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¿Aquí y ahora? O ¿Allá y entonces?

“Lo bello responde a la duración, a una síntesis contemplativa.

Lo bello no es el resplandor o la atracción fugaz,

sino una persistencia, una fosforescencia de las cosas”.

Byung Chul Han

Cada vez se hace más difícil ser consciente de la propia existencia, de la gran sucesión de pequeñas decisiones y actividades en que se podría dividir o reconstruir nuestra vida, nuestra cotidianidad; nuestro tiempo de existencia.

Cada vez se automatizan más nuestras actividades, nuestros gustos, nuestros sueños, al punto que nos es difícil reconocer si lo que deseamos, lo que soñamos y aspiramos es realmente auténtico, propio, o es solo impuesto vía la publicidad, la globalización y la estandarización de los deseos construidos por el capitalismo. Nuestra memoria es cada vez más frágil, ya no sabemos más que un par de teléfonos de memoria, un par de fechas de cumpleaños, y para todo lo demás está Alexa, Siri, google calendar o Chatgpt.

Cada vez, queriendo ser más independientes, somos más dependientes y vulnerables.

Regalamos nuestra información a los algoritmos que escuchan lo que hablamos de “manera privada” y moldean lo que escuchamos, las películas que vemos o incluso lo que compramos.

¡Hemos perdido la capacidad de concentración, nos cuesta sostener el simple hecho de existir, de pasar tiempo con nosotros mismos! ¡A solas! Y contemplar el momento presente.

Pues cuando tenemos tiempo libre aparece una cascada de pensamientos y emociones que rápidamente nos llevan a la ansiedad y la angustia.

Por eso en casi todo momento nos fugamos a WhatsApp, a Instagram o a TikTok, sin importar el lugar o la persona con que estemos: en una cena en pareja o con amigos, en el trabajo, viendo una película o incluso en el baño siempre terminamos al menos unas cuantas veces en las redes de las redes.

— ¿No ha sentido doctor esos primeros segundos cuando “regresas” a un lugar después de haberte desconectado unos minutos mirando redes?

Ayer estaba con mis dos amigas del trabajo tomando un café, ninguna decía nada, así que desbloqueé mi móvil y me puse a contestar mensajes y ver reels. Cuando volví a bloquear el celular no supe con certeza cuánto tiempo había pasado, por unos segundos me sentí perdida, no sabía qué había pasado con mis amigas, ni de qué habían hablado, me sentí extraña, confundida, como si me hubiera transportado, me costó unos segundos retomar mi vida.

Cada vez se hace una tarea más titánica el ejercicio de la contemplación, de la posibilidad de oler y probar el aroma del tiempo, como diría Byung chul Han; la satisfacción que solo se obtiene tras el sacrificio, tras vivir un proceso, que es equivalente a un tiempo de incertidumbre, sin resultado inmediata, sin dopamina al instante.

Pues siempre será mejor vivir aquí y ahora, y no allá y entonces, aunque al principio nos cueste apagar el piloto automático. Aunque nos implique aprender a soltar el control, y vivir la incertidumbre y la emoción de estar auténticamente vivos.

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