LOS CUENTOS ENDULZADOS
¿Por qué cada vez se crean más cuentos “endulzados”?
¿Por qué nos empeñamos en alejar a nuestros pequeños de cualquier situación desagradable?
De todos será conocida la polémica que, este mes hará un año, se creó en torno a los libros de Roald Dahl, cuando editoriales anunciaron que se reescribían los libros para eliminar lenguaje considerado ofensivo.
Y es que todo, absolutamente todo, se cuestiona y ha de ser políticamente correcto y “la cosa” creo que se nos va de las manos.
Entiendo que el lenguaje y el mensaje de lo que leemos es importantísimo, esencial.
Siempre, cualquier lectura nos transmite un mensaje y hay que ser cautelosos, prudentes y muy respetuosos con lo que se escribe y sobre todo, cómo se escribe.
Creo que en eso estaremos de acuerdo la gran mayoría.
Quien escribe tiene que ser sensible y tener en cuenta la diversidad para que todos nos sintamos incluidos, aceptados y no solo desde el lenguaje escrito, sino también a través de los gestos, las expresiones y los actos. El tema que traigo aquí para reflexionar es si es necesario reescribir clásicos que se escribieron en un contexto determinado, en una época pasada que nada tiene que ver con esta, pero que forman parte de la cultura y del arte.
Vaya por delante, y que conste, que me encantan los cuentos con finales felices, que soy promotora de la literatura respetuosa y que me suelen gustar las versiones de cuentos tradicionales con diferente final e incluso a los que se les da totalmente la vuelta: lobos miedicas, princesas hartas de ser princesas, Caperucita forzudas, etc.

Pero también soy una enamorada de los cuentos tradicionales.
Considero que una cosa es realizar nuevas versiones, escribir de acuerdo a nuestro tiempo presente, a nuestros valores actuales y transmitir mensajes que rompan con estereotipos, que valoren la diversidad en el más amplio sentido de la palabra y otra cosa es alejar a los pequeños de los cuentos tradicionales, de esos clásicos que han ido transmitiéndose a modo oral o leído generación tras generación.
Aunque algunos puedan parecer duros, crueles, capaces de herir la sensibilidad del pequeño oyente, todos tienen valores pedagógicos importantes.

En general, los cuentos infantiles están escritos con idea de transmitir mensajes a los pequeños, de educarles, de enseñarles y, por tanto, hay que reconocer su valor pedagógico, aunque los tradicionales estén desfasados en el tiempo, descontextualizados y llenos de estereotipos que chirríen según nuestros valores actuales. Ahí, considero esencial la función de la persona adulta que acompaña en la lectura, ya que es ella quien tiene que invitar a la reflexión y fomentar el sentido crítico.
Si se transmite a las niñas y niños valores de respeto, empatía, igualdad… reconocerán que no se trata de una historia real, sino de una fantasía que empieza al abrir o empezar el cuento y acaba cuando este se cierra o se escucha las tan conocidas palabras de: “colorín, colorado, este cuento se ha acabado”.
Los niños y niñas que tengan esos buenos valores a los que hacíamos referencia antes, no se sentirán identificados con esos valores desfasados o descontextualizados y seguro, estarán preparados para expresar su opinión y desarrollar su estilo crítico. La dualidad entre el bien y el mal en los cuentos populares en el que el protagonista siempre es el bueno, el héroe y quien pierde es el malo, el antihéroe, el antagonista es un factor importante e incluso necesario, ya que nuestros niños y niños deben conocer las dos caras de la moneda, el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto para que puedan comprender y aprender.

Si borramos todo lo negativo, lo malo por el miedo a que no experimenten emociones negativas, de alguna manera les estamos privando de conocer la realidad. El lobo, el monstruo, los diferentes personajes del imaginario considerados como “los malos”, todos, juegan un papel necesario.
Es bueno que, de una manera simbólica, desde la imaginación y la fantasía, descubran que más allá del personaje y la historia en concreto, la vida no siempre es bonita y fácil.
Está bien poner a los pequeños y pequeñas en alerta, a tener cierto miedo a lo desconocido (el miedo no es malo). Entender que los actos tienen consecuencias, que somos responsables de lo que hacemos, que vivimos con otras personas que sienten como nosotros.
Los cuentos son maravillosos recursos llenos de posibilidades, de los que siempre podemos obtener aprendizajes.
Así que, clásicos o actuales, ofréceles libros, abrirás sus mentes, los preparará para el futuro y los ayudará en el presente.
Laura González
@lecturas_paraelalma_kids