¿TE HAS PLANTEADO CUÁLES SON TUS LÍMITES?
No nos engañemos, la palabra “límites” no tiene muy buena prensa en nuestra sociedad actual.
Sí, se habla de la importancia de poner límites (a tus hijos/as, por ejemplo), de la súper-importancia de respetar tus propios límites y de la mega-súper-importancia de respetar los límites ajenos.
Sin embargo, hay algo más importante que todo eso.
Presta atención: Los límites son la garantía para que las relaciones humanas funcionen No deberíamos, por tanto, subestimar los límites ajenos ni, por supuesto, los nuestros.
Las conclusiones de uno de los estudios más prestigiosos sobre la felicidad proveniente de la Universidad de Harvard (“el estudio más prolongado sobre felicidad” lo llaman, ya que se inició en 1938) concluye con la siguiente afirmación:
“Lo importante para mantenernos felices y saludables a lo largo de la vida es la calidad de nuestras relaciones”.
Dicho esto, remarco de nuevo: Si quieres cuidar tus relaciones, presta atención a los límites. A los que pones y a los que te piden.
¿Qué son en realidad los límites?
Podríamos definirlos como la línea sobre la que no permitirías que nadie cruzara debido al impacto negativo que tendría en ti. Así de valiosos son. Y eso debemos extrapolarlo a nuestros hijos e hijas. Puesto que ellos desconocen el significado de los límites y la importancia de estos, es crucial que les enseñemos qué son y para qué sirven.
¿Y cómo hacemos esto?
Empezando por enseñarles la importancia que tiene que ellos respeten nuestros límites y explicarles por qué, qué necesidad es la que estamos protegiendo con ese límite (porque sí, todo límite nace para proteger una necesidad).
También podemos hacérselo entender reflexionando con él sobre el espacio físico y emocional que necesita para poder ser él mismo y sentirse a gusto. Y es que los límites marcan la cercanía adecuada (tanto emocional como física) para que las relaciones que tenemos sean de conexión, de amor y de reciprocidad.
Y es que ¡los límites SIRVEN PARA ACERCAR, para conectar!
Si empiezas a prestar atención a los límites que pones (y a los que dejas de poner a pesar de la importancia que tienen para ti) empezarás a establecer relaciones satisfactorias y te liberarás de las que atentan contra tu paz mental. Y de paso, te convertirás en un claro ejemplo para tus hijos/as de cómo respetarse a uno mismo.
★ Pon los límites que necesites a tus hijos (a veces es mejor 4 líneas rojas bien definidas desde el principio, que 10 límites nuevos cada día).
★ Enséñales que poner límites te convierte en una persona segura, que se cuida y se quiere a sí misma.
★ Explícales que los límites sirven para expresar cómo deseamos que los demás nos traten.
Y no olvides que un niño/a sin límites será un niño/a inseguro porque crecerá sintiendo que sus necesidades no están siendo cuidadas y protegidas. ¡Ojo! Tan malo es la ausencia de límites como el exceso de estos, que puede llegar a crear desconexión con el adulto e incluso sentimiento de soledad.
Mi consejo busca siempre la siguiente fórmula: WIN-WIN (él gana, tú ganas). Ya que esto va de proteger necesidades, pon límites para proteger tus necesidades, teniendo en cuenta también proteger su necesidad del momento. ¡Ese es el ideal!
Aquí, un ejemplo claro:
– “¡Ana, recoge! Para mí es importante que el comedor esté en orden” (bien, estoy protegiendo mi necesidad de orden)
– “¡Venga Ana! ¿Cómo te puedo ayudar a recoger?” (¡mejor aún!, estoy protegiendo mi necesidad de orden y su necesidad de seguir disfrutando).
Así conseguimos un WIN-WIN. Fácil, no. Reto, siempre.