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La alegría como antídoto para la enfermedad

¿Puede tener cabida la alegría si una persona enferma severamente?

Mi respuesta basada en varias experiencias de acompañamiento es que sí. Proporciona momentos de bálsamo y es una valiosa vía de sanación espiritual coadyuvando con los tratamientos convencionales necesarios.

El Dr. Bach afirma que las enfermedades llegan en realidad con un propósito de sanación. Paradójico, ¿verdad?

He comentado en otro artículo que un formador nos decía “el cuerpo comienza susurrándonos al oído, si hacemos caso omiso grita, por último, vocifera a través de alguna enfermedad”.

Por esto es tan importante habitarlo con atención plena y escucha activa permanente.

Caminos espirituales como el budismo y el cristianismo sugieren la gratitud y compasión como medios para alcanzar la alegría verdadera.

La gratitud nos enseña a apreciar y valorar cada momento enfocando la mente en lo positivo y la compasión busca conectar con los demás desde un lugar amoroso y empático. Ambas elevan nuestra vibración energética y dan espacio a una alegría profunda.

La ciencia ha demostrado que la alegría y la risa liberan neurotransmisores que no solo nos hacen sentir bien, sino que también tienen efectos positivos sobre nuestro organismo, reduciendo la percepción del dolor, mejorando la circulación sanguínea y fortaleciendo nuestro sistema inmune. La risa favorece una respuesta más saludable del cuerpo frente a la enfermedad. Tengo un slogan “mientras vivamos riamos”.

Esto al liberar tensiones permite que el alma se exprese como la luz interna que es, siendo capaz de llevarnos a lugares de paz y bienestar.

Víctor Frankl nos recordaba que aun en las circunstancias más desafiantes exteriores siempre tenemos capacidad de decidir nuestra actitud interna.

Esta potente emoción entonces se convierte en un poderoso motor provida-antídoto. Un recordatorio de la belleza y la magia de estar vivos. Un cuerpo enfermo orientado a emociones adecuadas libera varias hormonas y neurotransmisores asociados al bienestar y la felicidad.

Los principales:

● Endorfinas, es un analgésico natural. Reduce la percepción del dolor. Se libera con risas y ejercicio.

● Dopamina, llamada hormona de la recompensa, se asocia con el placer y la motivación. Presente cuando hacemos algo que nos produce disfrute.

● Serotonina, ayuda a mantener el equilibrio emocional. Se produce con la exposición al sol, ejercicio y meditación. Niveles bajos se asocian con depresión.

● Oxitocina, llamada la hormona del amor, presente durante el contacto físico: abrazos o caricias y con la conexión social. Favorece la confianza y reduce el estrés.

● Melatonina, la conocemos como reguladora del sueño, pero también contribuye al equilibrio emocional. Por esto es fundamental el buen descanso.

Todos moriremos. Importa no dejar morir lo más disfrutable mientras permanezcamos en este plano. Dejando a Dios, Buda, el Universo, la energía cósmica o cómo elijamos llamar aquello que nos trasciende y está a cargo.

Como corolario quiero compartir algunas frases de la psiquiatra Elizabeth Kübler Ross a quien recomiendo si interesa el arte del buen morir, que es parte clave para un buen vivir.

—“Solo cuando realmente sepamos y entendamos que tenemos un tiempo limitado en la tierra y que no tenemos forma de saber cuándo se acaba el nuestro, comenzaremos a vivir cada día al máximo, como si fuera el solo uno que teníamos”

—“Creo que la medicina moderna se ha convertido en un profeta que ofrece una vida libre de dolor. Es una tontería. Lo único que sé que verdaderamente sana a las personas es el amor incondicional «

—»Las personas son como una ventana con vitraux. Brillan y brillan cuando el sol está afuera. Pero cuando oscurece, su verdadera belleza se revela solo si hay luz desde adentro”.

Así que… A Brillar en nuestro interior, que eso se irradia y mejora el mundo.

Nos leemos en diciembre, abrazos apretados con gratitud.

Bonus track: regalo esta bella canción de Pedro Aznar, músico argentino.

¡La sanación se alimenta con arte!

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