El placer al otro lado de la monogamia
Que cada uno seguimos nuestros deseos; perfecto, sean estos de índole erótica o de cualquier otra.
Que nos expresamos como nos apetece y vivimos acorde a nuestros valores; más perfecto todavía. Pero que hay una línea que separa la expresión y consecución de nuestros deseos de la falta de responsabilidad afectiva, también.
No es que valga todo en una relación, sea esta del tipo que sea. Desde el momento que nos relacionamos con OTRO deberíamos de responsabilizarnos de la parte que nos corresponde en ese ENCUENTRO. Aquí ya no me parece que todo valga, porque mi acción provoca una reacción en el otro y en algún lugar de esa interacción recae una parte de mi responsabilidad, que no toda.
Quizá sea mi edad, mi experiencia personal y laboral o el hablar con amigos y amigas lo me lleve hoy a plantearme HASTA QUÉ PUNTO EL SER HUMANO ESTÁ HECHO PARA LA MONOGAMIA o si no hablamos más bien de una construcción cultural, como muchas otras.
Quizá el estudio de la sexualidad como ciencia y cómo las diferentes coyunturas sociales han ido cambiando el perfil del hecho sexual humano, dándole la forma requerida en el momento de la historia, me lleve a creer que hay más de cultural que de biológico en este asunto.
¿No será que también en el tema sexual hemos querido adaptarnos a la normalidad de la sociedad en la que vivimos y nos asusta el expresar que no somos monógamos, ni siquiera ya en serie?
¿Será que nacimos para ser libres en todos los sentidos y nos encorsetamos en algo que luego no podemos defender y acabamos traicionando?
Pero este punto daría para una muy larga charla, así que me limitaré a resumir mi experiencia y como siempre ofrecer mi humilde opinión.
Me sobran los comentarios y vivencias que podría enumerar en este artículo que van en contra de la monogamia y más allá de una relación establecida. Hombres y mujeres, en catalán, en castellano y en alemán, incluso. Todos casados y con parejas – socialmente establecidas-. Me pregunto si la otra parte sabrá de esos pensamientos, porque me estoy refiriendo a relaciones cerradas, RELACIONES ABIERTAS, conocemos todas, pero no hablo de esas ahora. Uno de los comentarios que me llevó a escribir este mes sobre el tema fue el de un conocido, con una novia espectacular, que me decía que no te compras todos los zapatos que te pruebas cuando vas a la zapatería, o sea “probar” mucho, pero solo te quedas con unos …
Ahí lo dejo para que le saquéis el jugo vosotros mismos. A mí la comparación me dejó varios minutos dándole vueltas al asunto. Puede ser también el haber vivido en Alemania, lo que me lleve a ver que quizá de natural no tiene mucho el ser monógamo, donde he observado de una manera más explícita que en nuestro país el tener una mujer y la amante en la oficina.
Me acuerdo de otro comentario de un amigo cuando a medio día comiendo en un restaurante de Barcelona me decía la cantidad de personas que estarían en ese preciso instante engañando a sus parejas, pues es ese un horario muy adecuado para tal fin en el mundo del business, ya que por la tarde volvían a sus hogares y les tocaba estar por los niños y los quehaceres de casa.
Reíamos banalizando con el porcentaje de personas que estaban siendo infieles mientras nosotros comíamos. Personas que mienten a sus parejas, a sus hijos, a sí mismos. La verdad que no sé si es para reír. La vida diaria nos aburre, nos sentimos deseados por alguien “nuevo”.

¿Fantaseamos con la idea y queremos llevar esa fantasía al terreno de la realidad? Allá cada cual… Yo voto por la sinceridad, porque digo yo, si me comprometo para crecer al lado de alguien, a quien libremente ELIJO, con quien me siento a gusto, a quien admiro, de quien soy fan, a quien deseo, a quien amo… ¿Para qué voy a ir a probar más zapatos?, siguiendo la analogía de mi amigo.
Y si tuviera la necesidad de probarme otros es porque con los antiguos ya no me siento cómoda, con lo cual agradezco el tiempo que me “sirvieron” y los “despido” lo mejor que puedo por lo que me aportaron en su día.
Pero ni todos tenemos que ser monógamos en serie, ni todo el mundo conoce el concepto de responsabilidad afectiva. Y a los hechos me remito… Creo que hay personas de dos tipos: las que nos construimos nuestra propia vida, la que anhelamos, y las que viven las vidas que otros diseñaron para ellos y de ese “guion de vida” que diría el humanista Eric Berne, no son capaces de salir; unos por miedo, otros por no abandonar su “status quo”: léase, su vida montada por y para los demás. Ello hace que no esté en sus planes deshacer la obra montada, pues en términos de inversión les resultaría muy caro. Así que optan por mantener la falsa monogamia y disfrutar la infidelidad de manera oculta.
Ahora justamente me viene otro comentario de un amigo que, estirados en la playa de Tarragona, me decía dónde había conseguido llegar por su persistencia en la vida: a un puesto laboral muy exitoso. Mientras, su pareja vivía al margen de sus infidelidades en otra ciudad sin playa.
¿Eso es éxito?
¿Eso es llegar lejos en la vida, me pregunto yo?
Al final la educación como siempre es básica en todos los aspectos de la vida: ya no se trata de monogamia, poliamor, relaciones más abiertas o cerradas. Para mí se trata de ser fiel a uno mismo, esa es la base. A partir de ahí actuar siempre sin lastimar, con responsabilidad, con sinceridad para con uno y sus deseos, PERO para con el otro.
Con respeto y autenticidad siempre.
Sin dogmatizar a nadie, cada cual vive su vida a su manera. La infidelidad es un concepto muy relativo, y para cada persona empieza y acaba en un punto diferente de un contínuum.
El que quiere ir probando sin comprar, que lo diga antes. Y el que no quiere ser probado, que cierre la zapatería para esa clientela.
Y cada cual con su vida respetando las ajenas.
Lo que cada uno entiende por respeto… lo dejamos para otro artículo.
FIN