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ESTAMOS DESAPARECIENDO

Dicen por ahí que “no hay mayor desprecio que no hacer aprecio” y parece ser que en la sociedad actual nos hemos tomado ese dicho por bandera y lo hemos normalizado en algo que, lamentablemente, se ha convertido en algo tan pandémico como el propio Covid. 

Quien más y quien menos ya debe estar familiarizado con el término Ghosting y si este concepto os pilla de nuevas agarraos a la silla porque vienen curvas. Parece ser que el respeto por los demás y sobre todo por uno de los recursos más valiosos para nosotros se ha perdido últimamente. 

Efectivamente hablo del tiempo. Ahora que ligar cara a cara parece ser solo cosa del pasado, que para muchos los encuentros esporádicos son más su estilo de vida que encontrar a esa persona que comparta contigo el camino y que las aplicaciones están en auge más que nunca, ya que te dan la posibilidad de encontrar a tu media langosta desde la tranquilidad de tu sofá, nos estamos olvidando que al otro lado de la pantalla sigue habiendo personas vivas y sintientes. 

El término Ghosting era tan solo una habladuría hace unos años, pero hoy en día creo que ya es una enfermedad de nuestra sociedad. 

Un día conoces a una persona, inviertes tu tiempo en presentarte, contarle quien eres y de donde vienes, qué haces y en qué te entretienes, en definitiva, compartes una parte de tu vida, pues cada rato que pasas intercambiando mensajes con ese individuo es tiempo que no va a volver. 

Todo parece transcurrir tranquilamente, la conversación fluye, habláis de esto y de aquello, cuando sin previo aviso de repente desaparece sin más, sin posibilidad de respuesta o explicación, simplemente la línea queda muerta y nunca más vuelves a saber nada. Esto es bastante típico en los primeros días de contacto, pero conozco casos en los que la desaparición se produjo tras meses de relación incluso. 

Me parece devastador como poco. Y me surgen un montón de preguntas. 

¿Cómo alguien puede desaparecer de un día para otro sin dejar rastro? 

¿Cómo podemos valorar tan poco a los demás? 

¿Tan cobardes somos que ni siquiera somos capaces de dar la cara para comunicarle a esa otra persona que no nos apetece seguir conociéndola? 

Porque la excusa de “yo no quiero perder el tiempo” no me vale. 

Y es que ahora parece que la asertividad está por encima de ningún otro valor y con tal de no perder ni un solo segundo de nuestro tiempo nos importa bien poco empeñar el de los demás, por no hablar de todos los problemas de autoestima, inseguridades y otros estragos que generan este tipo de comportamientos tóxicos. 

Como obseso del tiempo que soy entiendo perfectamente el no querer perder ni 1 minuto de tu vida en algo insustancial, pero el respeto por los demás debería ir siempre por delante, esa persona ha decidido dedicarte ese precioso bien que a nadie le sobra, lo menos que puedes hacer es ser amable igual que todos queremos que lo sean con nosotros. 

Si no dejamos de buscar maneras de hacernos daño entre nosotros, no va a quedar amor en el mundo que sane tanto corazón maltrecho, así que, por favor, seamos un poquito más amables, no tienes que querer lo primero que pasa, pero de no ser así, si esa persona no te convence, díselo, es lo que todos merecemos, que al menos nos lo comuniquen. 

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