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VERANO, PLAYA, AMOR Y SEXO de la (des)conexión a la separación 


Llegó el verano y con él vuelve la ilusión de las vacaciones, el descanso merecido y el relajamiento necesario tras un año duro de trabajo. Pero ¿descansamos y nos relajamos realmente? ¿desconectamos del día a día y somos capaces de sobrevivir en esa desconexión?
Muchos de nosotros tenemos ya de antemano planeadas unas vacaciones en familia, en pareja o en la soltería más pura y dura. 

Los más jóvenes solteros encuentran la oportunidad de ir de cacería en las playas y discotecas de las grandes ciudades de veraneo del país, mientras otros optan por ir al pueblo, allí quizá la caza no es tan variada, pero igualmente fructífera. Además, si tienen pareja durante el curso escolar, es tan fácil como cortar antes de irse. Lo veo bien, o mejor que en mi época, que se decía aquello de «en el pueblo no son cuernos».

Bromas aparte, y dejando de lado a los jóvenes y su turismo de borrachera, sexo y rock&roll, en el mundo de los adultos y las relaciones de pareja resulta ser que el verano y el tiempo compartido es motivo de un mayor porcentaje de separaciones post estivales. 

Según mi amigo, este dato es algo sesgado, pues los juzgados suelen colgar el cartel de «cerrados por vacaciones» en verano, claro, como los demás mortales, el funcionariado también quiere disfrutar de sus días de sol y arena. Independientemente de si esto es así o no, sí es una evidencia, que las vacaciones en pareja permiten pasar más tiempo del habitual juntos, con lo cual la probabilidad de que se produzcan más roces existe. 

Que eso sea un indicador fiable del número de separaciones o divorcios en el mes de septiembre, son estadísticas, nada más, con el valor que cada uno le otorgue a dicha ciencia. Hay parejas y parejas y dependiendo de la solidez con la que cada una de ellas esté edificada tendremos un ejemplo que sirve, tan sólo para dicha pareja.
Claro que no me gustaría obviar, que, aunque diferentes, humanos somos todos y compartimos conductas y patrones de comportamiento similares.

Si hablamos del sexo rápido, divertido, sin compromiso, el «aquí te pillo, aquí te mato» la verdad es que ya no es sólo exclusivo del verano ni de los jóvenes en el siglo XXI. Vamos, que el resto del año se ha convertido en uno de esos antiguos veranos donde se «hacía la temporada» en Platja d’Aro o Lloret de Mar, saltando de relación en relación, noche tras noche, con poco más miramiento que el respetar a la persona que le gustaba a tu amiga o amigo.

Hoy hablamos del amor líquido, aquel amor que no se solidifica, que no tiene base ni sustento, que se escapa entre los dedos de la mano y no tiene por donde agarrarse. Que no tiene solidez ni consistencia. Antes aludíamos al llamado síndrome de Peter Pan; cuando uno quería seguir siendo niño y no crecer, no comprometerse ni adquirir obligaciones que conllevaran una responsabilidad intrínseca.

En resumen, el catálogo es amplio y todos estamos en él. Si una persona no nos funciona, no importa, llegará la siguiente: «next». 

Y es así como muchos siguen deconstruyendo el Amor, en una retahíla de encuentros sexuales, que ya van más allá de la monogamia en serie de mi época. Bueno, no más allá, en otra dirección, si es que hay dirección alguna o eje en estas nuevas relaciones invertebradas.

Hay amores que sí, que sobreviven el verano, porque se viven en armonía y con el sosiego y la calma que toda relación humana requiere. Y con la voluntad de seguir creciendo juntos, en una misma dirección, ya sea en Matalascañas o en el levante.

Hay amores que no sobreviven el verano, como antes apuntaba, porque el verano brinda una excelente oportunidad para darse cuenta qué tan distantes están uno del otro. Y si no lo traducen sus caras de infelicidad al compartir un día de playa o piscina, lo expresan sus móviles, cada uno de ellos conectado con una realidad diferente ignorando la allí presente: la de mirarse a los ojos y verse y reconocerse en el otro. ¡Qué pena! Pero menos mal que estas parejas nos separamos. ¡Y en septiembre, sin falta!


Y por último hay amores que aguantan. También se ignoran mutuamente como los anteriores, actuando en su más absoluta soledad y aislamiento del otro, a pesar de viajar juntos. Pero nada les hace plantearse que sus corazones ya no palpitan, pues la situación está tan cronificada que darle una solución supone un esfuerzo, energía y voluntad que requieren de tiempo, mucha motivación y una actitud optimista para realizar cambios. Mejor quedarse así, que nos aguantamos y tan mal tampoco nos llevamos. Siempre habrá una excusa, teoría, creencia o argumento que justifique esa falta de acción y determinación. Y si no existe, lo inventamos.


Vamos a ver, señores y señoras, no se trata de tirar la toalla a la primera de cambio, pero tampoco aguantar una vida de AMOR no degustado. 

Lo importante en el amor es sentirse conectado con el otro sin desconectarse de uno mismo. Si dichas conexiones no existen las almas no se encienden para arder en el mismo fuego. Si el SEXO con mi pareja no me eleva, no me satisface o directamente brilla por su asusencia, no hay relación íntima. Ese vacío no se llena jamás. Se podrá disimular, disfrazar, o ignorar, pero no se sustituye.
Así que AMEN y déjense amar, HAGAN EL AMOR CON EL ALMA PUESTA, sin olvidarse de sí mismos y sus propios deseos y siempre amando el satisfacer al otro.  

Y por favor, ¡háganlo todo el año, no sea que para ello se les ocurra esperar al verano!

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2 comentarios en «VERANO, PLAYA, AMOR Y SEXO»

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