No es solo sexo
“Es solo sexo” le dice Zach (James-Edward Métayer) a Noemí (Kelly Depeault) en la película que llega a nuestros cines “Noemí dice que sí”, pero no es “solo sexo”, es explotación sexual.
La directora Geneviève Albert plantea en su segundo largometraje, el turismo sexual…pero no en un país exótico o tercermundista, sino en un país como Canadá, mientras celebra el Gran premio de Fórmula 1 de Montreal, para abrirnos los ojos de una lacra social de la que poco se habla en los países punteros.
La historia nos muestra una adolescente, Noemí, que vive en un centro de menores, ya que su joven madre (Geneviève Alaire) no quiere tenerla en casa. “Me pones de los nervios” le dice en una de las escenas. En el juicio junto a la jueza, nuestra protagonista acaba discutiéndose con la jueza y su madre. Esa misma noche, se escapa del centro de menores y llama a su amiga Lèa (Emi Chicoine) para que le acoja en su casa. Es a través de Lèa que Noemí conoce a Zach , un proxeneta, y el enamoramiento por parte de ella es total, pero Zach le pide que haga como su amiga, que se convierta en scort, para ganar dinero, dejar el centro de menores y ser libre….todo palabras embaucadoras.
El trabajo de la directora es notable, demostrando haber realizado un gran trabajo de campo, para plasmarlo en una cinta dura y difícil, que no se guarda nada y que transmite la crudeza de la situación que refleja, poniendo el objetivo de la cara en un sinfín de clientes de carne y hueso que se aprovechan de estos “servicios sexuales”.
Otro aspecto notable de la cinta es mostrar la importancia de tener un entorno familiar estable, remarcando la importancia de la labor de los servicios sociales en aquellos adolescentes cuyo hogar está muy desestructurado.
La película tiene poso de buen cine, pero que rasga el alma por su historia.
Noemí dice que sí es una muestra más de esa interesante y particular cinematografía que nos llega, a cuenta gotas, pero nos llega, del cine canadiense.