimos o pensamos sabemos que somos.”
Aristóteles Sin entrar a fondo en los orígenes de la frase de Descartes que representa un concepto fundamental del racionalismo occidental, o si realmente fue Aristóteles quien primero intentó definir la realidad a través del uso de la razón, es innegable que esta frase, “cogito ergo sum” trasciende más allá de su significado o interpretación literal. A mi entender, podríamos emplear otras dos frases o citas que describen mejor el proceso de cómo llegamos a ser quienes somos, o, mejor dicho, si realmente somos lo que pensamos y que, a su vez, se pueden fusionar en una, combinando la filosofía occidental con la oriental.
Mientras que la filosofía occidental, representada por Descartes, pone el énfasis en el pensamiento como prueba de la existencia, las filosofías orientales como el budismo o el taoísmo se centran más en la relación entre el pensamiento, la conciencia y el mundo exterior.
Lao Tse, por ejemplo, nos ofrece una perspectiva donde la mente y el ser están intrínsecamente ligados a la acción y a la manifestación en el mundo.
“Tus convicciones se convierten en tus sentimientos, que se convierten en tus palabras, que se convierten en tus actos, que se convierten en tus comportamientos, que se convierten en tus principios, y que se convierten en tu destino.” — Lao Tsé
Por otra parte, la frase de Mahatma Gandhi, “cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”,
también nos revela la importancia de cuidar nuestro mundo interior si queremos mejorar el exterior.
En relación con ambas citas, me gustaría destacar que, a pesar de su similitud, no son iguales. De ello considero imprescindible complementarlas y ampliarlas, especialmente en la actualidad, en estos tiempos del “todo vale”.
Llegado a este punto, tan solo me queda por añadir que somos el resultado de nuestros actos, que a su vez son consecuencia de las elecciones y decisiones que tomamos, que a su vez tienen su origen en nuestro conocimiento y convicciones, que a su vez nacen de nuestra consciencia. Nuestros hábitos diarios, aquellos pequeños rituales que realizamos casi sin pensar, son los ladrillos con los que construimos la estructura de nuestra identidad.
Cada elección, desde lo que comemos hasta cómo respondemos a los desafíos, contribuye a definir quiénes somos. Este proceso, aunque puede parecer automático, está profundamente ligado a nuestras creencias y a nuestra conciencia de nosotros mismos.
Gandhi y Lao Tse, en sus respectivas culturas, comprendieron que lo que pensamos y creemos se materializa inevitablemente en nuestras acciones, y estas acciones, repetidas a lo largo del tiempo, se consolidan en hábitos que finalmente delinean nuestro destino.
Así que en el fondo no somos más, ni menos, de aquello que somos conscientes. Desarrollar e instalar hábitos saludables, físicos, mentales, emocionales y espirituales es una tarea muy sencilla. Sin embargo, muchos de nosotros intentamos y fracasamos sin descanso. Esto no tiene por qué ser así. Los hábitos se pueden entrenar y desentrenar, y sí, puede ser muy gratificante.
El desarrollo de hábitos saludables no es una tarea fácil, pero tampoco es imposible. Requiere un enfoque consciente y disciplinado. Comienza por identificar un hábito que deseas cambiar o instaurar. Luego, desglosa ese hábito en pasos pequeños y manejables.
Por ejemplo, si deseas desarrollar el hábito de la meditación diaria, comienza con cinco minutos al día. A medida que esto se vuelva una parte rutinaria de tu día, aumenta gradualmente el tiempo.
La clave está en la repetición y en la atención consciente. Cada vez que realices la acción, hazlo con plena conciencia de su propósito y de cómo contribuye a tu bienestar general. Lo único que tenemos que hacer es hacerlo, con conciencia, atención, formación, disciplina, responsabilidad, evaluación y comunicación adecuada, con nosotros mismos y con los demás. Siendo todos factores de nuestra propia responsabilidad y campo de actuación.
Ser conscientes de nuestros pensamientos no es solo un ejercicio filosófico, sino un acto de responsabilidad personal. En un mundo donde estamos constantemente bombardeados por información y distracciones, la capacidad de dirigir nuestra atención y ser conscientes de nuestros pensamientos es una habilidad vital. La responsabilidad de moldear nuestra vida y nuestro destino recae en nuestra capacidad para elegir qué pensamientos alimentamos y cuáles dejamos pasar.
Es en este proceso consciente donde radica el verdadero poder de la mente. En última instancia, ‘Cogito ergo sum’ no solo es una afirmación de existencia, sino una invitación a la introspección y al autoconocimiento. Es un recordatorio de que, al ser conscientes de nuestros pensamientos y acciones, podemos tomar el control de nuestro destino.
No somos meros espectadores de nuestra vida; somos los autores de nuestra historia.
Así que, al embarcarte en este viaje de autoconciencia, recuerda que cada pensamiento cuenta, cada acción importa, y cada hábito moldea el ser en el que te estás convirtiendo.
Tus resultados son consecuencia directa de tus acciones y estas, a su vez, tienen su origen en tus decisiones, las cuales están no solo condicionadas, sino determinadas por tu perspectiva que no es más que el reflejo de aquello que eres consciente.
Si deseáis profundizar en este tema y no eres de aquellas personas que todo o cualquier cosa les vale y quieres retomar las riendas de tus «pensamientos, emociones y acciones”, e instalar nuevos hábitos, o despedirte de alguno, te invito a contactar conmigo.
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También te animo a estar pendiente del siguiente artículo,
“El Mayor Engaño de la Humanidad – ¿El Autoengaño?”
“El verdadero poder del pensamiento no reside solo en existir, sino en la capacidad de moldear el ser y dirigir el destino con cada pensamiento consciente.” — Bernhard Schieber
¡El conocimiento más crucial es el que adquieres sobre ti mismo: descúbrete y transformarás tu vida y tu mundo! Semper vigilio, fortis, paratus et fidelis, Bernhard
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