De cómo nos va en las redes sociales con los menesteres del amor
Ligar hoy ya poco tiene que ver con esos tiempos donde estábamos esperando bailar las lentas al final de la sesión en la discoteca. Se nos aceleraba el corazón cuando el chico que habíamos admirado toda la noche se acercaba a pedirnos acompañarnos en ese momento especial. Los tiempos han cambiado, las formas y los medios han cambiado. Pero ¿qué buscamos exactamente? ¿SABEMOS todos lo que buscamos? ¿buscamos hoy algo realmente tan diferente a ayer?
A mí me da que no, que la digitalización ha traido consigo nuevos modelos, nuevos “modos operandi”, pero nosotros seguimos SINTIENDO como antes, ANHELANDO como antes, VIBRANDO como antes, y DESEANDO como antes. Aún queremos encontrar esa persona afín a nosotros con la que compartir momentos de nuestra vida. Aún queremos sentirnos parte de un otro. Aún queremos disfrutar de momentos de pasión infinita. Aún nos visualizamos participando de la fiesta del amor. Aún somos muchos a los que nos apetece, en definitva, que alguien sea testigo de nuestra vida.
Así pues, simplemente nos hemos adaptado a esta modernidad en la que hoy vivimos y vamos haciendo uso de ella como buenamente sabemos o podemos.
La digitalización entró de lleno en el terreno del amor, y no hay de por sí nada malo en ello, siempre que uno sepa hacer un uso funcional de ella, no creando dependencias ni haciéndose ilusiones que luego dificilmente se van a llegar a cumplir, en muchos casos. No es que diverja mucho de la realidad analógica, pues antes no había Tinder ni Bumble o Parejas de Facebook, y las ilusiones, si no eran las mismas, sí muy parecidas.
La responsabilidad afectiva
el ghosting y demás
fenomenos paranormales
Pero el poder que le da a uno el anonimato al otro lado de la línea puede acarrear que se den más a la ligera conductas hirientes como el ghosting, cuando menos inapropiadas para la otra persona.
Aquel que forme parte de este tipo de redes ha vivido con seguridad lo que yo he denominado fenómenos paranormales; como el ver tu chat desaparecer tras un: ¿Hola, cómo estás?, o “te he visto venir y como no me has gustado me he ido”, el “ ¿con cuántos chicos más estás chateando?”, “ ya veo que no tienes interés, no me escribes desde hace dos días”, y así una larga lista que además de, en ocaciones, traspasar los límites del otro, muestran muchas inseguridades, miedos y complejos de aquel que los practica.
Las presentaciones en estas aplicaciones son tema a parte, a saber; la altura es un valor muy importante y el peso, en ocasiones. Los chicos se presentan con sus mascotas, perros en su mayoría, y las chicas hacen lo mismo con sus correspondientes animales, normalmente gatos. Los deportes, un clásico al igual que las motos. La estrella de los deportes es el pádel, el cual suelen practicar los hombres. Hay los que tienen algo de mal gusto y se presentan de una forma poco cordial, hay los que no escriben palabra en su perfil y tan sólo muestran fotos de paisajes. Las chicas enfadadas con todo el género masculino también se encuentran en estas redes y las que fluyen y se dejan llevar por lo que surja, también.
Dejando estas singularidades de banda, y yendo a lo serio, lo que es evidente es que no siempre se tienen que dar explicaciones del porqué uno no quiere continuar chateando con otra persona, pero para mí existe la RESPONSABILIDAD AFECTIVA, que otros llaman simplemente educación, en donde NO todo vale.
Eso sin tener en cuenta que una persona puede ser más vulnerable o estar menos “hecha” en estos temas y/o en su desarrollo personal, como el caso de un perfil más juvenil y se acaben atribuyendo el “fallo” a sí mismos, llegando incluso a sentirse culpables o defectuosos y anticipar nuevos fracasos en las redes en su búsqueda del amor, por aquello de la profecía autocumplida: “Si este me ha tratado así, seguro que no soy válida, los demás también lo van a ver” y creencias similares….
Independientemente que uno busque encuentros íntimos, que esté o no casado, que busque el amor de su vida o una diversión pasajera, lo importante es ser sincero y auténtico. Pero vamos, es obvio que esto es prioritario en redes y FUERA DE ELLAS. El respeto al otro. El respeto al prójimo. Ni más, ni menos. No vamos ahora a descubrir las américas.
No hay en las redes más tóxicos – además ahora está muy de moda esta etiqueta social para englobar actitudes a las que antes le podíamos atribuir un nombre y apellido- que en el gimnasio o los bares nocturnos. Las personas somos las mismas.
He oído a varias amistades mías decir: ¡uf, paso, en el tinder sólo encuentras a locos! Y digo yo: carai, he conocido gente maja en tinder, tengo a día de hoy amistades que aún duran, algunas historias no funcionaron como yo quise, otras fueron diferentes a lo anhelado, pero ¿locos? Más o menos en la misma proporción que antes en la discoteca.
Por supuesto que el tema daría para poder extenderse y hacer un análisis mucho más exhaustivo de cómo influyen los medios en el amor y las relaciones que se establecen. Seguro que cada cual tiene su humilde opinión al respecto y otros no tan humilde. Yo trato de clarificar la mía.
El epicentro sigue siendo el mismo, no veo tanta diferencia: sin AMOR tampoco se movería el mundo hoy. No hay “terremoto” que tenga una base diferente a esta. Nos descomponemos, lloramos, sentimos , reímos, nos derrumbamos literalmente y se abren grietas en nosotros a veces infranqueables… pero la gran mayoría reconstruibles. Y es así como vamos haciendo el camino.
Seguimos siendo HUMANOS. Digitalizados, sí, pero aún humanos. Si llegamos un día a dejar de ser seres sociales, y nos convertimos en algo diferente, modificando no sólo nuestras conductas y comportamientos, sino nuestra propia esencia…. será el fin de algo y el inicio de otra cosa.
Yo sólo espero no verlo.
FIN