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COMO ES ADENTRO ES AFUERA

El bienestar físico, mental y espiritual es una búsqueda constante de todo ser humano, o por lo menos, debería serlo. Porque es un milagro que estemos vivos, vivir o supervivir, esa es la cuestión. Podemos levantarnos cada día y vivir sin más, solo porque estamos vivos, o podemos darle un sentido a nuestra existencia. Ese sentido, esa razón por la cual nos levantamos cada día, es lo que nos acerca a la felicidad. 

Pero ¿de dónde viene ese bienestar?, ¿dónde lo buscamos?

Para alcanzar un completo bienestar debemos nutrirnos por dentro, alimentar nuestro cuerpo y espíritu, desde adentro, para mostrar al mundo lo mejor de nosotros, nuestra mejor versión. 

Solo si hacemos ese trabajo interno, celular, desde las entrañas, podremos alcanzar esa imagen que queremos mostrar. 

Nutrirse, es mucho más que comer alimentos, mucho más que alimentarse de manera saludable. Tiene más que ver con absorber de manera eficiente e inteligente todo lo que la vida tiene para darnos. 

Nos nutrimos del sol, de la naturaleza, del mar, del bosque, de las personas vitaminas que nos acompañan en nuestro camino. Nos nutrimos también, de la tranquilidad, del silencio, del encuentro con nuestro yo interior. 

Nos nutrimos de las derrotas, de los golpes de la vida. Porque no hay nada más gratificante que verse de pie después de perder una batalla. Esa capacidad de resiliencia, de seguir caminando más fuerte, más sabio, más valiente, es tan humana como maravillosa. 

Entonces, si queremos vernos bien, bajar de peso, tener una mejor piel, un pelo más sano, unas uñas fuertes y saludables, no sigamos buscando soluciones afuera sin atender antes lo de adentro. Es necesario darle a nuestro cuerpo y nuestra alma lo que necesita, eso es lo que de verdad nos merecemos. 

El cuerpo es tan generoso y agradecido, si empiezas a prestarle atención, si conectas con lo que te pide, te devolverá la imagen que deseas, te dará el soporte y la energía que buscas y te ayudará a perseguir ese sueño, esa meta, ese objetivo que pretendes. 

Comienza por priorizarte, por poner en tu plato alimentos frescos, de alto valor nutricional, cocínalos, no hay mayor muestra de amor propio que cocinar nuestros alimentos. Pasa más tiempo al aire libre, el sol es alimento, pon los pies sobre la tierra, te sorprenderías de lo curativo de esta práctica. Muévete, rodéate de personas con buena energía, una buena conversación, risas, contacto físico. Para, respira, cierra los ojos y disfruta del silencio. Regálate un masaje, una manicura o un baño relajante con aceites y mucho mimo. 

No tengas vergüenza de cuidarte, de ponerte en primer lugar o de ser feliz. Estamos en este mundo para ello y es contagioso.  

¡Quiérete, cuídate y aprovecha cada instante de la vida!

¡SALUD!

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