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Si tuviera que definir con una sola palabra el litoral de la costa tarraconense sería Sostenibilidad, en mayúscula.

Podría añadir muchos adjetivos para poder imaginarla, soñarla, vivirla y hasta idealizarla si no tenemos la suerte de conocerla, desde que en la desembocadura del río Foix la fina arena dibuja sus líneas geográficas, hasta el paradisiaco Delta del Ebro, en el que cohabitan la agricultura y la pesca.

Es una extensa costa con casi 100 km de playas en las que podemos disfrutar de castillos escondidos entre la vegetación que se asoman al mar, y desde la playa podemos ver esas piedras milenarias que los mantienen firmes y erguidos divisando la Costa de Oro.

Así me gusta llamarla, Costa de Oro.

También encontramos pasarelas de madera que cuando las recorremos nos hacen sentir en nuestros pies la bravura del mediterráneo, contrastando con la suavidad y la finura de la arena que pisamos en cualquiera de las calitas, son muy pequeñas y no se les puede llamar calas.

Es un paisaje lleno de contrastes en el que disfrutamos de paisajes lunares, casi desérticos entre la playa y la montaña, con pinares que fijan con fuerza sus raíces en las laderas de los riscos porque casi caen al mar, regalando su sombra a los bañistas.

Pero si hay un vista que me llamó poderosamente la atención en mis primeros viajes a Cataluña, fue ver dibujada en el paisaje la silueta gigante de una central nuclear construida en Vandellós en los años 80, que emerge como un dragón del fondo del mar, si la observamos desde de la autovía, o desde el tren. Y al lado vemos un edificio pintado en azul y verde con aspecto de torre de vigilancia, también pegado al mar.

¿Qué será?

Es la central nuclear de Vandellós 1, ubicada en esta zona por las buenas condiciones geológicas, orográficas, hidrogeológicas, climáticas y sociológicas, sumadas a las buenas comunicaciones por carretera y ferrocarril, buenas condiciones climáticas y de una posición estratégica por su proximidad a la capital tarraconense y al polígono industrial.

Entró en funcionamiento en la década de los 70, desde entonces ha formado parte del paisaje marítimo, como un elemento más del entorno que ha ido evolucionado, hasta cambiar su fisonomía en la actualidad, cuando ya ha cesado la actividad industrial y se encuentra en proceso de desmantelamiento, en fase de latencia.

Al lado podemos ver la central nuclear Vandellós 2, actualmente en operación, son dos centrales con el mismo nombre pero totalmente diferentes en cuanto a tecnología pero con algo en común, forman parte de un mismo paisaje en el que se funden el desarrollo industrial y el turístico. Las dos centrales fueron y son un importante pulmón económico en la zona y siempre formarán parte de ese paisaje dorado que da nombre a nuestra costa.

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