Pocos los llamados; Todos los elegidos.
Neurociencias, la buena nueva milenaria.
Realidad, percepción, creencia o todas anteriores.
“Cuando el sabio señala a la luna
el necio mira el dedo”
Confucio.
¡Vivimos en la sociedad del bienestar! Este mantra de nuestra actualidad se contradice con la altísima demanda de psicólogos, terapeutas, astrólogos, psiquiatras, coachs (en sus 900 tipos), gurús, iluminados, lectores del tarot, expertos de la verdad, etcétera. Perdonarme que no he clasificado los oficios, supongo que dicha clasificación sería diferente si es desde la mirada de quién ofrece el servicio o de quién lo solicita. Además, no seré yo quien va a endiosar ni demonizar ninguno de estos haceres, lo que si puedo reflexionar es que tienen todo mi respecto todos aquellos que se hagan desde la intención profunda del beneficio mutuo y estén abiertos a mejorarse a sí mismos.
Pero, ¿Cómo separar el grano de la paja?, comparto contigo las 3 palabras que han transformado mi vida los últimos 10 años; No lo sé. Este es mi punto de partida, el cual se clona mil veces a sí mismo, son; La pregunta, la duda, la incerteza, el cuestionamiento, etcétera, estos son para mí fuente de sabiduría, es decir, las verdades, las claves, las certidumbres, las respuestas, me son poco útiles y casi siempre ajenas a mi experiencia.
Lo otro irónico en mi viaje hacia adentro, hacia la experiencia, hacia lo inmaterial, es lo manoseado que está el prefijo auto como auto-ayuda, auto-conocimiento, auto-indagación, cuando tengo a otro delante de mí ofreciéndome su libro “Los 81 sencillos pasos hacia la felicidad” en la sección de auto-ayuda, lo primero que pienso, tendré primero que leerme el libro de los “21 escalones para potenciar la memoria”, para después poder recitar y aprender unas especies de sagradas escrituras “New Age” que tienen poco de auto, lo cual no significan que no tengan valía por supuesto.
Entonces para concluir esta primera reflexión, lo que amorosamente compartiré contigo, al ser auto no pretende que pueda calzar en tu percepción, y si buscas preguntas, bienvenido (a), pero si lo que necesitas son respuestas, en el mercado tienes miles de opciones maravillosas, pero esta no es una de ellas.
Neuroplasticidad.
“La sociedad avanza al ritmo de nuestros pensamientos, por lo que
si quieres cambiar la sociedad, primero debes cambiar tu forma de pensar”
Albert Einstein.
La evidencia científica es un punto intermedio entre la verdad y la opinión, sin embargo, cuando dicha evidencia se logra experimentar en primera persona, cuando la n=1 es un verdadero positivo, entonces se acerca más hacia la realidad.
La Neuroplasticidad es una teoría que apunta no a lo que haces ni a lo que harás, sino a tu potencial. La buena nueva, es que, al igual que todos tenemos un corazón, todos también tenemos el potencial para transformar nuestra forma de pensar y dirigir conscientemente el fenómeno mental hacia donde decidamos atender (nos). Y como la experiencia siempre es interna, aunque percibamos un mundo externo, incluso dicho mundo externo lo vemos, pensamos, juzgamos y sentimos dentro de nosotros; Pues es allí donde se instalará el nuevo gimnasio, en nuestra experiencia interna, en nuestra mente.
Por otro lado, las neurociencias están obsesionadas con el cerebro, gracias al desarrollo de nuevas tecnologías como la Resonancia Magnética funcional (RMf), podemos de forma dinámica y en tiempo real “mapear” cuales áreas del cerebro se activan consecuencias de estímulos predeterminados, tenemos entonces, una fuente inagotable de estudio que crece exponencialmente.
Pero el mapa no es el territorio, y la palabra agua ni moja ni quita la sed, igualmente las neuronas, con sus millones de vías y redes no son percibidas como el sitio donde se hace el pensamiento, sino donde se transmite el pensamiento. A ver si me explico, el móvil en tu mano no hace música, tampoco Spotify, tampoco los auriculares en tus oídos, no encontrarás ni la orquesta sinfónica, ni un tío con guitarra y piano que te hacen cantar dentro de tus electrónicos. Tus cacharros de última generación transmiten la música, para ser más precisos, reciben-codifican-procesan-transmiten lo que nosotros interpretamos como música. Entonces ¿dónde se hace el pensamiento? vuelvo a mis 3 palabras mágicas: No lo sé.
Sin embargo, los neurocientíficos hoy en día, para investigar el pensamiento, no solo miran y miden dentro del cerebro, sino fuera del mismo, incluso fuera del cráneo. Puede ser que nuestro cerebro funcione como una especie de “neuroradio”, sirve para sintonizar aquello que decidimos pensar, el punto es que dicha decisión esta profundamente condicionada y determinada por actores externos, ¿quién o qué decreta cuál es el dial de la “neuroradio” que escuchamos en nuestra cabeza?
Las neurociencias nos enseñan, al menos en parte, a resintonizar otros tipos de pensamientos, que en cascada acabarán por llevarnos a percibir otra realidad. Unas “neurogafas” nuevas a través de la cual volver a observar el mundo. “Cambia tu forma de ver las cosas y las cosas cambiaran de forma” pasa de ser una frase espiritual de Wayne Dyer a evidencia neurocientífica del siglo XXI.
La sociedad del malestar.
“Lo que niegas te somete…
Lo que aceptas te transforma”
Carl G. Jung.
Ni negro ni blanco, prefiero ver al mundo como un paisaje de infinitos matices de grises, o ponernos multicolores ¿Por qué no? De manera que ni sociedad del bienestar ni del malestar.
Sin embargo, es un hecho que el dolor y el sufrimiento es inherente a la condición humana y no por negarlo o no nombrarlo desaparece, al contrario, cuando el malestar ya no solo toca a la puerta, sino que esta sentado en el sofá con nosotros (as) es cuando nos hacemos conscientes que no sabemos cómo gestionarlo, y cuando al final comparte nuestra almohada, cuando Morfeo ya no disimula, es cuando se empieza a ser insoportable.
Pero ¿Qué pasa cuando nuestro oficio consiste en cuidar, en lidiar, en acompañar y presenciar el malestar y sufrimiento de los demás?, el estropicio emocional está garantizado.
El revoltijo que viví durante muchos años en mi profesión como médico quien diariamente se dedica a diagnosticar cáncer de mama era algo como… “no sé cómo lidiar con mis dificultades, ahora menos con las tuyas, pero tengo que disimular porque tengo muchos títulos universitarios y tu tienes la creencia de que yo te solucionaré tu vida y a mi ego le mola esa idea” esto me llevó al borde del colapso, a lo que llaman Burnout.
Neurociencias contemplativas; En la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford en USA es donde fundó el CCARE (Centre for Compassion and Altruism Research and Education), el centro para la investigación y educación en la compasión y el altruismo, fue allí donde se desarrolló un programa psicoeducativo hace unos doce años atrás llamado CCT (Compassion Cultivation Training) Entrenamiento en el Cultivo de la Compasión; Un curso que fue validado inicialmente por dos decenas de estudios científicos que señalaron los beneficios en las personas quienes experimentaron dicho programa de 8 semanas; Ahora hay más de 19.000 artículos que relacionan los beneficios e impacto de la compasión dentro del sistema de salud.