MIMO
Raúl Cerezo: «Hacer cine de género en España es cuestión de resistencia»
Lo que debía ser una conversación sobre su nuevo corto Mimo codirigido con Carlos Moraina, acabó siendo una charla distendida sobre el cine, la industria, el género, los festivales y las muchas historias que tiene en marcha. El productor, director y guionista Raúl Cerezo habla sin tapujos sobre la realidad del cine de género en España. Describe la evolución y la situación actual como un proceso complicado y desafiante. Según él, el cine en este país ha cambiado significativamente, y aunque hay un interés por el cine de género, este enfrenta varios obstáculos.
Con una trayectoria que combina cortos, largometrajes y producciones independientes, su nombre se asocia cada vez más con una resistencia casi artesanal en una industria donde “cada vez es más difícil sacar proyectos adelante”. Hablar con Raúl Cerezo es como subirse a una montaña rusa de entusiasmo, anécdotas y crítica constructiva.de un guerrero que no cesa de luchar por levantar historias distintas, valientes y comprometidas con su público.
El director de “Viejos”, nos abre las puertas a su proceso creativo, en especial en torno a Mimo, su nuevo cortometraje, una obra intensa que conecta lo doméstico con lo perturbador. Con honestidad y detalle, desgrana las decisiones narrativas y técnicas que le han llevado a explorar los límites del género desde la cotidianidad.
«El terror está en el desayuno, en la taza de café»
“La semilla cae directamente en la mujer, pero podría haber caído en cualquiera. Podría ser el padre, o incluso que lo haya heredado de la abuela. Me gustaba esa idea de algo que se transmite, que cambia de sexo, que va mutando”, explica.
Lo que comienza como una psicopatía silenciosa se va desarrollando a través de gestos, diálogos, y una evolución familiar compleja. “Desde pequeños momentos, como en sus juegos, ya ves algo. Me interesaba cómo cada frase, cada escena, te lleva hacia esa tensión que sabes que en algún momento va a explotar”.

Cerezo se muestra obsesivo con una de las bases de una buena película, la estructura del guion:
“Repaso línea por línea. Me interesa mucho que el corto funcione con los tres actos bien definidos, incluso siendo más breves. Aquí empiezas con un juego extraño, luego parece que hay un maltrato hacia un personaje, pero más tarde descubres que quizá es al revés. Y justo al final, viene ese giro que lo cambia todo.”
Además, el director confiesa que le encanta incluir un pequeño epílogo:
“No tiene por qué ser positivo, pero sí lírico o retórico. Me gusta cerrar los cortos con un toque final que intensifique lo vivido. En “Mimo”, por ejemplo, lo hago con la canción A tu vera, que entra justo en ese punto emocional.”
Lejos del terror efectista, Cerezo busca la emoción real, la incomodidad desde lo cercano:
“Lo llamo ‘terror en la taza de café de la mañana’. Me encanta rodar una escena que podría parecer sacada de una peli de Rohmer, pero que por dentro está podrida. Eso conecta incluso con gente a la que no le gusta el género, porque toca emociones universales.”
Recuerda con cariño escenas de su anterior película “Viejos”, que conectan directamente con “Mimo”:
“Hay una escena de la ducha en Mimo que me recuerda mucho a Viejos. Esa naturalidad del momento íntimo, esa tensión contenida… me encantó cómo quedó y cómo la planificamos con mimo —nunca mejor dicho— desde el primer día.”
Dirección de actores: trabajar con niños
Uno de los mayores retos fue dirigir a niños, algo que a Raúl no le asusta. Al contrario:
“Sintonizo muy bien con ellos. Soy muy crío en los rodajes, me escapo a por un Tigretón al catering… y eso ayuda. Hay momentos difíciles, claro, pero te aseguro que a veces los adultos dan muchos más problemas.”
En “Mimo”, combinó a una niña con ya con experiencia, Leire Marín, con un niño debutante Eduardo Aguilar:
“Ella ya había hecho«Ama» y «Machos Alfa», sabía dónde colocarse, no miraba a cámara. El niño estaba un poco perdido, y eso era perfecto, porque refleja su papel: no sabe de qué lado está, si de su padre o de su madre.”
