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IMPULSO VS FRACASO

Cómo Dominar los Impulsos y Evitar Tropezones en el Mundo Empresarial

¿Alguna vez has sentido esa urgencia de responder un correo explosivo al instante, invertir en algo que “suena demasiado bueno para ser verdad” o abandonar un proyecto solo porque no ves resultados rápidos?

Tranquilo, no estás solo.

Somos humanos, y a veces nuestros impulsos pueden jugarnos malas pasadas, sobre todo cuando estamos inmersos en el competitivo mundo empresarial o laboral.

Pero ¿y si te dijera que puedes entrenarte para controlarlos y minimizar los fracasos?

Aquí te cuento cómo.

Entiende que no eres tus impulsos.

Primero lo primero: un impulso no define quién eres, ¡para nada! Es solo una reacción instantánea del cerebro, diseñada para protegerte (o eso cree él).

En los negocios, estos impulsos suelen surgir por estrés, miedo o emoción (a veces demasiada).

Pero ojo, actuar con las emociones desbordadas puede llevarte a decisiones de las que después te arrepientas.

Respira hondo y recuerda: no necesitas actuar en el momento, como dice el dicho popular “la paciencia es la madre de la ciencia”. El arte de la pausa (respira y cuenta hasta diez) La pausa es tu mejor amiga.

¿Sabes esa sensación de querer gritarle a alguien porque crees que te está robando la idea del siglo?

Bueno, tómate 10 segundos antes de abrir la boca o responder ese WhatsApp de mala gana.

¿Por qué? Porque esos 10 segundos pueden salvar tu relación laboral o evitar que cierres una puerta que más adelante podrías necesitar abrir o una amistad que podrías romper.

Pausar te permite evaluar si estás actuando desde el impulso o desde la lógica. Ponle nombre al impulso, a veces, lo que necesitas es identificar qué estás sintiendo.

¿Es miedo al fracaso?

¿Rabia por una crítica?

¿O entusiasmo excesivo por algo que suena increíble? (Esto me suele pasar mucho a mí).

Nombrar lo que sientes te ayuda a racionalizarlo.

Por ejemplo:

• “Esto que siento es miedo a perder esta oportunidad.”

• “Estoy muy molesto porque siento que no valoran mi esfuerzo.”

Cuando le pones nombre, ganas perspectiva, y eso es oro puro para no reaccionar en caliente.

Haz una lista mental de consecuencias antes de dar el siguiente paso, hazte esta pregunta mágica: “¿Qué podría pasar si actúo ahora?”

Escribe mentalmente o incluso físicamente las posibles consecuencias.

Por ejemplo, si decides responder con sarcasmo a tu jefe, quizá alivies tu enojo por dos minutos, pero podrías dañar tu relación laboral o, peor aún, quedar fuera del equipo de confianza.

Si estás pensando en invertir todos tus ahorros en esa “idea millonaria”, piensa: ¿puedo permitirme este riesgo si las cosas no salen bien? (En esta parte me gustaría hacer hincapié, pues tengo muchos amigos inversores que pierden sus ahorros por esta serie de impulsos enfocados en el éxito…)

El truco aquí no es detenerte por miedo, sino actuar desde la conciencia. Rodéate de consejeros (y escucha) Todos necesitamos una “red de apoyo” que nos saque del apuro cuando el impulso nos ciega. Puede ser un amigo, un colega de confianza o incluso un mentor (este último lo recalco).

Antes de tomar decisiones importantes, consulta. A veces, alguien desde fuera tiene la claridad que nosotros no podemos ver. Eso sí, escucha de verdad. No pidas consejo si no estás dispuesto a considerar otras perspectivas, abre tu mente a nuevas posibilidades que están fuera de tu entendimiento o zona de confort. Pero ojo, abrir tu mente no significa que tengas que aceptar todo lo nuevo que llegue a tu vida o todos los conocimientos/oportunidades que se te presenten.

Ten un plan a prueba de impulsos ¿Eres de los que suele comprar herramientas para un negocio que aún no ha empezado? ¿O el qué tira la toalla al primer problema?

Entonces necesitas un plan. Tener un plan claro (y por escrito) para tus metas empresariales o laborales es clave. Divide tus objetivos en pasos pequeños, con tiempos definidos, y prométete seguirlos al pie de la letra, incluso cuando tu impulso te diga lo contrario. Por ejemplo, si estás desarrollando una empresa, define cuánto tiempo vas a esperar antes de evaluar resultados. No abandones un proyecto a los tres meses si decidiste que le darías un año.

Recuerda: el fracaso no siempre es el enemigo. Por último, aunque los impulsos pueden llevarte a tropezar, también es importante entender que no siempre “fallar” es lo peor que puede pasar. Los fracasos son lecciones disfrazadas. Lo importante es que los errores que cometas sean conscientes, no fruto de un impulso descontrolado, y si en el peor de los casos fuera así, céntrate en las posibles soluciones y acepta que no siempre se gana y qué puedes haber aprendido de ello.

Así que la próxima vez que sientas que tu corazón late como un tambor y tu cabeza grita “¡Hazlo ya!”, detente, respira y aplica estos consejos. No solo evitarás fracasos innecesarios, sino que también aprenderás a caminar más seguro y firme en el mundo empresarial, sobre todo en el financiero. Porque al final, como dicen por ahí, “el que se apresura, tropieza”.

Y en los negocios, cada paso bien pensado es una victoria en sí misma.

Querido lector, me encantaría que me dijeras si este artículo te ha ayudado o inspirado a la hora de tomar decisiones o si pretendes aplicarlo en tus decisiones futuras.

Déjame un comentario si alguna vez has tenido una experiencia parecida o simplemente dime si te ha ayudado.

¡Nos leemos en el próximo número!

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4 comentarios en «IMPULSO VS FRACASO»

  1. La toma de conciencia es vital cuando vas a responder a alguien de mala manera, parar, respirar y contar hasta 10 es un buen consejo. Podemos cambiar la actitud ante la adversidad y siempre que sufres aprendes algo y preguntarme qué puedo aprender de esto? Me ayuda

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  2. Vaya ,vaya! Que GRAN reflexión y cuántos consejos para poder hacer frente a lo que muchas veces no logramos ver porque estamos desbordados…que me ha gustado eso de escribir ✏️ ya que ayuda a aterrizar cualquier idea o sentír…. Gracias Amparo me encanta tu forma de expresar y aportar claridad!

    Responder

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