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DÉJAME

Deja de mancharme con cada uno de tus pecados, 

Deja de mirarme con esos ojos encarcelados. 

Para de excusarte con tus versos mal apañados, 

para de culparme de tus dedos ensangrentados, 

ensangrentados de viejos y sucios maltratos. 

Esos que eres capaz de negar con los ojos cerrados, 

pero por mucho que los cierres, sé quién eres, ¡culpable!

No tienes perdón, y no dejaré que te quedes, ¡miserable!

Has jugado con todo mi ser, me hiciste vulnerable, 

ya no hay nada que lo deshaga, ni un pacto amable. 

Estoy intentando ser feliz, pero sin llegar a serlo, 

perdiendo la fe en breves momentos, 

hablando con mi corazón lleno de miedo, 

deseando sonreír pero sin poder hacerlo. 

Quiero dejar de estar en el medio, 

de sentirme en el punto muerto. 

El mar de mí se despide en silencio, 

quiero saber si estoy vivo o solo lo aparento. 

Las flores me miran cansadas, 

y con frío siento sus lágrimas, 

gota a gota cayendo en mi espalda, 

anhelo sentirme llena y en calma. 

Me pediste que me arrancara el corazón, 

que lo pusiera en tus resentidas manos, 

para demostrar que ya no había latidos; 

El arte no se encargó de matarlos, 

fuiste tú con tus gritos innecesarios. 

Solo me diste recuerdos malos, 

y unos ojos hoy en día ahogados. 

Se exige coger la libreta, aunque no se sienta fuerte; 

Junta, miles de letras, pero ni la escritora las entiende. 

Entonces, ¿quién la salvará del jodido subconsciente,  

si se quiere suicidar como los artistas, de manera alegre? 

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