Equipo técnico: frescura y relevo generacional
La fotografía de Mimo fue otro elemento destacado. Nacho Aguilar no pudo encargarse esta vez, pero Raúl encontró a una sustituta excelente:
“David Verdugo me recomendó a Bea Delgado. Al principio fui escéptico, pero en cuanto vi su trabajo, lo tuve claro..”
El creador de “Claraoscura” destaca que realizaron dos cortos seguidos (“Mimo” y “Tinieblas”) con una estrategia de producción conjunta:
“Fue un palizón, pero muy efectivo. Rodamos los dos con el mismo equipo, lo que nos permitió trabajar con coherencia visual y narrativa sin duplicar costes.”
Cerezo nos habla del impacto emocional de su corto

“Me encanta cuando alguien ve el corto sin saber hacia dónde va a llevarle. Ese momento en el que el niño dice ‘ya no quiero ser mamá’… te hiela la sangre. Funciona de maravilla.”
El director de “La Pasajera” sigue demostrando que el terror puede ser tan íntimo como un desayuno familiar, tan reconocible como una mirada entre padres, y tan poderoso como una frase inocente salida de la boca de un niño.
El productor de “La nueva” continúa desvelando los entresijos de su trabajo con “Mimo», uno de sus proyectos más personales, donde lo familiar y lo siniestro se entrelazan hasta alcanzar un clímax tan sutil como brutal. En esta tercera parte de la entrevista, la conversación gira en torno a la dirección de actores, la planificación visual y la construcción del terror desde lo más íntimo.
“No hay música, y eso lo hace aún más inquietante”
“No hay música al principio, y lo quería así, a propósito. Para que el espectador se pregunte: ‘¿Dónde me está llevando esto?’”, cuenta Raúl. “Poco a poco vas notando un pequeño maltrato, luego están en la cama, y de repente ves que es la madre la que…”.
Recuerda la primera proyección en sala:
“Con 300 personas, hasta la última butaca llena. Cuando llega el giro, había gente que se tapaba la boca, como si ya lo estuvieran anticipando. Fue muy potente.”
El origen del terror: lo real, lo cotidiano
Aunque “Mimo» parece escrito como una pieza de terror desde el inicio, en realidad no fue así.
“Cuando me llegó, era un drama puro. Ni siquiera llegaba al thriller. Pero empecé a ver claro que esa historia escondía algo profundamente inquietante.”
El director de “El Semblante” reflexiona sobre la idea de educación pasiva-agresiva:
“Eso de no saber qué estás transmitiendo a tus hijos, el encierro simbólico detrás de una puerta cerrada… Todo eso es terror. Y no necesitaba sangre ni monstruos.”
Habla del final del corto, donde la niña reanuda el juego como si nada hubiera pasado:
“Ahí está el verdadero terror: ‘Esto ha pasado, pero seguimos’. El niño traga, como lo hacía la madre. Es casi un síndrome de Estocolmo. Ella le dice: ‘Tú siempre serás mamá’. Y vuelve a poner los platitos. Se cierra el círculo… fuera y dentro de la habitación.”
El terror se gesta en casa
“Al leerlo, me agobié. Tengo dos hijos, y pensé: ‘Esto es terror puro’. Pero había que controlarlo, no pasarse, porque si lo haces, luego te dicen: ‘Ya está, Raúl ha metido el terror donde no tocaba’.”
Por eso, todo lo que sucede en “Mimo» parte de lo cercano.
“Siempre intento que el terror nazca de algo cotidiano. En Viejos era la convivencia con el abuelo. En “La pasajera», situaciones compartidas. Aquí, es el hogar, lo que hay detrás de una puerta cerrada.”
“Me encanta hacer cine que se pueda revisionar. Cada plano, cada detalle, intento que tenga sentido. Así, si alguien vuelve a verla —porque le ha gustado o porque no le convenció y le quiere dar otra oportunidad—, siempre encontrará algo nuevo.”
Los finales con giro: influencia de Twilight Zone
Cerezo es claro con sus referentes:
“Todo lo que hago tiene giros. No giros forzados, de esos que parecen querer ganarse al espectador como sea. Vengo de Twilight Zone, de ahí viene mi obsesión.”
