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Vuelven los dinosaurios.

Colin Trevorrow termina la trilogía que comenzó en 2015 con “Jurassic World” y cuya segunda entrega firmó nuestro J.A.Bayona, con “Jurassic World: el reino caído”. Aquí ya no hay parque temático ni isla Nublar. En esta entretenida entrega los dinosaurios están repartidos por el mundo y cohabitan con el ser humano.

En esta entrega los dinosaurios no son la amenaza. La amenaza real del ser humano es el propio ser humano, que a través de la biogenética y ese afán autodestructivo que nos caracteriza, somos los malos de la película.

La rama animalista buena, son los que se posicionarán en contra del poder de un doctor (Campbell Scott) que engaña a sus trabajadores con promesas de ascender de categoría y ser parte de la gloria, si continúan con él. En este aspecto este personaje es una gran metáfora de los que gobiernan y tienen el poder en este mundo.

La película recupera, 29 años después de la primera, al trio protagonista de esa etapa: Sam Neill (al que pude ver en persona en el festival de Sitges del 2019, donde le dieron el premio honorífico de esa edición), Laura Dern y Jeff Goldblum, enlazándolos muy bien con los protagonistas actuales, en una cinta llena de guiños a la original, con aventura y nostalgia, donde el mensaje principal del film es que los distintos seres de este planeta podamos coexistir sin hacernos daño.

Esta nueva entrega tendrá defensores y detractores, pero a un servidor personalmente, le ha parecido muy correcta y entretenida, donde prima el espectáculo visual, unos efectos especiales alucinantes con dinosaurios aterradores. En definitiva, una película muy familiar con momentos emotivos y que abraza el empoderamiento femenino de la mano de la adolescente Maisie (una inmensa Isabella Sermon). Atentos también a pequeños papeles secundarios realizados por grandes actores-actrices internacionales.

En definitiva, a mí no me ha defraudado sus 146 minutos de duración que se me han hecho cortos.

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