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GRACIAS, TE AMO, LO SIENTO, PERDÓNAME

¿QUÉ OCURRE CUANDO REPITES LAS PALABRAS: 

TE AMO, GRACIAS LO SIENTO, POR FAVOR, ¿PERDÓNAME? 

La primera vez que escuche la palabra Ho’oponopono fue gracias a una gran persona que con el tiempo se ha convertido en mi gran amigo del alma, y este arte Hawaiano de sanación en mi compañero de vida. 

Es lo que me da paz, alegría y me conecta con el amor que ya soy y con la divinidad. Sus enseñanzas son muy fáciles de aplicar, de hecho, lo único que hay que hacer es practicar, practicar y practicar. 

Ho’oponopono se basa en la repetición de palabras como si fuera un mantra. 

Las más conocidas son: LO SIENTO, PERDÓNAME, TE AMO, GRACIAS. 

Hay que repetirlas tantas veces como puedas a lo largo del día, porque al hacerlo estás limpiando tu subconsciente de tus recuerdos y memorias, que son los causantes de tus reacciones y los que te hacen perder el control. 

Cuando sanas a nivel interno te conectas con la realidad del Universo, con Dios, con la energía universal que es la que te guía y te protege. Es como rendirte a la vida y dejar que todo fluya, que la solución venga a ti. 

Ho’oponopono funciona para todos, no has de ser especial, ni más inteligente, ni más culto. Funciona para adolescentes, niños, ancianos, hombres y mujeres, todo el mundo puede beneficiarse del efecto de introducir en su vida Ho’oponopono. 

A mí, me ayudó a transformar el dolor provocado por el duelo en amor, pero funciona a todos los niveles físico, emocional, mental y espiritual y para todo tipo de problemas. 

De hecho, la palabra Ho’oponopono significa corregir un error, encontrar el equilibrio, volver a tu centro. 

Una de las cosas que mi amigo me compartió acerca de este método fue: “Si no quieres cambios en tu vida, no lo apliques”. 

Ho’oponopono es como una bella canción que cuanto más escuchas, más alegra tu vida. Ho’oponopono vino a mi vida en un momento en el que era incapaz de ver la belleza de la vida. En aquella época mi corazón estaba triste y solo cabía el sufrimiento. 

No entendía la vida y mis preguntas no tenían respuesta. Ignoraba muchísimas cosas sobre ella. Había vivido siempre de acuerdo con lo que me habían enseñado, de hecho, actuaba de acuerdo con mis creencias limitadas sin saber que aquello no era la verdad, pero yo lo desconocía. 

Mis creencias me limitaban y por el hecho de haber perdido a un hijo y de estar experimentando un duelo, mi vida tenía que ser triste para siempre. Me decía a mí misma que no tenía derecho a reír, ni a bailar, ni a ser feliz, tenía que vivir sí o sí el dolor y el trauma. Por este motivo, cuando esta nueva filosofía llegó a mi vida y la empecé a aplicar, me di cuenta de que funcionaba. Que si la utilizaba en mi día a día empezaban a llegar pequeños milagros y mi realidad iba cambiando, y no solo cambiaba mi realidad, sino que todo mi alrededor se transformaba. 

Porque cuando tú cambias, cuando tú sanas, tu realidad siempre sana, incluidas las personas que te rodean. 

Ho’oponopono me enseñó que yo tenía libre albedrío. Tú puedes elegir vivir en el sufrimiento y en la lucha constante, o puedes elegir descansar y estar en paz. 

En un libro de una maestra de Ho’oponopono, María José Cabanillas, leí la siguiente cita: 

“La alegría se halla tan unida a la vida como la flor a la planta. Cuando esta no tiene nada que la bloquee, la flor y el fruto brotarán solos, sin ningún esfuerzo, como algo natural”. 

Sin esfuerzo, como algo natural… así de fácil es practicar. 

¡RECUERDA! JUNTOS EXPANDIENDO AMOR DESDE NUESTRO PROPIO CORAZÓN. 

La paz, el amor y la gratitud comienzan por uno mismo. 

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

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