“Sí. Y me encanta cómo lo dice el niño: ‘Esto solo pasó una vez’, y ella responde: ‘¿Tú qué sabrás?’. Es terror puro. Dirigir eso con niños no es fácil, pero salió desde la naturalidad.”
“Antes hasta el peor tenía su hueco en el videoclub”
Cerezo no duda en comparar el presente con el pasado:
“Antes, incluso el peor del mundo tenía su hueco en el videoclub. Todo iba a toda leche. Era raro quien no sacaba una película. Ahora, los pocos que lo consiguen son nuestros verdaderos triunfadores.”
El director describe una industria más lenta, más burocrática, donde convencer a productores y distribuidores se ha vuelto una labor titánica:
“Hay que presentar proyectos que se puedan vender, demostrar que son rentables. Tú no te imaginas lo que es”.

Sitges: sufrimiento y celebración a partes iguales
Aunque los festivales son escaparates clave para el género, Cerezo reconoce el desgaste que implican:
“No hay sitio donde sufra más que en los festivales. No puedo pararme con toda la gente que quiere hablar. Debes buscar financiación, buscar inversores, conectar con nuevos proyectos, hablar con creadores, es muy estresante Este año voy con “Luger”, como productor ejecutivo, así que estaré algo más tranquilo.”
“Luger» es, precisamente, uno de sus nuevos proyectos.
“Es el debut de Bruno Martín, un montador español muy amigo mío. Es como si GTA se hubiese adaptado a un polígono español. Está seleccionada en algunos Festivales importantes del género
Además, Raúl confiesa que tiene en marcha un corto como director:
“No es lo mismo que ir con largo, pero me apetece disfrutar y jugar un poco sin la presión que supone dirigir un largo”.
El legado del fantaterror y la lucha por el género
Uno de los momentos más emotivos de la entrevista llega cuando su interlocutor le compara con los productores del fantaterror español de los años 70. Raúl sonríe:
“Me lo han dicho muchas veces, y me encanta. Aquello era una locomotora: pim, pam, pim, pam. Ya queda poca gente así.”
Critica que el género sigue sin recibir el reconocimiento que merece:
“La mayoría está obsesionada con los Goya, los Óscar… y eso nunca va ligado al género. Muy poca gente consume género de verdad, lo entiende más allá del susto fácil.”
Raúl Cerezo, sin pretensiones ni poses, sigue demostrando que el cine de género en España tiene voz, alma… y mucho oficio.
«Hacer cine ahora es mucho más difícil»
“Antes, incluso el peor del mundo tenía su hueco en el videoclub”, recuerda Raúl con cierta nostalgia. “Todo iba a toda pastilla. Era raro el que no sacaba una peli. Ahora, los pocos que lo consiguen son nuestros verdaderos triunfadores”.
Cerezo denuncia la creciente dificultad de levantar un proyecto cinematográfico en la España actual, donde el público ha disminuido y los recursos son cada vez más escasos. “Tienes que convencer a mucha gente, presentar proyectos que se puedan vender, demostrar que son rentables… Tú no te imaginas lo que es”.
“Aquí no vale relajarse. Tienes que estar ahí, currando”
Una carrera construida a pulso
Con más de 100 cortos a sus espaldas, dos largometrajes dirigidos y otros cinco producidos, Cerezo no baja el ritmo.
Raúl lo tiene claro: “Esto no se acaba nunca. No es ‘venga, ya he hecho dos pelis, ahora a relajarme’. Qué va. Tienes que estar ahí, dándolo todo”.
Con más de cien cortos dirigidos, dos largometrajes y varias producciones a sus espaldas, no baja el ritmo. “Tengo amigos que se han pasado a dirección de foto, a montaje… muchos no lo han aguantado. Esto es muy duro”.
Y aunque el desgaste es real, insiste en que solo sigue en pie por su pasión: “Entre que me encanta, que hay que comer, y que si no curras no sale nada… pues eso, que me dejó la piel en esto”.
“Esto no se acaba nunca. Hacer cine de género en España es pelear contra todo. Pero mientras tenga una historia que contar, ahí estaré.”
Continuará …