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LAS ESTACIONES EN TI

Aunque ya llevamos semanas de frío (algunas de mucho frío) el invierno oficialmente empezó hace apenas unas semanas.

El Solsticio de Invierno (me gusta explicarlo porque a mí me pareció siempre un lío estudiarlo) es el día en que hay menos horas de sol en nuestro Hemisferio. Esa fecha es el 21 de diciembre y es el día más corto del año.

A partir de entonces, cada día es un pelín más largo que el anterior. En realidad, es curioso porque tendemos a imaginar los días alargándose a partir de primavera, pero no es así. Unos días antes de Navidad los días ya empiezan a ser cada jornada un pelín más largos.

Es de agradecer, la verdad.

Y aprovechando esto, quería hablaros de las estaciones.

Hemos entrado en el invierno, una estación con no muy buena fama. Sin embargo, es una etapa muy importante y necesaria para todos los seres vivos del planeta, en especial para las plantas.

Es en esta estación cuando las plantas se vuelven más inactivas y, con las bajas temperaturas, aprovechan durante la noche los nutrientes que producen durante el día.

Deben hacerlo de esta manera para prepararse para empezar a brotar en un par de meses. Es la época de inactividad justo antes de florecer. Igual que en las personas. También nosotros vivimos nuestras propias estaciones, coincidan o no con las que marca el calendario. Por eso, todos sabemos muy bien qué es sentir el invierno.

Y aunque no parece muy atractivo a priori es, como decíamos, necesario. Es el tiempo de recogimiento, de introspección, de mirar para dentro. Hay mucha gente que se saltaría el invierno, pero esta época es primordial para preparar la primavera que deseamos.

¿Y qué podemos hacer durante el invierno que parece no acabar?

Pues para empezar no intentar evitarlo. Aprovecha ese periodo de tu corazón para pensar qué esperas de tu próxima primavera.

Utiliza tu invierno para visualizar: qué quiero, qué no quiero.

Aprende, en medio del frío, a reflexionar para avanzar. Podemos encontrar la primavera perpetua aún estando en mitad del invierno.

¿Cómo?

Preguntándonos

¿qué estoy aprendiendo?

¿Qué debo soltar?

Y no te preocupes, en un abrir y cerrar de ojos llegará tu primavera.

Y ese es el momento de la expansión.

El momento de dar energía a esos proyectos que imaginaste durante el invierno. Empiezas a brotar y empieza a expandirse todo aquello que visualizaste durante el invierno. Igual que brotan las plantas.

Es la época en que lo damos todo para tener el mejor verano. Y por fin llega el verano.

Esta estación es la de los momentos de retos. Sales a la vida con todo aquello que te preparaste durante la primavera y encuentras algún imprevisto, pero te adaptas y acabas llevando a cabo lo que aprendiste durante el invierno y la primavera. Y luego llega el otoño. Época de recolectar. Recoges lo que has sembrado. Época del disfrute. Época de la sabiduría.

Como puedes ver el alma pasa por todas las estaciones una y otra vez, de forma cíclica, como lo hace la naturaleza. Y debemos aceptar y acoger cada una de las estaciones y no culparnos por no estar permanentemente en verano. Querer estar siempre en verano no es adulto.

Acoge y agradece cada estación que llegue a tu corazón y sácale el partido que puedas. La naturaleza y sus cambios nos hacen de recordatorio permanente sobre los ciclos y etapas del año, y de la vida.

Cuando te sientas un poco desorientado obsérvala a ella. Siempre nos hace de maestra y de espejo.

Ahora toma una buena taza de café y… disfruta del invierno.

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