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El drama social, vestido de fantasía

El cine de la directora británica Andrea Arnold, hay siempre un viraje hacia lo poético, como ya lo demostró en “American Honey” en el año 2016 o en el documental “Vaca” en el año 2021.

Ahora nos presenta Bird, su último trabajo interpretado por la joven Nikiya Adams y los actores Barry Keoghan y Franz Rogowski.

La película, que pasó por el pasado festival de cine de Cannes y el de San Sebastián, está contada desde los ojos de una niña de 12 años (Bailey), que vive en un entorno familiar roto y de clase social baja, muy baja. Con un padre que sobrevive haciendo trapicheos y negocios oscuros, después de haberse separado de la madre de Bailey.

Ambos viven en la localidad de Gravesend, cuyas calles se convierten en un personaje más de la película, y donde la joven Bailey sueña con formar parte del mundo adulto.

La directora logra mantener interesado, o al menos eso me pasó a mí, en la historia al espectador, a pesar de la propuesta arriesgada de la historia, donde la música está muy bien puesta en cada momento del film, mezclando el pop british de épocas doradas junto con música urbana más actual y donde el tema “The Universal” de Blur, es su canción magnética que suena en momentos claves de la película.

La actriz Nikiya Adams (Bailey) consigue transmitir, a través de la pantalla, mucho sus sentimientos y emociones de cada momento en una niña de 12 años, la dureza de sus días, la incomprensión y el no saber encajar, no en la sociedad, sino en sus familias rotas. Con sus guerras internas y sus treguas.

Al lado de la joven, esta su padre Bug (Barry Keoghan), una persona chunga, que no violenta, que intenta sobrevivir con chanchullos y ofrecerle a su nueva pareja (Joanne Matthews) todos los caprichos que ella quiera para su boda, dejando de lado las necesidades de su hija Bailey.

Y el triángulo lo forma Bird, al que da vida el actor alemán Franz Rogowski, y que da título al film. Un personaje lleno de fantasía, con su papel fundamental en la trama, que le muestra a Bailey el mundo con ojos distintos a la realidad.

Una propuesta deliciosa, con momentos duros que retrata la vida diaria de gente a la que no les sobra el dinero y la directora lo hace desde la sencillez de un guion redondo.

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