La EMOCIONALIDAD masculina:esa gran olvidada

   Modelo: IG @andreistrat333

  Fotógrafo: IG @salvaferma

¿Quién se cree hoy en día eso de “los hombres no lloran”? ¿Cómo se supone que los patrones de masculinidad imperantes han desfavorecido la sensibilidad masculina a lo largo y ancho de los tiempos? ¿se han podido expresar los hombres como les ha apetecido? ¿han cambiado las cosas con respecto a generaciones pasadas? ¿O seguimos desnaturalizando al ser humano?

Los hombres lloran, sí. Sin ir más lejos hace un par de semanas miraba una película con un buen amigo mío y empezó a llorar en una escena. ¡Qué bello momento para mí! ver cómo, independientemente del motivo que le llevó a derramar esas lágrimas, dejó salir su emoción sin sentir vergüenza por ello aun estando yo presente. ¡Qué hermoso poder acariciar esa emocionalidad masculina! Ser parte de un instante de vida, de recuerdos, de emoción desbocada, permitida y abrazada. Y eso hice, abrazarla en su vulnerabilidad, porque sin duda entendí que ese fragmento del film tenía que ver con su propia biografía.

Los hombres sienten igual que nosotras cuando son y se saben amados, cuando aman y se desprenden del pensamiento. Cuando cierran los ojos y escuchan a su corazón latir, cuando se les acarician sus deseos y cuando pretenden hacer realidad los nuestros. Cuando entran en nuestro mundo femenino sin desdeñar el suyo. Cuando siguen sus sueños y nos ayudan a perseguir los nuestros. Cuando se les resquebraja el alma y buscan tiritas para subsanarla. Cuando no muestran dolor afuera por miedo a sentirse débiles, pero tiemblan por dentro como niños desprotegidos. 

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Fotógrafo: IG @salvaferma

La emocionalidad ha sido siempre concebida como “cosa de mujeres”. No vamos a obviar que la biología quizá nos creó con cerebros -y sus respectivos hemisferios- diferentes. Pero tampoco que lo femenino y lo masculino es cuestión de una sociedad tremendamente patriarcal y en la que se han asignado siempre unas maneras políticamente correctas para un sexo y el otro. 

Ya no decir de la orientación sexual. Todavía escuchamos hoy que cuando un hombre es afeminado es gay o si es gay es más sensible. Y son muchos los estereotipos que perduran.  Por cierto, mi amigo de antes es heterosexual. 

Lamentablemente tenemos unos patrones sociales tan interiorizados que a veces se me antoja difícil deconstruirlos todos y desmontar teorías que, no han hecho más que diferenciar, distanciar, desprestigiar, y devaluar una condición sexual por ser vista como inferior o minoritaria, independientemente de la verdad que allí esconda ese humano.

Soy de la opinión que sería mucho más inteligente y de utilidad en la vida enseñar a niños y niñas menos matemáticas y más que aprendan a vivir sus emociones, todas y cada una de ellas. Que las identifiquen, reconozcan, les puedan poner nombre y puedan saber en qué lugar de sus cuerpos las sienten. Que puedan después verbalizarlas, además de percibirlas, y que no sólo sean capaces de expresarlas con palabras, sino que adquieran la destreza de poder actuarlas, más allá de meramente darles un nombre. Así cuando vinieran a la consulta, no sería tan intenso el trabajo emocional que hacemos, porque esa dificultad ya no tendría lugar de ser. Esa reeducación emocional nos toca a muchos psicólogos con adultos que están desconectados de sus emociones, e incluso de sus cuerpos. Que han canalizado unas emociones a través de otras por no ser las primeras permitidas en sus infancias. O que simplemente son incapaces de expresarlas y deciden hacer o pensar porque no pueden sentir.

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  Fotógrafo: IG @salvaferma

Y este patrón, no voy a mentir, lo vivo más con hombres que con mujeres. Con ellas tratamos de que tengan habilidades para autorregular sus emociones y con ellos empezamos por la primera lección: vocabulario emocional, para poder comprender humanamente cómo se sienten. 

Esa desconexión con el SER es una de las asignaturas pendientes de los hombres y en general de toda la humanidad. 

Me apetece reivindicar desde aquí la capacidad de los hombres de vivirse sensibles, y creo que la lucha debería empezar por ellos mismos. Por rebelarse, por no dejarse tapar, por no esconderse, por no tener ni miedo ni vergüenza, por ser auténticos, por decir que SIENTEN, y gritarlo, si es lo que consideran. 

Que nada nos va a hacer más humanos que respetar la sensibilidad y genuinidad de otro semejante. Que aquí no se trata de hombres y mujeres, que todos tenemos derecho, que todos vinimos y nos iremos del mismo modo, y que no hay restricciones por nacer hombre, más que las que la propia naturaleza imponga.

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Fotógrafo: IG @salvaferma

Las emociones son para todos: abramos rendijas para ventilarlas, tendamos puentes, ayudemos a los hombres a mostrarse, a quitarse las máscaras, a practicar la autocompasión y no desmerecerse, a ser fieles a sus adentros, a EXTERIORIZARSE para vivirse completos, a ofrecerles una mano si se pierden en el camino, a vibrar juntos, a sentir la naturaleza en su más ínfima partícula, a mojarnos de vida y no secarnos de amargura, a embelesarse contemplando una flor o descubrir como la brisa puede dibujarles el contorno de sus rostros….

Seamos todos HUMANOS SINTIENTES en lugar de HUMANOS JUZGANTES; 

Que la masculinidad entiende más de naturaleza que de construcciones.

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