Este viernes llega a los cines el documental “Bidasoa 2018-2023” de Fermín Muguruza, artista, cantante, productor, guionista y director de cine.
Ex miembro de grupos de Ska-punk de los años ochenta, como “Kortatu” y de los noventa, como “Negu Gorriak”, Fermín Muguruza no esconde sus simpatías por la izquierda política, defensor de los derechos humanos y de las libertades en expresarte en la cultura que te plazca.
Incluso simpatiza con la izquierda abertzale y las letras de sus canciones estaban escritas en euskera (alguna tiene en castellano), en una época donde ese idioma reconocido en la Constitución Española, era maltratado y machacado por el centralismo castellano, cómo está sucediendo en nuestros tiempos con el catalán.
Sus películas siguen esa línea liberal y ahora nos presenta este documental que denuncia el cierre que realizó el gobierno francés, de la frontera entre Irún (País Vasco) y Hendaya (Francia), para evitar la llegada de emigrantes en el año 2018, en pleno siglo XXI.
Este trabajo de 71 minutos pretende poner nombre a esas personas que dejaron su vida en el río Bidasoa, el río que sirve de frontera natural entre las dos localidades.
Personas que después de exponerse a miles de kilómetros de mar, en pateras infrahumanas, no le temen a sesenta metros de río, pero este es más peligroso que el océano.

Este trabajo también pone el foco en los gobiernos españoles y cómo gestiona este tránsito de personas que dejan su tierra para huir de las guerras y de las miserias, creadas por militares corruptos y totalitarios, en sus países de origen.
Es curioso ver cómo estos emigrantes, antes de dar el salto a Francia, son enviados a Granada, Almería, Valencia, Barcelona e Irún, sin pasar por Madrid (¿por qué será?), ciudadanos del mundo invisibles para nosotros.
Este trabajo da voz, también, a organizaciones vecinales, a ambos lados del río, que ayudan a aquellos emigrantes que llegan por primera vez a Irún, acogiéndolos en el albergue y dándoles de manera desinteresada ropa, comida y mantas. Y todo esto, para hacer énfasis en el racismo que hay en este país, lo hace a través de una joven vasca de madre dominicana y padre catalán, que tiene a su pareja en Hendaya y que cada vez que tiene que cruzar ese puente, le piden siempre los papeles por el color de su piel, pero además se enfrenta también al propio racismo del estado español, cuando muchos le recriminan que se vuelva a su país, que les está quitando el trabajo a un español.
Ella, que es muy inteligente, les contesta con una sonrisa…
«Ya estoy en mi País”.