Constelaciones Familiares: ¿terapia o camino iniciático?
Dentro del camino de autoconocimiento, muchas veces se mezclan términos como terapias, espiritualidad, crecimiento personal, camino iniciático, y no dejan de ser eso mismo, términos, conceptos. En el caso de las constelaciones familiares, no es diferente. La mayoría de personas piensan que el trabajo sistémico es solamente una terapia, asisten alguna vez en sus vidas a algún taller y luego siguen consumiendo muchas otras terapias. Esto es muy común y está bien, todo contribuye al autoconocimiento y al camino de vida.
Lo que quiero plasmar en este artículo es que las constelaciones pueden ser mucho más que una terapia y, sobre todo, que si se escogen como camino de vida, es decir se hace un trabajo continuo y en profundidad, puede convertirse en una vía o camino de autorrealización, consiguiendo paz, armonía y equilibrio en nuestras vidas.
En el trabajo sistémico se desarrollan dinámicas que trabajan aspectos muy importantes en el desarrollo humano:
Se trabaja en grupo, tenemos la posibilidad de mostrar nuestra vulnerabilidad en un espacio seguro y aceptado con amor y compasión. Podemos ver y experimentar los patrones de nuestro sistema familiar que pasan de generación en generación y nos limitan. Y lo que pocas personas saben es que el sistema familiar no es el único con el que se puede trabajar. El trabajo sistémico abarca todos los sistemas que existen, hasta llegar al mismo Espíritu, Dios o Consciencia, como queramos llamarle.
A demás del sistema familiar, se puede trabajar con el sistema de una empresa y las relaciones entre empleados, jefes etc. y observar y vivenciar las dinámicas que en ella se manifiestan, así como cualquier otra comunidad de personas en la que haya convivencia y un proyecto común. También nos encontramos con las constelaciones a vidas pasadas. Así como las constelaciones familiares abordan la línea de sangre, las de vidas pasadas trabajan con la línea de alma. Podemos observar como también existen patrones emocionales, mentales y de conducta, en otras vidas que nos afectan en la vida presente. Por último, nos encontramos con las constelaciones del Espíritu, en las cuales se permite que todo lo que sucede en el espacio-tiempo de la constelación sea canalizado y recibamos respuesta a nuestra consulta directamente del campo de consciencia que nos rodea, qué es sin duda fuente de todo el resto de sistemas.
Aquí podemos ver la amplitud del trabajo sistémico y que va mucho más allá de lo familiar. Pero lo que realmente me apasiona de esta herramienta es como une a todas las personas que participan en ella. Se produce una magia difícil de explicar. Las personas, en general, llegan con sus mentes en ebullición, con sus nervios, expectativas, vergüenzas, y se siente en el ambiente esa energía de separación, de cierta desconfianza e inseguridad, aunque tengan también ganas e ilusión por ver el trabajo que se va a realizar. De esta manera, el grupo se muestra tal y como normalmente somos en el día a día.
Comienza la sesión, todos los asistentes participan en las constelaciones, tienen acceso a los diferentes campos sistémicos, sin darse cuenta están conectándose con el campo de consciencia que los incluye a todos. Viven y experimentan las emociones, los sentimientos, los patrones mentales enquistados de los demás, y como se liberan, y como eso tiene todo que ver con ellos mismos. Reconocen que todos somos seres humanos que pensamos, sentimos y actuamos, y estamos sujetos a los mismos sistemas, familiares, de alma, de empresa, y en última instancia a un campo de consciencia que lo incluye todo y que nos une irremediablemente.
Cuando acaba la sesión, los participantes están en paz, se sienten parte del todo y unidos completamente al resto del grupo. Sus corazones están abiertos, su mirada se ha tornado limpia y brillante, han podido observar y experimentar que forman parte del todo y que están unidos en el campo de consciencia. Han podido vivir la espiritualidad y conocer lo que realmente son en este mundo.
¿No va eso mucho más allá de una terapia?