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SEÑORA DE ROJO SOBRE FONDO GRIS (LIBRO)

TEATRO MIGUEL DELIBES

Una de las curiosidades de Miguel Delibes que se puede visitar si paseas por Valladolid es que, en la misma casa en que nació, en la calle Recoletos, que todavía existe, hay una placa con una frase del escritor que dice:

«Soy como un árbol que crece donde lo plantan»,

lo que se interpreta que daba igual donde estuviera en el mundo, él conseguía adaptarse y florecer con su arte.

Algo llamativo es la forma en que empezó a escribir libros. Muchos saben que su verdadera musa fue su mujer, Ángeles de Castro.

Lo que quizá no se ha relacionado tanto es que, los primeros años del escritor, tenía una media de un libro al año.

Pero también tener un hijo al año.

Una de las frases más importantes del autor es, sin duda:

«Un pueblo sin literatura es un pueblo mudo».

Miguel Delibes se casó con su mujer en 1946. Sin embargo, ella falleció en 1974, dejando al autor sumido en una gran depresión que hizo que sus libros empezaran a ser más espaciados en el tiempo.

Siempre se ha considerado a Delibes como un hombre melancólico, triste, huraño… y parte de ese humor fue debido a la pérdida de su gran amor y musa.

“Soy consciente de que con su desaparición ha muerto la mejor mitad de mí mismo”.

Lo dijo Miguel Delibes en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, pocos meses después de la prematura muerte de su mujer, Ángeles de Castro.

Ella le inclinó a la literatura, con ella tuvo siete hijos y ella fue su inseparable compañera durante cerca de 30 años.

Ángeles de Castro es la señora de rojo sobre fondo gris. Este libro es la única novela que el maestro Delibes escribió directamente en homenaje a una persona.

Sin ser una biografía ni utilizar nombres reales, sí que es una clara evocación de la figura de su esposa.

“La alegría que ha inspirado, no solo a mí, sino a toda la familia”, así definió a Ángeles de Castro el escritor vallisoletano.

Y esa visión es la que refleja en las páginas de esta preciada joya literaria.

Mientras el lector recorre sus líneas se va impregnando de un sentimiento hondo de amor, sin sensiblerías de por medio, simplemente auténtica devoción descrita por alguien que, además de saber lo que es el amor, sabe y muy bien cómo contar una historia.

Un amor que adquiere un dramatismo y me atrevería a decir que una plenitud cuando aparece, primero sigilosa, después como un golpe seco, la enfermedad.

La narración se va a ir acercando y centrando en las fechas inmediatamente anteriores al 22 de noviembre de 1974.

De ese día del calendario, Miguel Delibes escribiría en una carta a su editor y amigo Josep Vergés lo siguiente:

“Me parece que hemos pasado de la juventud a la vejez no en poco tiempo, sino en una noche”.

Ángeles de Castro fallecía a los 50 años

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