HACER EXTRAORDINARIO LO ORDINARIO
Estoy sentada frente a la pantalla del ordenador para escribir un nuevo artículo y no me viene la chispa de qué voy a hablar, siento como una pereza de pensar o de actuar… Me decido a empezar y dejar ir los pensamientos, las emociones y los sentimientos que puedo llegar a sentir…
Siento un silencio dentro de mí, un silencio lleno de paz y de posibilidades, un silencio que me habla de calma, de respeto hacia mi estado de ahora… Veo el sol que entra perezosamente por el balcón, así, como me siento yo, sin prisa, es como una sensación de que todo está bien.
Veo mis manos y mis dedos tecleando el ordenador, no se mueve nada más. Escucho el sonido de las teclas al ser golpeadas por mis dedos, nada más, un coche solitario que pasa de tanto en tanto por la calle y basta.
En el fondo se trata de dejar ir… dejar que todo pensamiento llegue y se vuelva a marchar, que pase ante mí y se aleje como estos coches que pasan desconocidos por la calle.
Levanto la vista y veo los libros que descansan en los estantes, veo El Principito en primer término, veo los libros que nos gustaban y nos siguen gustando tanto, Ernest, los nuevos que han ido llegando, las fotografías amadas, los recuerdos… También los dejo pasar.

Estar en mí, escucharme sin esperar nada, esto es lo que ahora estoy haciendo, el único movimiento lo continúan haciendo mis manos que se ayudan la una a la otra sin pausa, oportunamente, sin ningún preámbulo, sin mirarse… Se saben y se complementan y la una sin la otra lo tendría muy difícil para moverse y crear con tanta facilidad. Me doy cuenta de cómo se necesitan y de cómo se ayudan, no solo ahora, sino en todo momento.
¡Qué poca atención les concedemos, cuando todo el día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos trabajan juntas para ayudarnos y complacernos en todo!
Cuantas personas tenemos al lado y alrededor nuestro que nos ayudan y las ayudamos sin darle importancia, sin pensar que sin nosotros, que nosotros sin ellas, las cosas nos serían mucho más difíciles o sencillamente no las podríamos hacer.
¡Cuántas cosas nos pasan inadvertidas porque son cotidianas y las damos por hechas!
Recuerdo un escrito que leí alguna vez que hablaba de hacer extraordinario lo ordinario, de fijarnos en las cosas cotidianas que hacemos sin ninguna alegría, por costumbre, porque se tienen que hacer, y las hacemos con el pensamiento volando a cualquier lugar o asunto que esperamos que llegue en algún momento y que elevamos a la categoría de extraordinario cuando tan solo existe en nuestra imaginación.

Para transformar algo ordinario en extraordinario deberíamos poner nuestra energía en el ahora y fijarnos en las cosas cotidianas que realizamos cada día mientras las estamos haciendo, por ejemplo, observar nuestras manos moviéndose y trabajando conjuntamente para hacer aquellas tareas que nuestra mente quiere ignorar por conocidas, pero que son todo un espectáculo.
Ser conscientes de nuestras manos, de sus movimientos, de la fuerza y la habilidad que imprimen en cada gesto, la adaptación y flexibilidad de sus movimientos ajustados al trabajo que tienen que hacer, sin tregua, sin reposo, nos harían conscientes de la gran tarea que hacemos cada día cuando ejecutamos aquello tan cotidiano que no miramos ni valoramos y que, en cambio, solamente por el hecho de poner nuestra atención en ello podríamos convertirlas en extraordinarias.
Hacer extraordinario lo ordinario. ¡Qué bonito suena!
Poner consciencia en la tarea que hacemos cada día y admirarlas, valorarlas y agradecerlas en lugar de ignorarlas y aburrirlas. Me pregunto cuántas cosas podríamos elevar a la categoría de extraordinarias.
-Ver como extraordinario el beso que damos a nuestros hijos e hijas cuando se despiertan y cuando los dejamos o se van a la escuela… No es para siempre, es un regalo que hemos de agradecer cada día. ¿Esto no es EXTRAORDINARIO?
- Aprovechar cuando regamos las plantas para admirarlas, acariciarlas, cuidarlas y hablarles: “¡Qué hermosas sois, gracias por alegrarme la vista!”… i ser conscientes de que son seres vivos que nos necesitan, ¿esto no es extraordinario?

- Contemplar el reflejo que existe dentro de un gran charco cuando ha llovido y dejar que nuestra mirada se sumerja en él… es extraordinario.
- Sacar a pasear nuestros compañeros de vida de 4 patas y agradecerles este rato de salir a caminar y respirar el aire fresco, mientras nos reímos con sus rituales y alegría, sus muestras de afecto y fidelidad, su felicidad cuando llegas a casa… Esto tampoco es para siempre, convirtamos estos momentos en extraordinarios.
Realmente, poner consciencia en lo que estamos haciendo, en lo que estamos viviendo a cada momento, es la única manera en que aquello cotidiano que no valoramos, pero que ocupan la mayor parte de nuestro día a día, se pueda convertir en algo extraordinario, porque es real, porque lo estamos realizando, porque es la vida que creamos cada día para nosotros y para quienes amamos y, a medida que le demos valor, llegará el gozo de agradecer.
Agradecer aquello que vivimos y hacemos, agradecer nuestra capacidad de dar amor a los que nos rodean, agradecer el amor de los que nos aman y agradecer todas las posibilidades que nos llegan a cada momento para crecer en consciencia y amar.
Porque el simple hecho de estar vivos y valorar cada mañana la oportunidad de vivir un nuevo día, esto es EXTRAORDINARIO.
Dolors Beltran Boixadera
2 comentarios en «HACER EXTRAORDINARIO LO ORDINARIO»
Una gran reflexión que nos invita a detenernos y observarnos , algo tan necesario. Gracias🙏🏼
Dolors y Ernest, gracias por este nuevo mensaje lleno de amor.
He de agradecerles el hacerme observar y abrir lo extraordinario que esta ante nuestras miradas.
Gracias por llevarme de la mano a ver la infinidad de detalles amables que forman parte de este regalo compartido en nuestra existencia.
¡Qué gran verdad! ¡Todo es extraordinario.
Gracias por hacerme descubrir, emocionado la belleza amable de todas las tonalidades que vamos pintando en el lienzo de nuestras vidas.
Gracias a los dos un vez más.
Gracias por tanto amor compartido.
Les llevo siempre en mi corazón
Gilbert